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José Goñi
Por : José Goñi Ex ministro de Defensa y ex embajador.
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La Haya nos ha causado muchas molestias y no ha sido un gesto amistoso en la medida que ha cuestionado acuerdos que creíamos ya resueltos. Es cierto. Sin embargo, una vez que hemos superado este proceso, La Haya puede ser la fuente de una mirada cualitativamente distinta en ambos países para mirar, entender y proyectar las relaciones bilaterales. No podemos mantener la idea de que las relaciones internacionales son sólo, o son esencialmente, buenos negocios.


Hemos seguido dos semanas de interesantes debates. La discusión ha sido, naturalmente, compleja de seguir para la gente no especializada en ambos países. Sin embargo, no podíamos esperar otra cosa de este proceso.

Lo que ha ocurrido era bastante previsible. Ambas partes han cumplido con lo suyo y defendido lo que consideran son sus intereses. Es oportuno preguntarse ahora, antes del fallo del Tribunal: a) ¿Podría Chile desconocer este fallo?; y b) ¿Hemos logrado algo definitivo respecto al futuro de las relaciones fronterizas con el Perú?

Respecto a la primera interrogante, creo que debemos tener claridad y convicción total de que nuestro país no sólo no tenía otra posibilidad jurídica que aceptar la competencia del Tribunal de La Haya, sino que está en el más profundo interés nacional colaborar por fortalecer la legalidad internacional en todas sus dimensiones y ámbitos. Lo que debemos tener muy claro es que, para un país de tamaño medio con una economía abierta y muy integrada al resto del mundo, que nunca aspirará a ser una superpotencia, es indispensable tener un marco jurídico sólido y respetado por la comunidad internacional. Por tanto, Chile debe ser siempre un país que aporte, apoye y sostenga a las instituciones que juegan un rol relevante en crear y mantener ese contexto de legalidad y respeto al derecho y a los Tratados.

[cita]La Haya nos ha causado muchas molestias y no ha sido un gesto amistoso en la medida que ha cuestionado acuerdos que creíamos ya resueltos. Es cierto. Sin embargo, una vez que hemos superado este proceso, La Haya puede ser la fuente de una mirada cualitativamente distinta en ambos países para entender y proyectar las relaciones bilaterales. No podemos mantener la idea de que las relaciones internacionales son sólo, o son esencialmente, buenos negocios.[/cita]

Para analizar la segunda pregunta, es fundamental que este diferendo sea el último problema fronterizo entre Chile y Perú. Este fallo, entonces, debería ser el cierre definitivo de esos temas con el vecino país. Este debiera haber sido un objetivo explícito en los acuerdos previos al fallo entre ambos gobiernos, que lamentablemente no se pensó y/o no se trabajó en su momento. La declaración del agente peruano Alan Wagner en esa dirección es muy positiva y debiera marcar la esencia de las relaciones futuras. A partir de esa misma coincidencia, ambos Estados debieran plantearse una política común que nos permita enfrentar los ánimos, malos humores e interpretaciones y lecturas históricas. Es responsabilidad de las autoridades hacer que la enseñanza de la historia en nuestros sistemas educativos y formativos, se transformen en un instrumento que facilite superar culturalmente este diferendo. Es el cambio cultural lo que puede marcar, finalmente, la diferencia. Seguramente va a tomar años y requerir más de una generación para que lo logremos, pero es una misión imprescindible que deberemos asumir.

La experiencia europea así lo muestra y, también, demuestra lo fundamental que es para lograr una integración más amplia y profunda entre las naciones y sus pueblos. Sabemos que la posesión de Alsacia y Lorena fue fundamento de guerras y disputas entre alemanes y franceses por años. Fueron millones los muertos en esos conflictos. Pero, ¿a quién le preocupa hoy a quién pertenecen esas regiones?

La Haya nos ha causado muchas molestias y no ha sido un gesto amistoso en la medida que ha cuestionado acuerdos que creíamos ya resueltos. Es cierto. Sin embargo, una vez que hemos superado este proceso, La Haya puede ser la fuente de una mirada cualitativamente distinta en ambos países para entender y proyectar las relaciones bilaterales. No podemos mantener la idea de que las relaciones internacionales son sólo, o son esencialmente, buenos negocios. Solamente comprender la amplitud que siempre deben caracterizar a las relaciones entre vecinos nos ayudará a crear y construir ese nuevo ambiente para mirar al futuro.

Ese futuro no sólo necesita mirar adelante, sino que también tiene fundamento en nuestro pasado. Para esto no hay que olvidar que hay partes muy importantes de las historias de ambos países que nos unen. Recordemos cuando en 1865-66 España declara la guerra a Perú y Chile solidariza con nuestros vecinos y se desemboca en un enfrentamiento en el cual fuimos aliados contra la agresión colonialista. Fue el tratado del 5 de diciembre de 1865 que permitía a las fuerzas de ambos países actuar combinadamente. El combate de Abtao es un gran ejemplo de esa historia común, en la cual grandes héroes nacionales combatieron juntos a la armada española. En efecto, el 7 de febrero de 1866, Miguel Grau, Arturo Prat y Carlos Condell, entre otros dignos representantes de nuestros pueblos, compartieron el honor de estar en el mismo lado que defendía el entonces incipiente americanismo.

¿Seremos capaces de recuperar, 150 años después, ese sentido de hermandad y de destino común que en muchos momentos han vivido nuestras naciones?

Es la gran tarea que deberán asumir nuestros gobernantes, parlamentos, y el conjunto de los pueblos peruano y chileno.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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