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Falso maremoto: el bochorno penquista


Me avergüenza que Concepción, mi ciudad natal, se haya convertido en el hazmerreír no solo del país sino del planeta tras la conmoción creada por la falsa alarma de maremoto. Desperté el lunes temprano con todos los noticieros hablando de las dramáticas escenas y el pánico que atrapó a la población penquista, principalmente la de San Pedro de la Paz.



La vida me ha llevado por muchos rumbos -al punto que he vivido lejos de Chile la mayor parte- pero nunca he dejado de sentirme penquista, orgulloso de serlo y de los logros alcanzados como ciudad y región a pesar del anquilosado centralismo de Santiago que frena el desarrollo natural de la cuenca del Bíobío.



Pero como penquista a la vez que corresponsal extranjero, para mí fue una bofetada en la cara ver cómo los servicios noticiosos del mundo informaban profusamente sobre el falso maremoto, muchos con una leve sonrisa. En Canadá, país donde viví hasta hace muy poco, el conductor del noticiero central de la Canadian Broadcasting Corporation (CBC), principal cadena radial y televisiva del país, contrastó las dramáticas imágenes con un movimiento de cabeza que quería decir «qué les parece». Otro tanto hicieron muchos otros medios televisivos del planeta, para quienes el pánico penquista fue la noticia anecdótica del día.



Lo que presenciamos el lunes 17 me dejó entre perplejo y avergonzado. Además, molesto por la politiquería barata que salió a relucir y atónito al comprobar que la ciudadanía de la zona no cuenta con la información necesaria para actuar con cordura frente a una catástrofe natural.



Aunque Eduardo Soto, jefe de gabinete de la alcaldía de San Pedro de la Paz, lo desmiente, algunas fuentes dicen que el rumor surgió desde la conflictiva zona de Boca Sur en esa comuna. Otros informes dicen que provino de Talcahuano.



Los testigos contradicen a Soto y apuntan a Bomberos de San Pedro de la Paz, sector Boca Sur. Un familiar mío, residente de San Pedro de la Paz y experto en riesgos, con un importante cargo en la Asociación Chilena de Seguridad, refiere que fue un bombero de la comuna quien alertó a los residentes sobre el imaginario maremoto, desatando el pánico en su familia y en el sector.



A pesar de sus llamados a la calma, su familia y vecinos cayeron presa del pánico. Todos sus intentos por calmar a su esposa e hijas fueron infructuosos y se vio forzado a «evacuar» hacia un paso a nivel de 15 m de altura cerca de su casa -la que queda a 3 km de la costa- ya que su hija mayor «no quería morir ahogada.»



Ahogado no murió nadie, pero sí hubo infartados y heridos, todo por un chiste de mal gusto. El vicepresidente José Miguel Insulza tuvo razón al calificar los eventos del lunes 17 como «una broma macabra».



Esta macabra broma fue posteriormente usada por la alcaldesa de Concepción, Jacqueline van Rysselberghe, para hacer infundadas críticas en lugar de ofrecer ideas o proponer soluciones.



Van Rysselberghe exigió explicaciones, ya que «había un mar de gente» que venía desde comunidades costeras colapsando las vías de acceso a Concepción, quejándose de que la respuesta no fue rápida ya que «no es oportuno esperar más de dos horas y media para que se de información.»



Según Van Rysselberghe, la Oficina Nacional de Emergencia «no cumplió bien su pega» ya que tuvo un accionar «tardío.» Agregó que el incidente «pone en tela de juicio a la entidad», ya que cuenta con un «sistema obsoleto» de comunicación.



Pero es de Perogrullo que una agencia dedicada a la defensa civil responda a rumores, ya que su función no es desmentir eventos imaginarios sino activarse en caso de un evento real.



La alcaldesa se quejó también de que la ONEMI regional carece de recursos para funcionar las 24 horas, lo cual es verdad. Pero se olvidó de que la ONEMI nacional cuenta con un Centro de Alerta Temprana que funciona a toda hora, todos los días del año, con equipos de punta. Es cierto, no tiene recursos para funcionar a toda hora en todas las regiones pero sí lo hace en cinco, ya que los recursos se han ido aplicando de forma escalonada. Hay que recordar que hasta 1994, la ONEMI funcionaba con voluntarios. Once años después, cuenta con personal profesional experto en defensa civil.



Carmen Fernández, directora subrogante de la ONEMI, dice que es cierto que la VIII Región carece de una oficina con funcionamiento permanente, pero explica que la ONEMI actúa todos los días del año y las 24 horas del día en todo el país, aunque carece de una línea 800 para que la ciudadanía llame cuando las oficinas regionales están cerradas. Fernández terminaba por explicar que la crítica de Van Rysselberghe era infundada, ya que la ONEMI regional sí respondió tratando de calmar a la población.



Algo de historia: Concepción no es inundable. Fue precisamente ese motivo lo que llevó a sus antiguos habitantes a trasladar la ciudad al Valle de la Mocha, por ser lugar más seguro, tras el terremoto y maremoto de 1751 que destruyó a la entonces Concepción de Penco. Aparentemente sus actuales habitantes no recuerdan este dato histórico ni saben que no sería necesario escapar en caso de maremoto, ya que Concepción está lejos de la costa y a más de 20 metros sobre el nivel del mar.



La alcaldesa no tiene fundamentos al exigir que la ONEMI responda a eventos irreales, ya que según la ley, la primera línea de defensa civil es precisamente el gobierno municipal. Van Rysselberghe dijo que la municipalidad de Concepción se dio cuenta del pánico colectivo a la 1 AM, comunicándose prontamente con el gobernador regional, Rodrigo Díaz, para informarle de lo que ocurría en las calles de la ciudad.



Aunque Van Rysselberghe dijo que su gabinete se contactó con la oficina regional, lo cierto es que la oficina comunal de emergencia tampoco funcionó dejando que la Gobernación y ONEMI trabajaran.



El veterano periodista Salvador Schwartzmann cuenta que, estando en los estudios de Radio Bío-Bío en pleno centro de Concepción, después del Informador de las 2 AM los radioescuchas llamaban preguntando si acaso no sabían del maremoto. Pocos minutos después ingresó a los estudios de la radio frente a la histórica Plaza Independencia Jaime Romero, Director Regional de la ONEMI, para aplacar los rumores. Precisamente lo que Van Rysselberghe lo acusa de no haber hecho, Romero trabajó para desmentir algo que solo existía en la mente de los asustados residentes de las comunas del gran Concepción.



Schwartzmann y Romero salieron al aire poco después de las 2 AM, tratando de convencer a una asustada población de que sólo era un rumor. A los pocos minutos se les unió el gobernador Díaz. Luego salieron al aire los alcaldes Solís de Chiguayante, Rivera de Hualpén, Saavedra de Talcahuano (suplente) y Carvajal de Coronel. Incluso Jaime Soto, alcalde de San Pedro de la Paz, trató de calmar a la población desde su lugar de vacaciones en el sur.



Pero Jacqueline van Rysselberghe y la oficina comunal de emergencia de Concepción no participaron en la campaña de calmar a la población. Es más, la respuesta de la ONEMI, fue poco más de 1 hora, no las «dos horas y media» que dice la alcaldesa alega que se demoró la autoridad en actuar.



Cuando las autoridades se dieron cuenta del pánico colectivo a eso de la 1 AM, y minutos después de 2 AM, es solo algo más de una hora. En otras palabras los hechos contradicen a la alcaldesa.



Schwartzmann me preguntó dónde estuvo Van Rysselberghe mientras los alcaldes de la comunas vecinas y sus funcionarios municipales trabajaban en terreno, aplacando el pánico. A Schwartzmann le habría encantado que la alcaldesa, psiquiatra de profesión, hubiese estado allí para ayudar a calmar la histeria colectiva de la población.



Esa misma pregunta se la hice a la alcaldesa, quien respondió «que estaba en mi casa.» Al ser consultada por qué no apareció en los medios locales, particularmente en Radio Bío-Bío, mientras todas las autoridades pertinentes trabajaban para calmar a la población del pánico colectivo, Van Rysselberghe dijo que «me parecía que no tenía información que dar.»



Mientras tanto, en San Pedro de la Paz, Eduardo Soto y los funcionarios municipales, más bomberos y carabineros, trataban de calmar a la población y convencerla de que regresara a sus hogares. Pero la gente asustada no le creyó ni a la autoridad ni a los medios.



Veamos el papel jugado por la prensa. La emblemática Radio Bío-Bío nunca dio crédito al rumor y cumplió cabalmente con su labor de informar y tratar de calmar a la población. Pero parece que el pánico sí cundió en la sala de redacción del centenario Diario El Sur. Al día siguiente de la locura colectiva, el diario regional también parecía haber perdido el juicio. En un alarmista titular, decía que en caso de maremoto «El centro de Concepción también sería inundado.»



Citando a Gabriel Veloso, comandante de bomberos de Talcahuano, decía que Concepción y otras zonas lejanas al mar también se inundarían con la entrada del mar a través de los ríos Bío-Bío y Andalién. El miércoles 19 el pánico en El Sur continuaba. Citando esta vez a un geólogo de la Universidad de Concepción, El Sur clamaba: «Tsunami no daría tiempo para escapar.»



El geólogo afirmaba que la actual red de monitoreo es incapaz de avisar a tiempo de un maremoto, y agregaba en forma un tanto inverosímil que la primera alerta se daría 40 minutos después de la primera ola devastadora. Afortunadamente, el jueves 20 la calma pareció volver al diario y se retractó en primera página, titulando esta vez que en realidad la «Ola no llega hasta el centro de Concepción.»



¿Qué pasó? ¿Pánico, sensacionalismo, o simplemente mal periodismo? Lo más probable es que sea lo último. Notable contraste con el excelente trabajo que hizo Radio Bío-Bío y el valioso rol social que jugó en los momentos más críticos.



Lo que quedó claro es que existe un desconocimiento absoluto sobre qué hacer y qué ocurriría en caso de terremoto y/o maremoto. La lección es que es fundamental implementar a la brevedad programas de educación ciudadana y capacitar adecuadamente a todas las unidades de respuesta temprana, desde carabineros y bomberos hasta servicios de salud y defensa civil. Y por cierto, educar a los medios para que no vuelvan a contribuir al pánico y la desinformación.



Además hay que tener vergüenza y humildad. No sirve la crítica por el simple deporte de criticar, como lo ha hecho la alcaldesa Van Rysselberghe, quien después del falso maremoto se ha dedicado a politizar el pánico de la población para anotar puntos políticos. Lo que corresponde es educar a la población; aunar y coordinar esfuerzos en lo que es el gran Concepción y no formular acusaciones gratuitas.



Mi enojo y mi bochorno han disminuido luego de conversar con periodistas y funcionarios municipales que en terreno me narraron qué se hizo durante la noche de locura. Comprobar el trabajo que se hizo me deja al menos la satisfacción de que en la región del Bíobío no todos perdieron la cabeza, como mostraron las imágenes televisivas que dieron la vuelta al mundo. Ahora tanto autoridades como ciudadanos debemos hacer todo lo necesario para que estas bochornosas escenas no se vuelvan a producir, ni en Concepción ni en ninguna otra parte de Chile.



Jorge Garretón es periodista.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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