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Marco 2014: en busca de la legitimidad

Damián Trivelli Zondek
Por : Damián Trivelli Zondek Académico y coordinador del estudio UDP “Análisis de las declaraciones de políticos en noticieros centrales”.
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Las elecciones municipales serán la prueba de fuego para medir la capacidad de Marco de traspasar su capital político a terceros, hecho que lo convertiría en un líder y no sólo en un liderazgo por contingencia. Ahora, le queda por definir el eje de su campaña, su discurso, temas programáticos y principales lineamientos estratégicos.


A pesar de sus aspiraciones frente a las próximas presidenciales, las condiciones políticas y sociales que hicieron de Marco Enríquez-Ominami un gran candidato el 2009 no se repetirán en el escenario del 2013. Estas circunstancias y factores, se pueden agrupar en cinco grandes categorías.

La primera, es un hecho fundacional que dio legitimidad a su candidatura: la decisión de la Concertación de excluirlo de las primarias le permitió construir un discurso de campaña contra los presidentes de los partidos de la Concertación y las malas prácticas generalizadas que venían realizando. Es muy probable que para las próximas elecciones presidenciales la Concertación realice una primaria de verdad, con múltiples candidatos y de envergadura nacional (siendo altamente probable que esta vez no muestren impedimentos pare que éste se sume), lo que dejaría a Marco fuera de esa contingencia y sin la posibilidad de articular un discurso que se base en alegatos de democracia y participación.

[cita]Las elecciones municipales serán la prueba de fuego para medir la capacidad de Marco de traspasar su capital político a terceros, hecho que lo convertiría en un líder y no sólo en un liderazgo por contingencia. Ahora, le queda por definir el eje de su campaña, su discurso, temas programáticos y principales lineamientos estratégicos.[/cita]

En segundo lugar, están las propuestas programáticas diferenciadoras por sobre la Concertación y la Alianza. Durante su campaña 2009, Marco centró su discurso para adueñarse de tres temas claves: las reformas política, tributaria y educacional. Hoy estos contenidos son asumidos por gran parte de la sociedad como prioritarios (con excepción de la UDI), siendo trabajados transversalmente con propuestas y proyectos de ley. Que estos puntos sean hoy un aspecto primordial de la agenda nacional, radica en gran parte el éxito de su candidatura pasada.

El tercer punto es una historia de vida interesante y desconocida: el Chile del 2009, no conocía de donde venía el cineasta, ni su pasado familiar o sus anécdotas de vida. Esto permitió que los medios de comunicación profundizaran en su historia, mostrándolo a la opinión pública y logrando gran cobertura sobre el personaje. Hoy, con un conocimiento cercano al 90% según la última encuesta CEP, la oportunidad de marcar mayor presencia mediática con su historia disminuye considerablemente con miras al 2014. En otras palabras, no hay un relato atractivo que contar.

En cuarto lugar, el factor sorpresa. El 2009 la Concertación fue incapaz de preveer la entrada y falló en sus intentos de contener a ME-O. Nunca habían competido con un candidato hábil mediáticamente, que representara el progresismo, con libertad plena para apropiarse de lo bueno de su ex coalición y al mismo tiempo, criticarla fuertemente. Actualmente, todos asumen que Enríquez-Ominami se presentará a competir en la presidencial. Por tanto, los distintos actores en competencia diseñarán sus estrategias de campaña, considerando este punto ante eventuales e inevitables enfrentamientos.

Por último, una campaña donde se prometió independencia: al entregar un ambiguo apoyo al “candidato del 29%” se terminó impactando negativamente en dos grupos de electores importantes. Esto es, en los independientes que lo veían como una opción distinta a las dos coaliciones y en los Concertacionistas que no quedaron satisfechos con el nivel de apoyo entregado a Eduardo Frei.

ME-O al no contar hoy con estos cinco elementos, ciertamente tendrá una carrera más difícil. Sin embargo, sería equivocado y apresurado concluir que no tiene ninguna posibilidad. La inscripción automática y el voto voluntario abren un nuevo escenario político, donde se mantiene un gran rechazo a la Concertación y a la Alianza. Ahí sus condiciones naturales lo hacen un rival peligroso: joven, con talento para manejar los medios de comunicación (tanto para entrevistas largas como para posicionar cuñas), trabajólico, inteligente y arrojado. Además, ha recorrido Chile muchas veces y fue capaz de construir un partido que le dará una base territorial que no tuvo en las pasadas elecciones, una Fundación para armar los contenidos programáticos y que ha forjado alianzas internacionales claves para la cooperación y el financiamiento de su campaña.

Las elecciones municipales serán la prueba de fuego para medir la capacidad de Marco de traspasar su capital político a terceros, hecho que lo convertiría en un líder y no sólo en un liderazgo por contingencia. Ahora, le queda por definir el eje de su campaña, su discurso, temas programáticos y principales lineamientos estratégicos. Porque dedicarse únicamente a manifestar que las condiciones que lo motivaron a competir la vez anterior están plenamente vigentes, no le permitirá recuperar la legitimidad con la que compitió el 2009 ni construir una campaña presidencial nueva, distinta y convocante.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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