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Acabo de mundo


Desde hace semanas, los principales medios financieros -especialmente los de la City de Londres -vienen alertando incesantemente acerca de la gravedad de la crisis mundial. La famosa London Interbank Offered Rate (Libor) ha venido subiendo en flecha, al tiempo que Ä„perdía todo sentido! Los bancos no se prestan ni siquiera entre ellos mismos. Que queda para el resto. Esta situación se prolonga ya por más de un mes, pese a la masiva inyección de dinero de los bancos centrales que en Agosto superó un tercio de billón de dólares. Los principales bancos del mundo han venido sobreviviendo día a día con este crédito de emergencia.



El apuro está centrado en el mercado del llamado «crédito respaldado por activos» que empresas y financieras utilizan para obtener dinero a corto y muy corto plazo. Solo en los EEUU, dicho mercado alcanzaba en julio a 2,2 billones de dólares según la más reciente estimación de la reserva federal. Según la misma fuente, en Europa suma alrededor de 0,6 billones de euros adicionales. Puesto que los «activos» que respaldan dichos créditos incluyen los desprestigiados «derivados» financieros, nadie los está renovando. Los rescates en agosto sumaron más de un cuarto de billón de dólares (US$ 250.000 millones) sólo en los EE.UU. El 17 de septiembre vencían «créditos respaldados por activos» por alrededor de Ä„un billón de dólares!



Este inmenso volumen es manejado en buena parte por instituciones que hasta ahora casi nadie conocía, denominadas «conductos» y «vehículos de inversión estructurada.» En su mayor parte, fueron creadas por los mismos bancos, sin embargo, no las registran en sus balances. De este modo se han saltado regulaciones y eludido impuestos. Para darles semblanza de solvencia las dotaron de líneas de crédito ilimitadas. Lo que nunca previeron es que iban a recurrir a ellas en masa debido a que sus inversores protagonizarían una «corrida» sin precedentes.



Tal negocio siempre fue irresponsablemente arriesgado, puesto que generalmente dependía de créditos de corto plazo para financiar operaciones de largo plazo y liquidez incierta.



La caída del Northern Rock Bank forzó al Banco de Inglaterra a extenderle una línea de crédito ilimitada, lo cual sin embargo no fue suficiente. El lunes 17 de septiembre, los retiros superaban los 4.000 millones de dólares y se habían extendido hacia otros bancos. Por la tarde, el ministro de hacienda británico tuvo que extender una garantía estatal sin precedentes a todos los depósitos bancarios.



Si bien ello frenó la corrida, la asociación de bancos del Reino Unido en una reunión urgente con los reguladores financieros de la City que tuvo lugar el miércoles 19, les informó que o bien les suplían los «créditos respaldados por activos» que los inversionistas no estaban renovando, o varios de ellos entraban en insolvencia, incluidos los más grandes (FT 22/09/2007). De este modo, el Banco de Inglaterra acudió al rescate del sistema bancario tal y como el BCE y la Reserva Federal estadounidense habían hecho en las semanas precedentes. Igual como ocurrió en Chile en 1982 con la «cartera vencida,» los bancos centrales se han hecho cargo de la cartera riesgosa del sistema financiero mundial. Es decir, «se pusieron» con el billón de dólares que vencía el 17 de septiembre.



Al cabo de un mes, la más gigantesca «corrida» financiera de la historia que venía transcurriendo tras las tupidas bambalinas donde se mueve el opaco mundo de los «derivados» se había desbordado a la calle en una corrida bancaria bien «a la antigua.» En el caso de Londres la última que se recuerda fue en 1866.



El mundo parece haberse salvado, al menos por ahora. Incluso es posible que las bolsas experimenten todavía un último espasmo de crecimiento similar al que experimentaron entre 1998 y 2000 y en ocasiones anteriores. «En tal caso -dice el Financial Times- habrá algunos afortunados que hagan todavía algún dinero, siempre que tengan ojo para retirarse a tiempo puesto que todo va a terminar igual entre lágrimas…



De acuerdo al mismo medio, lo ocurrido no es sino el primer capítulo de una serie, en la cual hay que ver todavía como se desenmarañan los que vienen. Entre éstos, el inminente riesgo que representa una recesión en los EE.UU., el continuado reventaje de bolsas y otros mercados inmobiliarios todavía en plena «burbuja.» Durante el fin de semana se anunció la caída del banco Standard en Rusia y la cesación de pagos de Llanero, una constructora de tamaño medio en España. La mayor incógnita que mencionan, sin embargo, son los efectos a mediano plazo de la fuerte devaluación del dólar a consecuencia de la nueva rebaja de tasas de la Reserva Federal estadounidense. El precio del oro se ha disparado probablemente debido a esto.



¿Nada nuevo bajo el sol? Esa es precisamente la primera conclusión de los acontecimientos del presente que han subrayado los principales medios financieros. A pesar de los inmensos cambios ocurridos, los viejos ciclos del capitalismo continúan funcionando de modo un general bastante regular. Se trata sin duda de una conclusión importante de la cual se pueden extraer lecciones en planos muy diversos.



Por lo menos se puede tener la tranquilidad que el mundo no se va a acabar. Como ha dicho Eric Hobsbawm «El capitalismo superará esta crisis como ha superado las anteriores. Lo que no va a sobrevivir, sin embargo, es la locura neoliberal que los mercados por si solos son capaces de resolver todos los problemas y traer prosperidad estable al mundo.» En medio de la crisis surgen voces sensatas que apuntan en la dirección sugerida por Hobsbawm, es decir, la necesidad de establecer regulaciones que logren morigerar estos excesos.



Dos debates actualmente en curso parecen adquirir vigencia inmediata en Chile. El primero se refiere a la imperiosa necesidad de ubicar cuanto antes donde se encuentran las pérdidas de la actual debacle. Algunos logran traspasar sus pérdidas a otros, sin embargo, éstas siguen existiendo. ¿A quién? Todavía no se sabe. Los bancos deben presentar en pocos días sus balances trimestrales y existe una fuerte presión sobre los mismos para que reconozcan de una vez las pérdidas completas. Sólo una acción drástica en este sentido -se insiste- permitiría develar en toda su dimensión la magnitud de las pérdidas en este momento, restablecer la confianza de los inversionistas y terminar con la «corrida» en curso.



Es precisamente lo que debería hacer la autoridad chilena en este momento respecto del valor de las inversiones de los fondos de pensiones. ¿Cual es el valor de mercado hoy de todos los papeles que las AFP han adquirido en el exterior? Más de la mitad del total está invertido en apenas ocho financieras todas las cuales se encuentran en este momento cubiertas por un enorme manto de dudas.



El otro debate en curso adquiere todavía mayor significación. «El mundo está experimentando su primera crisis financiera de la nueva era, la que está siguiendo un curso impredecible,» ha declarado Kenneth Rogoff ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI). «Nos encontramos ante una ventana de vulnerabilidad,» ha dicho. «Hemos alcanzado un punto en que habrá movidas bastante agresivas de tasas de interés y si eso no resulta suficiente entonces podremos ver algunas intervenciones regulatorias dramáticas.» Rogoff llegó a sugerir que «la caída de un banco de tamaño medio puede resultar casi una bendición en este momento puesto que daría a los bancos centrales la confianza necesaria para hacer algo más dramático»(FT 10/09/2007).



Estas declaraciones fueron realizadas cuatro días antes que el Northern Rock viniera a proporcionar «la caída de un banco de tamaño medio» que el ex economista jefe del FMI estimaba necesario para lograr la «intervención regulatoria dramática» que en su opinión resulta imprescindible. Sin duda, el haber nacionalizado los depósitos y rescatado a la banca Londinense constituyen intervenciones bien dramáticas. Sin embargo, por ahora no han significado cambios en la regulación, que es lo que pide Rogoff.



En el caso de Chile, la «intervención regulatoria dramática» que parece necesario efectuar sin demora es la de los fondos de pensiones. Ello es imprescindible para proceder a su repliegue ordenado hacia inversiones seguras en el país que minimicen las pérdidas y garanticen que no se volverá a repetir en el futuro los tambaleos que atraviesan en este momento.



Una vez atendida la urgencia de poner a resguardo los fondos de los afiliados, el Estado debe asumir su responsabilidad para con las pensiones de los sectores medios. Éstas no pueden quedar sometidas por completo a los inevitables vaivenes del ámbito más incierto y fluctuante de la economía, como son los mercados financieros. Para otorgar pensiones adecuadas a los sectores medios es necesario volver a destinar las cotizaciones previsionales – que son establemente crecientes y de monto más que suficientes – a lo que se supone deben hacer: pagar pensiones definidas, vitalicias y al menos equivalentes a las del antiguo sistema público de reparto. Tampoco pueden seguir los afiliados a merced de las AFP y compañías de seguro que se han embolsado para si uno de cada tres pesos cotizados entre 1982 y 2006.



Cenda ha enviado días atrás una carta al presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, en la cual solicita a) abrir una investigación acerca del grado real de exposición de los fondos de pensiones y, b) intervención inmediata de los mismos para proceder a su repliegue ordenado hacia instrumentos seguros de los cuales nunca debieron haber salido. Ojalá que sea un clamor en el desierto.



(*) Economista



Vea en www.cendachile.cl una versión más extensa de este artículo, así como otros del autor relacionados con el curso de la crisis financiera: Afirmarse los pantalones, Antes que sea tarde y Acabo de mundo, publicados por El Mostrador.cl y otros medios.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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