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¿En qué se han convertido los conciertos masivos?

Leonardo Cifuentes
Por : Leonardo Cifuentes Profesional de las Artes. Multidisciplinario por naturaleza. Músico de profesión, con estudios en Antropología y experiencia en medios de comunicación como editor, redactor y CM.
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Durante los últimos años, Sudamérica -y Chile en particular- se han vuelto paradas obligatorias para gran cantidad de artistas de talla mundial.

No fue hace demasiado que Chino Moreno (Deftones) le decía adiós a la acostumbrada práctica de escupir a los músicos sobre el escenario en nuestro país. Sin saberlo, fue el último en ser bañado en saliva por una masa de extasiados adolescentes y jóvenes esa noche de verano en el sofocante Estadio Chile, el 2001.

Y fue con el paso de los años, que se ha ido perdiendo el asombro: esa chispa «latina» que tanto nos identificó en algún momento, provocada por la falta de costumbre. Porque éramos el último país al sur del mundo. Pero las cosas han cambiado.

Hoy por hoy, es común ver a decenas de artistas tocar al mes, de diversos estilos y épocas, con niveles de producción cada vez más altos y caprichosos. Resulta evidente cómo nuestro país se ha vuelto un mercado super-rentable en cuanto a espectáculos musicales internacionales. Y más aún si se trata de bandas o solistas que reviven la nostalgia de aquellos que vivieron sus mejores años escuchándolos. Y que no tienen problemas en desembolsar grandes cantidades para presenciar sus actuaciones.

Sin embargo, y, aunque suene contradictorio, así como se ha ampliado la oferta de espectáculos, también lo ha hecho el público que los consume. En muchos casos, el viejo show de música en vivo, crudo, y con nada más que una parrilla de luces, ya es cosa del pasado. El concierto actualmente es una sobredosis de estímulos audiovisuales, con pantallas gigantes, animaciones, visuales y cuanto accesorio extra podamos imaginar. Porque no sólo asiste al show el fan, sino que su familia, o los que alguna vez tararearon una o dos canciones, y que, tal como todos, están inmersos en el dinamismo multimediático-hiperestimulante del siglo 21. «No se nos vaya a aburrir la gente» / «Hay que traer más gente».

Lo que nos lleva a un grave problema. Ver a viejos artistas obligados a ocupar la tecnología y tendencias actuales en sus presentaciones, casi siempre, sin ningún sentido, ni estética… Trabajos de artes visuales mediocres, hechos sólo por la «necesidad» de pararse como un show competitivo y de gusto masivo.

Me gustaría citar 2 ejemplos. Red Hot Chili Peppers, y Aerosmith. Ambas bandas mundialmente reconocidas, que han pasado al nuevo formato de conciertos sin ninguna responsabilidad artística. Dejando en evidencia que delegan el tema en las manos de algun especialista de otra generación, y que los «actualizó» con animaciones burdas y seudo-profundas. A veces, no encontrando nada mejor que reproducir el video clip de la canción mientras la tocan en vivo. Porque, seré honesto: a mi me suena a enseñarle a ocupar facebook al abuelo. ¿Qué saben realmente de planificación y composición muldisciplinaria? y me refiero tanto a los viejos, como a los equipos de trabajo con los que se asocian.

Nada más alejado de una propuesta artística integral de peso, con mensaje, o que simplemente se condiga con el proyecto en sí. Si nos ponemos pesados, podrían haberse ahorrado el avión con las pantallas led, el staff técnico, nos hubiéramos ahorrado unos pesitos, y de pasada veríamos un recital mucho más honesto y sencillo. Porque de eso se trató siempre, no?

Por supuesto que el tema es amplio, y podemos gozar de shows de proyectos que han sabido integrar a cabalidad un discurso tanto en música como en arte visual y escenográfico. Como NIN, o Tool, o Radiohead. O quienes se mantienen firmes en su naturaleza, como Primus, que se basta de un par de astronautas inflables de 10 metros, y cortinas rojas; suficiente para un funk metalico elegante y con estilo. O incluso Metallica, que, a pesar de traer consigo pantallas LED de 50 o 100 metros de largo, las ocupan para proyectar el montaje de imágenes que graban en vivo en el mismo estadio, para que, hasta el que se para en la fila de más atrás, vea lo que pasa. Y así por delante… Me parece mucho más creíble y certero en su mensaje, que acudir a animaciones insípidas que matan las pasiones de himnos que saboreaste sin ninguna visual hace años.

Si vamos a seguir la corriente, que sea responsablemente. Porque resulta forzado agregar sazón a algo que ya tiene suficiente por sí solo; o un condimento que no tiene nada que hacer en un plato más que conocido, sobretodo, si es por asuntos meramente comerciales.

Pero está bien, porque a Madonna no la vamos a ver por su privilegiada voz. Pero por otro lado, a Maiden sí los vamos a ver por su calidad y performance musical.. sin embargo, ambos proponen montajes alucinantes y variados, en sus respectivos estilos.

Da para pensar, y sobretodo, observar.

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