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Seguridad de tarjetas de crédito

Raúl Monge
Por : Raúl Monge Académico del Departamento de Informática de la Universidad Técnica Federico Santa María.
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La desventaja que implica es que ya no se pide el carnet, y si por algún motivo alguien sabe la clave del cliente podrá hacer transacciones o compras con la tarjeta sin problemas.


El dinero plástico está de moda. Todo el mundo paga con tarjetas de crédito y su uso se ha masificado. Transbank informó que el 29% de las transacciones realizadas en el 2009 fueron hechas a través de este sistema, y la cifra tenderá al alza en los próximos años.

Los avances en materia de seguridad han sido importantes. Un estudio de la consultora Euromonitor International Latin America reveló que nuestro país registró el año pasado el menor nivel de fraudes en la región, totalizando cerca de 1,75 millones de dólares. Esta cifra responde a que se han aumentado las medidas de control y los propios usuarios han tomado conciencia en el tema de fraudes con tarjetas de crédito, por lo que han optado por la autoprotección.

El dispositivo lector de tarjeta, que es donde se desliza la banda magnética, contiene la identificación de la misma y se ha aumentado la seguridad en el sentido que existe un control más minucioso para reducir las posibilidades de clonación. Que se copie la tarjeta es uno de los típicos fraudes a nivel terminal, y también que se descubra la clave de pinpass.

[cita]La desventaja que implica es que ya no se pide el carnet, y si por algún motivo alguien sabe la clave del cliente podrá hacer transacciones o compras con la tarjeta sin problemas.[/cita]

Hoy hacen que el propio usuario deslice la tarjeta para que otra persona no sea quien la manipule. Si el cajero tiene la posibilidad de pasarlo por otro dispositivo sin que lo note el cliente, podrían perfectamente sacar una copia. Una de las formas de evitar esto es que sea el propio usuario quien pase la tarjeta por el dispositivo. La mayor conciencia de la gente y el cuidado personal ha reducido estos índices.

Por otra parte, desde el 30 de mayo es obligación contar con un número secreto para realizar transacciones con tarjeta de crédito. Con la Pin Pass se han extremado las medidas de seguridad, como por ejemplo, poner un borde negro para que no vean lo que se digita. Sin embargo, existe una polémica sobre la efectividad de esta técnica en cuanto a eventuales fraudes con tarjetas bancarias.

Antes de entrar en vigencia, la validación de la identidad se hacía a través de la cédula, es decir, la persona debía mostrar su carnet para ratificar los datos. Con la clave secreta se automatizó el tema, pero ya no hay una validación directa de la identidad del usuario. La desventaja que implica es que ya no se pide el carnet, y si por algún motivo alguien sabe la clave del cliente podrá hacer transacciones o compras con la tarjeta sin problemas.

Plagiar una cédula de identidad es más difícil, pues el usuario es requerido a mostrar su identificación y validar que es esa persona. Otro punto fundamental es el de la responsabilidad a la hora de sufrir un fraude. Antiguamente, en caso de existir una estafa de este tipo el responsable era el comercio por no hacer la validación de identidad, pero ahora la responsabilidad recae totalmente en el usuario final. Lo que sí debemos reconocer es que del punto de vista técnico es una medida adicional de seguridad y que hace más rápida la transacción.

En cuanto a las transacciones realizadas a través de Internet, el avance en materia de seguridad ha sido significativo y con plena efectividad. Se cambió de Webpay a Webpay Plus, lo que significa que hay una validación contra el banco de origen con doble factor de autenticación. Hoy, cuando se realiza una transacción eventualmente es requerido el uso del Digipass, u otra alternativa similar. Esa es una validación más fuerte y realmente efectiva.

Introducir un método de autenticación más fuerte representa un avance importante en el control de estafas realizadas por web, sobre todo con el auge y omnipresencia que tiene Internet por estos días.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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