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Recesión, oro y hambre: las irresoluciones del FMI

Giovanna Flores Medina
Por : Giovanna Flores Medina Consultora en temas de derecho humanitario y seguridad alimentaria, miembro de AChEI (Asociación chilena de especialistas internacionales).
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Madame Lagarde, tiene sobre todo un rol de competencia global que no puede sólo circunscribirse al de un directorio de Sociedad Anónima de cotización universal. En sus manos de hierro tiene la posibilidad de crear instrumentos que ayuden en algo a cambiar las finanzas de un mundo donde la pobreza se agudiza y la riqueza brota a caudales.


Cuando Christine Lagarde, el pasado 28 de junio fue elegida por consenso en la junta del FMI como directora gerente y presidente por 5 años de la institución, sus promotores anunciaron el fin de una década de desprestigio político y el comienzo de su modernización estructural. Algunos analistas la definieron como la mano de hierro que disciplinaría a Europa. Su nominación frenaría las críticas de famosos nobeles de economía, y, los escándalos terminarían con su último responsable Dominique Strauss Kahn (DSK). Ella representaba, por oposición a su predecesor, nuevos tiempos de meritocracia probada en el ámbito de las multinacionales, de academia angloamericana y cercanía a potencias como EE.UU., Rusia, China, Inglaterra, Alemania e India.

Entre sus virtudes hay varias que rompen con las directrices de la conducción de DSK. Si antes fue la primera ministra de Asuntos Económicos y Finanzas del G-8, ahora, sería la primera mujer en llegar a esta alta dirección, demostrando que la paridad de género es una garantía, en especial para las conservadoras. Seguido, ella abogaría por la validación progresiva y no urgente— como lo propuso la planificación precedente— de cuestiones globales como la crisis alimentaria, el cambio climático y el derecho al desarrollo. Esos problemas según su antecesor debían ser elementos orientadores de las cláusulas de los nuevos préstamos y sus renegociaciones, en cambio para Lagarde su único objetivo técnico es la capitalización de los Bancos Centrales. Y finalmente, ella sería quien instalara en los medios de prensa el concepto de estrategia global de control de la transparencia de información. De consecuencia, en este cometido, el hambre, el oro y la recesión serían los miedos que enfrentaría con puño de hierro Lagarde, mientras que DSK llevó estos asuntos a conferencias internacionales como si se trataran de derecho internacional de DD.HH.

Pero la suerte en estos meses ha sido distinta y vemos la latencia de una paradoja preexistente.

El 4 de septiembre comenzó la doctrina Lagarde sobre transparencia de la información macroeconómica y el control de la recesión, advirtiendo sobre una peligrosa etapa de involución de la salida a la crisis del 2008. La directora reconoció públicamente en una entrevista que Europa estaba al borde de provocar una crisis global cuya capitalización no era solucionable en el corto plazo. Ello, en contraste al aumento de la riqueza en oro y créditos de los países árabes y el control mayoritario por parte de China de los bonos de deuda norteamericanos adquiridos durante la administración de B. Obama.

Su efecto fue inmediato. Ese mismo día cayeron las bolsas alrededor de un 5%: Fráncfort cerró con una caída del 5,28 %, París se dejaba un 4,73%, Londres cedió un 3,58%, el Ibex español un 4,69%, mientras que el Mibtel italiano bajó un 4,83%. En la oportunidad, además, señaló de modo alarmista que la “capacidad de actuación es ahora menor que hace dos años y que para ello hace falta recapitalizar la banca europea, que necesitaría unos 200.000 millones de euros adicionales, los cuales no se poseen”. Sin duda sus declaraciones y otras como las referidas a los partidos de oposición en Grecia, las elecciones en España o Alemania, han excedido el ámbito de sus competencias al inmiscuirse en la política interna como tanto le enrostraron a DSK.

[cita]Ella sería quien instalara en los medios de prensa el concepto de estrategia global de control de la transparencia de información. De consecuencia, en este cometido, el hambre, el oro y la recesión serían los miedos que enfrentaría con puño de hierro Lagarde, mientras que DSK llevó estos asuntos a conferencias internacionales como si se trataran de derecho internacional de DD.HH.[/cita]

En cuanto al oro, se instala la tesis que la relación oro/reservas internacionales ha desplazado al patrón dólar. Si observamos, la mayor parte de las economías de la OCDE, respecto de las cuales ya se ha anunciado su desaceleración para los dos próximos años, manejan oro y euros, pero existen países como Chile (en vías de desarrollo) y las BRIC, que podrían sostener o aminorar la debacle de la Zona euro vía aumento sostenido de demanda interna y externa. Sin embargo los países del posible salvataje tienen sus reservas en dólares norteamericanos y la paridad de cambio de éstos es cada vez más frágil y a la baja. El oro, como hace cincuenta años ha vuelto a ser importante rentabilizando en el último trimestre según cifras oficiales del FMI en torno a un 200%. El dato que nos faltaba: ha sido la especulación y los fondos hedge funde (de inversión a corto plazo y desregulados en materia de información privilegiada) los que han abultado esos valores.

Por eso, el problema es cuál será la suerte de la economía y deuda soberana estadounidense cuando el oro baje un 40% o 60%, si el PIB actualmente se apoya en sustanciosos estímulos monetarios y fiscales implementados como solución transitoria desde la subprime. Esta excesiva libertad, contraría las medidas adoptadas en el último bienio por gobiernos de la zona euro que mediante decretos han prohibido las referidas “ventas a corto” de valores de entidades financieras determinadas en Bélgica, España, Inglaterra, Italia y Alemania. Todas estas regulaciones “de transición” y de “emergencia” restrictivas de la libertad de empresa fueron propuestas en su momento por DSK, pues como diría en su momento de fama “la especulación, como fundamento del negocio de la renta variable, tiene límites que no se pueden cruzar impunemente. No en un orden mundial de derecho de las inversiones”.


A mayor abundamiento, la tríada de problemas macro no está completa si no se menciona el factor inseguridad alimentaria y crisis. Desde el año 2008, el aumento del hambre y el alza sostenida del precio de los alimentos básicos (representados en los derivados financieros) fueron una preocupación en el FMI. Fue la administración precedente la que convocó al G-8 y al G-20 para—en términos simplificados— dictar una normativa internacional que velara por un control estructural del precio de los alimentos, que es el Convenio de Basilea III.

Dichas normas obligan a la banca privada y a los bancos centrales a transparentar las reservas de alimentos, las inversiones en hedge funde sobre alimentos producidos en países vulnerables y en crisis humanitaria, y, limitan de ese modo la volatilidad de los precios. Se dejaba de un lado la idea del comercio justo y se intervenía directamente a nivel bursátil. El objeto: evitar la especulación y, en el campo de la libre competencia, se restringían los espacios de abuso en la posición dominante de importadores y distribuidores. Sin embargo, desde la dimisión de DSK, la seguridad alimentaria perdió toda presencia en la agenda pública del organismo y, de consecuencia, el Basilea III quedó en el olvido. Está claro: la hambruna en el Cuerno de África y la crisis alimentaria en Centroamérica, para la nueva dirección no tiene relevancia alguna.

En todo caso, no podemos ser tan negativos. Lagarde tiene un cuadrienio con casi 9 meses para actuar con su mano de hierro en todas aquellas materias irresolutas en que el paradigma Strauss Kahn había aplicado la tendencia del derecho de las inversiones internacionales y el sistema de evaluación de impacto en DD.HH. Madame Lagarde, de sfillata de Valentino y traje Chanel de temporada, puede ser más que la inspiración del malvado personaje  de Miranda interpretada por Meryl Streep en el film El Diablo se Viste de Prada. Madame Lagarde, es más que el ícono fashion a quien su melena lisa se la copian desde Helen Mirren hasta Glenn Close. Madame Lagarde es más que la socialité de las revistas como la Forbes que el año 2010 la ubicaba en el lugar 17 de las mujeres más poderosas del mundo. Madame Lagarde es más que su track del documental Inside Job ganador del Oscar 2010 y que retrataba a los responsables de la crisis del 2008, cuya entrevista es la más visitada en youtube.

Madame Lagarde, tiene sobre todo un rol de competencia global que no puede sólo circunscribirse al de un directorio de Sociedad Anónima de cotización universal. En sus manos de hierro tiene la posibilidad de crear instrumentos que ayuden en algo a cambiar las finanzas de un mundo donde la pobreza se agudiza y la riqueza brota a caudales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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