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Trabas a la innovación: la mochila de Chile

Mario Ramos Maldonado
Por : Mario Ramos Maldonado Director Departamento de Ingeniería en Maderas, Universidad del Bío-Bío y Presidente del Consejo Directivo del Instituto Forestal
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¿Cuáles son las trabas para alcanzar el grupo de los primeros países? ¿Cómo Finlandia, Israel y Nueva Zelanda, solo en algunas décadas, alcanzan los niveles de desarrollo que hoy tienen? Hay tres elementos comunes que en sí constituyen innovaciones.


La innovación refleja la conjunción de factores que permiten a los seres humanos reafirmar su libertad creadora. El Manual de Oslo de la OECD define la innovación incremental y la radical, la primera referida a los cambios paulatinos y la segunda a los cambios paradigmáticos y drásticos que conllevan de una vez a modificaciones culturales o económicas significativas.

En cualquiera de sus dos vertientes, la innovación está directamente relacionada con el desarrollo humano. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) de las Naciones Unidas mide la calidad de vida y el Índice Global de Innovación, implementado por agencias norteamericanas, mide la innovación de los países. Casi la totalidad de los países con mejor IDH tienen un mayor Índice de Innovación. El 2009, Chile ocupó el lugar 37 de 110, siendo el país latinoamericano mejor ubicado en innovación.

Una política pública es fundamental, más aun cuando el crecimiento del Producto Total de los Factores no provendrá solamente de las fuerzas ocultas del mercado. Citando al Consejo Nacional de Innovación, el crecimiento de Chile en los 90 se debió a cambios estructurales que produjo beneficios por una sola vez y no a la dinámica de innovación o de sofisticación productiva basada en el conocimiento y el capital humano, generadora de beneficios de largo plazo.

[cita] ¿Cuáles son las trabas para alcanzar el grupo de los primeros  países? ¿Cómo Finlandia, Israel y Nueva Zelanda, solo en algunas décadas, alcanzan los niveles de desarrollo que hoy tienen? Hay tres elementos comunes que en sí constituyen innovaciones.[/cita]

Pero, ¿cuáles son las trabas para alcanzar el grupo de los primeros  países? ¿Cómo Finlandia, Israel y Nueva Zelanda, solo en algunas décadas, alcanzan los niveles de desarrollo que hoy tienen? Hay tres elementos comunes que en sí constituyen innovaciones.

El primero, un potente Sistema Público de Educación fruto de un profundo acuerdo social y político. El gasto público en educación en Finlandia, Hungría o Nueva Zelanda es visto por la ciudadanía como una inversión de alto impacto país. En los países de la OECD el gasto en educación superior o terciaria supera largamente al de Chile.

El segundo es un ambiente pro innovación. Se trata de un todo coherente compuesto por una política, una institucionalidad y mecanismos para implementar esa política, y, muy especialmente, de una perfecta alineación con el sistema educativo nacional. En Chile, el 2005, la creación del Consejo de Innovación marcó un hito y el avance más serio hasta la fecha. Su Agenda de Innovación 2010-2020 estableció la ruta mínima para un Sistema Nacional de Innovación. Quizás, los lamentables hechos del 27F retardaron su puesta en práctica. En su versión regional, una Estrategia de Innovación, o un Sistema Regional de Innovación, debiera orientar a los actores y disponer de un sistema de información de la innovación que transparente y reduzca las asimetrías y capturas. Además, debe definir el rol de agencias como CORFO, Innova BioBio o la Agencia Regional de Desarrollo y ayudar a fijar el control del uso de la inversión pública en ciencia y tecnología, en particular la realizada con Fondos de Desarrollo Regional y de Innovación para la Competitividad, FIC.

Finalmente, está la contribución de las Universidades a la sociedad, su “tercera misión”. Es la aplicación de conocimientos para la solución de problemas concretos de empresas o instituciones, por una articulación Universidad-Empresa-Estado. La tercera misión se expresa en la satisfacción de la demanda de empresas por investigación y desarrollo. En ese contexto, será relevante resolver si una Red Regional de Centros Tecnológicos o Parques Científico-Tecnológicos (o ambos) serán las estructuras adecuadas para contribuir a la estrategia y cuál será el nivel de asociatividad y participación que tendrán los diferentes actores, como Pymes y Universidades.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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