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Marihuana y felicidad: la valentía de Rossi

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Wenceslao Unanue
Por : Wenceslao Unanue Assistant Professor, Universidad Adolfo Ibáñez Business School, Chile Ph.D Researcher, University of Sussex, UK.
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Afortunadamente, hay algunos valientes que se han atrevido a desafiar lo establecido a costa de su propia imagen y de sus futuras carreras públicas. Recientemente el senador Fulvio Rossi ha abierto la discusión, desmitificando, incluso como médico, una serie de temas tabúes que existen respecto al consumo de la marihuana. Y qué bien que alguien se haya puesto los pantalones de la honestidad.


Durante los últimos meses ha habido un gran consenso, tanto en Chile como en el mundo, acerca de la importancia de ubicar a la felicidad en el centro de las políticas públicas. Cabría preguntarse entonces ¿podemos los chilenos ser realmente felices?

Más de 30 años de investigación en la ciencia de la felicidad nos pueden dar una pista. La Teoría de la Autodeterminación, por un lado, ha descubierto que para ser felices, los seres humanos debemos satisfacer tres necesidades psicológicas básicas. Dentro de ellas, la necesidad de “autonomía”, es decir, la necesidad de sentirnos libres para escoger nuestro propio destino, entra a ser una de las más relevantes. Por otro lado, Solomon Schwartz, la persona que más ha investigado en el mundo sobre valores y objetivos de vida, ha descubierto que la honestidad y la transparencia son cruciales a la hora de predecir la felicidad. Obviamente honestidad y la autonomía van de la mano.

Entonces la pregunta ahora es ¿somos autónomos, libres y honestos los chilenos? No.

Y no, simplemente por dos razones. Primero, porque vivimos en un país que nos ha coartado importantes libertades, y segundo, porque nos hemos acostumbrado a un vivir con un doble estándar vergonzoso. Sólo un par de ejemplos…

[cita]Afortunadamente, hay algunos valientes que se han atrevido a desafiar lo establecido a costa de su propia imagen y de sus futuras carreras públicas. Recientemente el senador Fulvio Rossi ha abierto la discusión, desmitificando, incluso como médico, una serie de temas tabúes que existen respecto al consumo de la marihuana. Y qué bien que alguien se haya puesto los pantalones de la honestidad.[/cita]

Mi hermana estuvo a punto de morir unos pocos años atrás. Su tercer embarazo se complicó dramáticamente a los pocos meses de gestación y tenía muy pocas probabilidades de sobrevivir si no se llevaba a cabo un aborto. El diagnóstico médico era claro: había que intervenir a la brevedad.  Sin embargo, nada podíamos hacer. La ley chilena lo prohibía, incluso cuando las vidas de la madre y del niño estaban en riesgo.

¡Absurdo!

Todos sabemos que basta tener algo de dinero y un “buen” dato donde acudir, para encontrar los profesionales, los implementos y el cuidado necesario para abortar un embarazo no deseado. Incluso, estudios afirman que nuestro país tiene una de las tasas de abortos ilegales más altas de Latinoamérica y del mundo.

Pero nuestro país goza de otro pergamino vergonzoso. Sólo hace pocos años (2004) se logró aprobar la ley de divorcio en Chile. Malta es el único país después de Chile que lo ha hecho, y al 2011, sólo en Filipinas y en el Vaticano está prohibido. O sea, fuimos casi los últimos en el mundo en legalizar un derecho universal.

¿Por qué? Porque nuestra legislación, falsa e hipócrita, nos resultaba cómoda. Durante años supimos convivir con una de las más grandes mentiras de todos los tiempos: la “anulación”. Sí, así es. Dado que en esos años el divorcio estaba prohibido, quienes decidían separarse simplemente acudían a los tribunales y buscaban algún método para demostrar que su matrimonio era nulo en el origen. Por ejemplo, se podía argumentar que la dirección de solteros era falsa, que los testigos no conocían a los novios, o que incluso nunca hubo sexo entre la pareja. Nuestra sociedad entera (incluidas autoridades y los tribunales) tenía clara esta realidad, la asumían, la aceptaban y convivían felizmente con ella.

Sólo bastan este par de ejemplos para darnos cuenta de lo poco autónoma, honesta y transparente que es nuestra sociedad. Son estas cosas las que nos están alejando de la felicidad verdadera.

¿Y si hablamos de marihuana? Lamentablemente, la figura no cambia mucho.

No hay dudas de que el consumo esporádico de marihuana es algo extendido en todos los estratos sociales, y en casi todas las culturas, incluida la nuestra.  ¿Por qué entonces en Chile nos negamos a esta realidad? Porque al parecer, como sociedad, nos es más fácil convivir con un nuevo doble estándar. Parece que nos es más cómodo convivir con una absurda ley que por un lado autoriza su consumo individual, pero por otro prohíbe su venta y producción. ¡Ridículo! Todos sabemos (incluidas nuestras autoridades) que con un poco de dinero, la droga se puede conseguir fácilmente en unos pocos minutos, y a la vuelta de la esquina. Pero parece que nos es más fácil convivir con la mentira que darle solución al problema de fondo. Más aún, lo que nuestra legislación fomenta con este tipo de contradicciones donde el auto-cultivo está prohibido, es incentivar el narcotráfico.

¿Lo seguiremos tolerando? ¡Espero que no!

Afortunadamente, hay algunos valientes que se han atrevido a desafiar lo establecido a costa de su propia imagen y de sus futuras carreras públicas. Recientemente el senador Fulvio Rossi ha abierto la discusión, desmitificando, incluso como médico, una serie de temas tabúes que existen respecto al consumo de la marihuana. Y qué bien que alguien se haya puesto los pantalones de la honestidad. Chile ha cambiado y no quiere más dobles estándares. Chile quiere claridad, legalidad y libertad para decidir. Chile quiere también verdad.

Según Rossi no hay un sólo estudio concluyente que demuestre que el consumo esporádico de marihuana es perjudicial para la salud, y la población necesita tener esta información. Recién después de contar con ella, y con una legislación clara, cada ciudadano podrá decidir si consumir o no.

Pero lo de Rossi es digno de elogios no sólo por abrir este debate en particular. Ha apoyado también la igualdad de derechos para los homosexuales y el matrimonio gay, en una época en que temas como estos eran impensados para nuestra sociedad.

Hoy, gracias a iniciativas como estas, tenemos Ley Antidiscriminación y las minorías sexuales son reconocidas en nuestra sociedad. Fue también pionero en fortalecer el debate sobre el aborto terapéutico y en enfrentarse a una gran masa de parlamentarios y políticos conservadores que, sin mayores argumentos, descalificaban su postura y trataban de imponer posturas morales y religiosas a una sociedad que es cada vez mas laica. Esperemos que esta vez el senador socialista tampoco se deje amedrentar por los “poderosos” de siempre y continúe su lucha por una sociedad más justa, donde no sólo quienes posean dinero y contactos puedan optar por marihuana, divorcios o abortos terapéuticos. Sólo de esa forma los chilenos podremos sentirnos libres, dueños de nuestro propio destino, orgullosos de caminar con la verdad por delante, y en búsqueda de la verdadera felicidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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