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Energía geotérmica en Chile: un desafío urgente para el país

Diego Morata
Por : Diego Morata Director del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes- CEGA- Universidad de Chile y Programa de Medio Ambiente (PROMA) de la Universidad de Chile
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El potencial geotérmico de Chile es muy alto. Algunos estudios preliminares apuntan a cifras del orden de los 16.000 MW es decir, Chile podría disponer de una importante fuente renovable de energía y amigable con el medio ambiente.


El terremoto y posterior tsunami ocurrido recientemente en Japón ha vuelto a poner a las Ciencias de la Tierra en el centro de numerosas opiniones publicadas en diferentes medios de comunicación. Por otro lado, la emergencia nuclear que hoy día está viviendo Japón ha  renovado el debate sobre la factibilidad de que, en un futuro inmediato, Chile pueda instalar en su territorio una central nuclear, a fin de poder suplir la necesidad energética que, como país, se plantea para los próximos años. En estos días se han oído opiniones a favor y en contra de la energía nuclear en Chile, pero poco se ha  mencionado sobre la necesidad que tiene el país de explorar otras fuentes energéticas no convencionales. El actual Gobierno de Chile apostó a que en el año 2020, un 20% de la matriz energética de Chile esté alimentada por recursos energéticos renovables no convencionales. Sin lugar a dudas, la singularidad geográfica y climática de Chile permite vislumbrar que las energías solar y eólica podrían aportar a la diversificación energética. Pero hay otra fuente de energía renovable no convencional en la que Chile presenta un panorama excepcional: la energía geotérmica.

Chile está emplazado en la Cordillera de los Andes, la mayor cadena volcánica de la Tierra, con presencia de cientos de volcanes y numerosas manifestaciones termales. De hecho, se estima que un 20% de los volcanes continentales activos están ubicados en el territorio chileno. El calor natural de la Tierra es una fuente de energía  inagotable que puede ser captada y usada con una mínima emisión de gases con efecto invernadero. La energía geotérmica normalmente se obtiene en áreas con alto gradiente geotérmico debido a la presencia de magma cerca de la superficie. Por esta razón, el gradiente geotérmico en nuestro territorio (es decir, el aumento de la temperatura a medida que profundizamos al interior de la Tierra) es alto y, en muchos sectores, anormalmente elevado, lo que favorecería encontrar reservorios de aguas geotermales a relativa poca profundidad y hacerlos, por lo tanto, económicamente rentables.

[cita]El potencial geotérmico de Chile es muy alto. Algunos estudios preliminares apuntan a cifras del orden de los 16.000 MW es decir, Chile podría disponer de una importante fuente renovable de energía  y amigable con el medio ambiente.[/cita]

Curiosamente Chile fue un país pionero en desarrollar estudios sobre el potencial geotérmico, y ya en los años 60 y 70 académicos del Departamento de Geología de la Universidad de Chile apuntaban al alto potencial presente en el país. Sin embargo, a pesar de esos promisorios estudios preliminares, hasta la fecha la alta anomalía geotermal existente en Chile se utiliza, casi exclusivamente, para fines recreacionales. No obstante, esta situación está próxima a cambiar, ya que en la actualidad varias empresas privadas están realizando intensas campañas de exploración geológica-geotérmica en diferentes partes del país con miras a comenzar en un futuro inmediato el proceso de explotación. El potencial geotérmico de Chile es muy alto. Algunos estudios preliminares apuntan a cifras del orden de los 16.000 MW es decir, Chile podría disponer de una importante fuente renovable de energía  y amigable con el medio ambiente.

¿Qué es lo que se necesita para que la geotermia sea una realidad en Chile?  Sin lugar a dudas, un fuerte desarrollo de la investigación en el ámbito de las Ciencias de la Tierra y, en particular, de la Geología y Geofísica. Chile debe mirar a países como Nueva Zelanda, que posee un marco geológico comparable al de Chile, con una cadena volcánica activa importante, y con un desarrollo de la energía geotérmica que supone el 10% de total de su matriz energética. ¿El secreto? Nueva Zelanda invirtió en investigación geotérmica desde hace varias décadas. Hoy en día existen en ese país centros de investigación del más alto nivel en donde se genera conocimiento y se forma capital humano avanzado capaz de liderar las diferentes etapas de investigación y desarrollo en el ámbito de la geotermia. ¿Cuál es el futuro para Chile? Muy esperanzador. Por un lado, varias compañías privadas están involucrándose activamente en campañas de exploración geotérmica y se vislumbra que, en un futuro cercano, algunas entrarán en producción. Y, por otro lado, varios instrumentos estatales han fomentado los estudios exploratorios y otros han apostado por financiar iniciativas encaminadas hacia la formación de capital humano avanzado y a la investigación de punta en el ámbito de la geotermia. Recientemente, en el último concurso del Programa FONDAP de CONICYT para crear centros de excelencia, uno de los dos proyectos ganadores fue el “Centro de Excelencia en Geotermia de los Andes (CEGA)”, en el que están involucrados geólogos y geofísicos de las diferentes universidades y centros de investigación chilenos y extranjeros.

El desafío de tener una matriz energética diversificada es grande al cual deben concurrir muchos actores tanto públicos como privados,  nacionales y extranjeros. Nuestro aporte desde el CEGA al desarrollo de la geotermia en Chile será gravitante en la medida que se establezca una buena comunicación entre el mundo científico, el sector productivo y las comunidades involucradas. Chile tiene la oportunidad de mostrar al mundo que, invirtiendo en ciencia, se puede avanzar en el desarrollo social y económico, utilizando energías limpias que respetan el medio ambiente. Es una excelente oportunidad y no hay que dejarla escapar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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