Señor Director:
Mucho se ha especulado con respecto a la instalación de represas en la region de Aysén. Como profesional y residente en esta Región desde hace unos 15 años, quiero contar una experiencia que tuve en uno de mis regresos a la zona después de mis vacaciones en la zona central.
Después de viajar por territorio argentino, entré a Chile por Futaleufú una mañana temprano, con la intención de llegar a la ciudad de Puerto Aysén ya entrada la tarde.
En Futaleufú compré provisiones para el día y seguí viaje hasta detenerme a desayunar en un lugar con una linda vista al río Futaleufú. El sitio estaba señalizado como propiedad privada, pero como sólo estaba de paso, pensé que no molestaría, además, a unos 80 metros colina abajo, se estaban preparando unos turistas para descender el río en balsa, por lo que me senté a observar todas las maniobras, ya que además el paraje era maravilloso.
En eso estaba cuando se me acercaron dos gringos prepotentes y me pidieron que abandonara el lugar. Ante mi sorpresa, les dije que no estaba haciendo ningún daño y que solamente miraba el paraje mientras tomaba mi desayuno, que consistía en un jugo y un paquete de galletas.
Ellos, aún más molestos, insistieron en que debía irme porque era propiedad privada. Resignado y humillado, debí tomar mis cosas y marcharme ante la prepotencia de dos gringos en mi propio país.
“Patagonia sin Represas» dice el eslogan que mantienen los ecologistas, pero los intereses por preservar la tierra están vinculados a todos estos grupos que profitan de las bondades de esta región, acumulando grandes riquezas y privatizando nuestro suelo, para expulsar a otros chilenos de su propia tierra.
Coincido plenamente con las declaraciones que hizo el padre Felipe Berríos hace unos días atrás en este diario: Detrás de la fachada ecologista, pienso yo y muchos más en esta región, se esconden intereses y grandes intereses económicos.
Sergio Díaz Dinamarca
