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Derrumbe épico de materias primas

Manuel Riesco
Por : Manuel Riesco Economista del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda)
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Así titula el Financial Times su comentario del 5 de mayo del 2011, en el que recuerda que la palabra «commodities» tiene la misma raiz que «commode» que en inglés significa retrete; precisamente por ahí se fueron miles de millones de dólares de los especuladores en materias primas. La pregunta clave que se hace John Authers, editor del mismo diario, en su comentario al respecto es «¿se parece esto al llamado «flash crash» de las bolsas neoyorquinas el año pasado, que se recuperó en pocos minutos, o al derrumbe de las materias primas de mediados del 2008, que precedió lo peor de la crisis financiera?».

Veamos primero lo que pasó. Ello se aprecia en el gráfico adjunto, publicado por el Financial Times el 6 de mayo en una nota de Jack Farchy de donde se obtienen los datos que siguen. Todo empezó con la plata, que había subido un 175 por ciento desde agosto pasado. Cayó más de 30 por ciento en la semana.

El jueves 4 de mayo las materias primas en su conjunto se derrumbaron un 4,9 por ciento, una de sus mayores caídas registradas. El petróleo bajó 15 dólares en dos días, igualando su caída record histórica.

El cobre cayó de 4,5 a 3,97 dólares por libra en el curso de un mes, un 12 por ciento.

El menos afectado fue el oro, que bajó apenas un 3,5 por ciento y el dólar, que subió, a medida que los inversionistas corrieron en busca de un refugio más seguro.

Ciertamente, esta caída puede ser transitoria y en el largo plazo la emergencia del hasta ayer mundo subdesarrollado indica una tendencia general hacia el alza de las mismas.

Sin embargo, lo ocurrido hace reflexionar acerca del curso de la crisis en el mismo sentido que Authers, uno de sus analistas más enterados.

El gráfico de la izquierda, que viene siendo actualizado por CENDA desde el inicio de la crisis en base a www.mscibarra.com, muestra el comportamiento de las bolsas mundiales medidas en Euros a partir de marzo del 2000, cuando se inició el ciclo secular en curso.

Como se ha comentado reiteradamente en estas notas, el gráfico muestra como las bolsas de los países desarrollados (rojo) nunca recuperaron su nivel de inicios de la década y a fines de abril del 2011 se encuentran un 38 por ciento por debajo de aquel. El conjunto de las bolsas mundiales (azul) sigue casi exactamente el mismo curso, puesto que el peso de las primeras resulta determinante.

Ello a pesar del gigantesco burbujazo especulativo que infló las bolsas de los países emergentes (amarillo) entre el 2003 y 2007 y luego nuevamente a partir de marzo del 2009. Sin embargo, estas últimas no alcanzaron a superar su nivel previo a la crisis cuando mostraron una fuerte inflexión en diciembre del 2010, que se prolonga hasta hoy.

El gráfico evidencia asimismo la grotesca hipertrofia de la bolsa chilena (verde). Hasta octubre del 2008 siguió más o menos el curso del conjunto de los emergentes, para dispararse a partir de ese momento hasta casi triplicar su valor de principios de la década, antes de iniciar su derrumbe en diciembre del 2010. Este último ha representado una baja de casi un quinto entre su punto máximo de fines de diciembre 2010 y el mínimo de fines de marzo 2011. Aún así, la bolsa chilena continúa por las nubes con respecto a todo el resto del mundo, emergentes y desarrollados con mayor razón.

Cabe mencionar que todos estos vaivenes resultan del movimiento conjunto de bolsas y monedas, puesto que todas las primeras se expresan en Euros. Si se expresaran por ejemplo en Yen, las oscilaciones resultarían aún más marcadas.

El movimiento de las bolsas de los países desarrollados y del conjunto del mundo, que se determina por las primeras, se aprecia como un termómetro que anticipa de manera más o menos precisa la temperatura de la economía mundial que la sustenta. En efecto, los capitales especulativos pueden hacer zamba canuta con las bolsas más pequeñas de los países emergentes, sin embargo, no «son capi» de alterar significativamente las bolsas desarrolladas, que representan más de dos tercios del total mundial.

Por cierto, la pregunta del siglo es si el mínimo alcanzado en marzo del 2009 representó o nó el punto más bajo del ciclo secular «del oso» en curso, iniciado a principios del 2000. Puesto de otra manera, la recuperación iniciada en ese momento ¿resultará una «euforia del oso» como el que se extendió entre el 2003 y el 2007? ¿O será, en cambio, el primer ciclo de un largo «mercado secular del toro,» como el que se extendió desde principios de los años 1980 hasta fines del siglo pasado?

Muchos antecedentes llevan a concluir a expertos como Authers que se trata de lo primero. Los «mercados seculares del oso» iniciados en 1929 y 1969 se extendieron a lo largo de dos décadas, mientras que el actual solo lleva una. Por otra parte, los mínimos alcanzados anteriormente en la relación precio/utilidades de las acciones estuvieron muy por debajo del nivel de marzo del 2009, medidos según el índice de promedios de largo plazo que compilan los economistas Case y Schiller.

De ahí que muchos esperan que la recuperación desde marzo del 2009 resulte en una nueva caída aún más pronunciada que la del 2008, antes que se inicie la ansiada y también inevitable recuperación secular.

Las burbujas que han afectado los precios de las materias primas y alimentos el 2008, que reventó violentamente a mediados de ese año y nuevamente a partir del 2009, hay que apreciarlas en ese contexto. Las mismas se inflaron debido la abundante liquidez inyectada principalmente por la Reserva Federal estadounidense y las bajas tasas predominantes en todo el mundo, como una forma de evitar que sus economías cayesen en una depresión profunda.

Como dice el Financial Times en su editorial del 5 de mayo del 2011, «la idea que los ‘commodities’ eran una apuesta en un solo sentido ató a substancias que poco tienen que ver unas con otras – industriales como el petróleo o cobre, renovables como el maíz y el trigo, y otras con valor intrínseco como la plata y el oro – a la misma suerte. Desde el anuncio en el verano [boreal] pasado de una nueva ronda de ‘alivio cuantitativo [quantitative easing]’, deber cosas en lugar de los pedazos de papel en que se denomina su valor era ‘a prueba de tontos [no brainer]’.»

Por otra parte, como se sabe, las materias primas y alimentos se diferencian de los productos industriales en el hecho que no pueden expandir facilmente su producción para ajustarse a los cambios en la demanda, como ocurre con estos últimos. Los primeros descansan sobre la tierra que por definición es escasa y tiene rendimientos diferentes. Por este motivo, los últimos presentan estos súbitos aumentos de precios, que se traducen en inmensas rentas para los dueños – legítimos o no – de la tierra sobre la cual descansan.

Lo que parece increíble a estas alturas es que las autoridades fiscales y monetarias de la mayoría de los países emergentes tropiecen una y otra vez sobre la misma piedra. Han abierto de par en par su cuenta de capitales, permitiendo la entrada y salida de los «capitales golondrinas» a su entero capricho. Eso permite el burbujazo de sus monedas y bolsas de valores.

Por otra parte, han supuesto que la desmesurada alza de precios de materias primas y alimentos constituye inflación – en medio de la mayor recesión mundial desde los años 1930 – y han procedido a elevar las tasas de interés y reducir el gasto fiscal.

Por cierto, los países desarrollados y especialmente los EE.UU. hacen exactamente lo contrario, emitiendo dinero como condenados y sosteniendo un elevado gasto público a costa de aumentar su endeudamiento a niveles inauditos.

Ciertamente, resulta imposible en estas circunstancias predecir lo que va a ocurrir en los próximos días, semanas o meses, con el precio del cobre y el resto de las materias primas. Como bien anota el Financial Times en un editorial del 6 de mayo del 2011:

«En el largo plazo los precios de los commodities – que en definitiva son bienes de consumo o producción – deberían ser parecidos a sus costos marginales de extracción. Pero dado que son asimismo activos de inversión, el comportamiento de manada de los mercados puede llevar los precios muy por encima de ese nivel durante períodos muy prolongados – donde todavía se encuentran. Puede llevarlos por debajo del mismo, también: hace doce años el crudo Brent estaba a 10 dólares el barril. Por lo tanto, predecir los vaivenes de corto plazo en los precios de commodities es un juego de tontos (aunque sin duda muchos tontos reciben magnífica remuneración por hacerlo).»

Sin embargo, a los actuales niveles de inflamiento de la burbuja que los afecta una cosa es segura: Como todo el mundo sabe, lo que sube en algún momento tiene que bajar. ¿Habrá llegado el momento?
¡Afírmate Willy!.

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