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Mejorar la convivencia: el desafío ahora

Ximena Abogabir
Por : Ximena Abogabir Integrante del Directorio, Fundación Casa de la Paz y Miembro del Panel de Acceso a la Información del Banco Interamericano de Desarrollo - BID
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Tenemos el profundo convencimiento que buenos y malos hay en todas partes y en todos los sectores, por lo que dejamos de creer en las caricaturas sectoriales: los empresarios insensibles, los funcionarios corruptos y los dirigentes irresponsables. También pensamos que para diseñar e implementar los cambios requeridos, todos somos necesarios. De irreductible inspiración ghandiana, dirigimos nuestra energía a modificar las situaciones, no a atacar a las personas.


La vida antes del Muro de Berlín era fácil: blancos y negros, amigos y enemigos, a los que se intentaba destruir o convencer. Entonces uno estaba a favor o en contra, hasta que se reunieron tres hombres: Juan Pablo II, Reagan y Gorbachov, y listo. Acabaron con el maldito muro, dando inicio a la era de la complejidad.

Abandonadas las certezas y las luchas de antaño, hoy enfrentamos la necesidad de discriminar cuánto de esto y cuánto de aquello necesitamos para resolver los problemas de la modernidad. Las frases clichés ya no son suficientes, ni siquiera para sobrevivir la conversación del almuerzo dominical. Hay que pensar, hacerse preguntas, abandonar certezas y atreverse a explorar.

[cita]Tenemos el profundo convencimiento que buenos y malos hay en todas partes y en todos los sectores, por lo que dejamos de creer en las caricaturas sectoriales: los empresarios insensibles, los funcionarios corruptos y los dirigentes irresponsables. También pensamos que para diseñar e implementar los cambios requeridos, todos somos necesarios. De irreductible inspiración ghandiana, dirigimos nuestra energía a modificar las situaciones, no a atacar a las personas.[/cita]

Eso es lo que intentamos hacer en Casa de la Paz. Por ello, nos han acusado de amarillos, de tibios e incluso de mamones. Afortunadamente, un grupo de personas insistimos en la inutilidad de las posturas sesenteras y majaderamente queremos ejercer la libertad de buscar nuevas salidas en que esto y lo otro adquieren validez. Cuánto de Estado y cuánto de mercado queremos en cada situación. La ecuación es una si se trata de educación, salud, las jubilaciones o la protección ambiental. Es diferente para la vivienda social o el agua potable, y muy distinta para el retail. En todas ellas aspiramos a incentivar la innovación y el emprendimiento, pero los niveles de conducción y fiscalización del Estado son disímiles. Y sucede así con todos los debates, incluyendo la denominada «agenda valórica».

En este mar de incertezas y de caminos no recorridos, Casa de la Paz tiene clara su misión. Nos oponemos con fuerza a la injusticia, al abuso, al suicida deterioro de las frágiles condiciones que hacen posible la vida en este especial Planeta. Trabajamos por el reconocimiento de la dignidad de las personas, por la transparencia, por la equidad.

Tenemos el profundo convencimiento que buenos y malos hay en todas partes y en todos los sectores, por lo que dejamos de creer en las caricaturas sectoriales: los empresarios insensibles, los funcionarios corruptos y los dirigentes irresponsables. También pensamos que para diseñar e implementar los cambios requeridos, todos somos necesarios. De irreductible inspiración ghandiana, dirigimos nuestra energía a modificar las situaciones, no a atacar a las personas. Entendemos que cada uno es el resultado de su historia y de sus propias heridas, y también asumimos que la empatía es un estado superior de desarrollo humano: ser capaces de ponernos en los zapatos del otro.

Dicen los astrónomos que el Cosmos avanza desde un estado de menor complejidad a uno de mayor complejidad. Así de simple. Nosotros queremos ser parte de ese salto evolutivo de la especie humana: abandonar el infantil egocentrismo y ser capaces de sentir como todas las personas, todas las culturas y desde ahí, construir un acuerdo con el cual todos y todas podamos convivir en paz.

Los pueblos indígenas dicen que es la Pacha Mama la que está manifestando su indignación ante el abuso de una especie, autodenominada como homo sapiens sapiens. Jung diría que es el inconsciente colectivo, a través de las redes sociales como canal de visibilización, que está dando cuenta de un profundo malestar social. En Casa de la Paz nos da lo mismo como llamarlo, ya que la urgencia de encontrar una nueva forma de convivencia entre las personas, ciudades, naciones y culturas nos resulta evidente, para lo cual requerimos espacios para debatir y concertar acciones. Casa de la Paz promueve la página Acuerdos.cl con esa intención.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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