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Un justo reconocimiento


Hace solo algunos días la Junta Nacional de Bomberos celebró sus 150 años de vida, con un acto conmemorativo que se efectuó en el Salón de Plenarios del Congreso Nacional al que asistieron las más altas autoridades nacionales y delegaciones de los Cuerpos de Bomberos de todo el país.



Fue el 30 de junio de 1851, luego de dos incendios que estuvieron a punto de destruir completamente la ciudad de Valparaíso el 15 de marzo de 1843 y el 15 de diciembre de 1850, cuando se creó oficialmente en este puerto el primer Cuerpo de Bomberos en Chile.



La gran celebración por este importante aniversario, que marca un hito en la historia institucional, ha estado radicada en la comunidad de cada ciudad, de cada pueblo o localidad rural, porque la ciudadanía toda siente profundo aprecio y reconocimiento hacia los caballeros del fuego, ejemplo de arrojo, valor, desinteresada entrega y sublime vocación de servicio.



Los voluntarios que forman los distintos Cuerpos de Bomberos no sólo lo hacen sin recibir remuneración alguna por su labor de arriesgar la vida para salvar las de los demás o los bienes ajenos. Muchas veces deben cancelar cuotas para ayudar a mantener su institución. Ä„Cómo no destacar su espíritu de servicio!



No obstante ser voluntarios, los bomberos de nuestros días tienen la mejor especialización profesional, con una segmentación del trabajo que incorpora ya no sólo las compañías de agua o de escala, con las complejidades propias de los edificios de gran altura. Ahora se perfeccionan en el combate a fuegos de elementos químicos y explosivos altamente combustibles, en rescates y en primeros auxilios y resucitación.



Su campo de trabajo ya no se circunscribe solamente a apagar los incendios: hoy son también los primeros en llegar a prestar ayuda a las víctimas de accidentes de tránsito o en cualquier emergencia.



Por todos estos motivos, la sociedad está en deuda con los bomberos y el Estado debe procurarles los recursos necesarios para su acción. Es conocido el alto precio que tienen los carros bombas, las mangueras y los implementos de uso habitual de la institución, que sufren el deterioro propio del exigente trabajo y deben ser repuestos en forma frecuente.



Ä„No es posible seguir viendo a nuestros bomberos pidiendo limosnas en las calles o recurriendo a las más variadas estrategias para conseguir financiamiento y poder seguir sirviendo a los demás!



Aplaudimos el anuncio presidencial de otorgar a los voluntarios un seguro que cubra los riesgos propios de la actividad y apoyaremos la iniciativa cuando el Ejecutivo la presente en el Congreso Nacional, donde estoy seguro que con nuestros votos será rápidamente aprobada.



Pero no basta: es preciso que el gobierno genere las condiciones necesarias, a través del presupuesto anual de la Nación, para que los caballeros del fuego sigan siendo voluntarios, pero tengan los recursos que requieren para continuar la desinteresada acción de bien público que todos les reconocemos.



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