Las turbulencias no significan que el chavismo vaya a desaparecer, aunque lo más probable es que por la misma fuerza del líder, se inicie un lento proceso de fragmentación. Pareciera haber múltiples interesados en transformarse en los “justos intérpretes” de las ideas de Chávez.
La despedida que se brindó la noche del martes a Chávez parecía más bien sacada del guión de una película norcoreana que del jefe de Estado de un país democrático. Discursos llenos de lugares comunes, alabanzas de adolescentes y carentes de un hilo político acerca de lo que se avecina y de los desafíos que deja su legado. Cabe preguntarse entonces de qué legado se puede hablar. ¿Existe un legado chavista? Sí, pero varios y de diversas tonalidades.
Por de pronto, los acomodos internos. No sólo entre quienes se sienten opositores, sino, ante todo entre sus partidarios no habrá tranquilidad, por lo que no es excéntrico el énfasis que pusieron en ese punto casi todos los presidentes en sus condolencias. El delfín, Nicolás Maduro, carece de la aguerrida personalidad de Chávez, de su locuacidad y carisma, y aunque los cubanos logren imponerlo como sucesor nominal, los duros avatares políticos y económicos que se avecinan pondrán a prueba sus verdaderas condiciones.
Llamó la atención que el entusiasmo por sentirse el heredero privilegiado y real, llevó a los tres personajes centrales, Maduro, Jaua y Cabello a presentarse anoche por separado ante las cámaras de televisión, lo que da una idea de que se avecinan tiempos turbulentos una vez que Chávez sea enterrado.
[cita]Es dable esperar que en el mediano plazo aparezca en el escenario político-partidario de Venezuela uno o más partidos chavistas que busquen explotar las preocupaciones de los sectores más humildes y sigan recordando su incendiaria retórica y hasta puede aparecer más de un milagro. Por otro lado, está la mirada de los militares chavistas en torno a Cabello, cuyo eje es más bien nacionalista y es quien controla al menos la mitad del Tribunal Constitucional, por lo que los dados no están tirados a favor de Maduro necesariamente.[/cita]
Las turbulencias no significan que el chavismo vaya a desaparecer, aunque lo más probable es que por la misma fuerza del líder, se inicie un lento proceso de fragmentación. Pareciera haber múltiples interesados en transformarse en los “justos intérpretes” de las ideas de Chávez. Recordemos que si bien su apego a Bolívar era la idea central de la mayoría de sus discursos, hace algunos años coqueteó con ideas de los pueblos originarios a través de la figura de Guaicaipuru y en los estertores de su vida se acercó a Jesús y una suerte de cristianismo de base.
Por lo mismo, es dable esperar que en el mediano plazo aparezca en el escenario político-partidario de Venezuela uno o más partidos chavistas que busquen explotar las preocupaciones de los sectores más humildes y sigan recordando su incendiaria retórica y hasta puede aparecer más de un milagro. Por otro lado, está la mirada de los militares chavistas en torno a Cabello, cuyo eje es más bien nacionalista y es quien controla al menos la mitad del Tribunal Constitucional, por lo que los dados no están tirados a favor de Maduro necesariamente. Tampoco debería dejarse de lado al popular Raúl Isaías Baduel, aquel carismático coronel que acompañó en sus primeros años a Chávez y que tras un quiebre (por no estar de acuerdo con la influencia cubana ni la tendencia socialista) terminó preso, donde aún se encuentra.
Luego, la marcha de la economía (el país pasó a ser literalmente monoproductor, aquello que tanto criticaba la izquierda latinoamericana), la seguridad ciudadana es preocupante (en Caracas hay más asesinatos que en Bagdad) y muchos otros temas hablan más bien de cierta ineficiencia del chavismo como gestor gubernativo. El estado actual del país lo refleja el simple dato de que el propio Chávez no tuvo confianza para atenderse en alguno de los hospitales “ultramodernos” creados con ayuda cubana y su hija menor, Rosinés, es enviada a un colegio privado de Caracas.
Otro de los asuntos relevantes es su legado como caudillo. Aquí, Chávez representó una suerte de recreación de modelos populistas que se creían extinguidos en la región, pero que parecen haber resucitado y anidado en los países del ALBA.
Lo interesante es que esta línea del ALBA intersecta con la del previsible fin a los subsidios, las donaciones internacionales o compras masivas de bonos que nadie deseaba en el mercado internacional (de Argentina, Ecuador, Bielorrusia, Bolivia). En el caso cubano, las cifras son diversas, pero las más modestas hablan de US$ 8 mil millones, mientras las más expresivas llegan a US$ 15 mil millones, o sea el 15 % del PIB cubano. Las donaciones a Mali, a varias islas en el Caribe, Nicaragua y muchos otros países, suman también varios miles de millones de dólares, mientras que en bonos se estima que se han dilapidado US$ 10 mil millones.
Por lo tanto, es probable que varios países vayan a sufrir importantes mermas en los recursos que provenían de Venezuela o bien deberán soportar el corte de los mismos. En tal sentido, el impacto en Cuba puede ser demoledor, pues la fortuna hizo aparecer a Chávez en el horizonte cubano justo tras el derrumbe del comunismo europeo y sus donaciones más subsidios, evitaron que Cuba siguiera el camino de Honecker y Ceauscescu. Hoy, ni Norcorea ni Nicaragua ni Ecuador están en condiciones de ir en su salvación. Eso explica el enorme nerviosismo con que se siguió en La Habana la lucha de Chávez contra el cáncer y los esfuerzos supremos por imponer a Maduro.
En el plano internacional, las FARC lamentarán la muerte de Chávez y bien podría ocurrir que en las conversaciones de La Habana, con el gobierno colombiano, las FARC flexibilicen sus posturas y aceleren una salida política. Bashar Assad también lo lamentará, ya que la posibilidad de que se exilie en isla Margarita se desvanece. De paso, la posición boliviana respecto a sus reclamos marítimos frente a Chile igualmente ha perdido un amigo activo (no pudo concretar su aspiración de bañarse en una playa boliviana). Irán, por su lado, ve desaparecer un fuerte aliado que, entre otras facilidades, le permitía movimientos bancarios que de otra manera no hubiese podido realizar dadas las sanciones de la ONU.
El mundo echará de menos sus frases rimbombantes. Las democracias regionales podrán vivir ahora con menos sobresaltos y se acabará la injerencia en procesos electorales. Esta revolución de amores y odios tan profundos solía apoyar con ingentes cantidades a quien le parecía su favorito.
Por lo mismo, pese a las garantías constitucionales ofrecidas por las FF.AA., nadie puede en realidad asegurar que los momentos iniciales post-Chávez vayan a ser necesariamente tranquilos. Son demasiadas las riñas e intereses clientelares existentes, sin que se haya consolidado un grupo hegemónico, pues siempre fue Chávez el árbitro final de las querellas. Al desaparecer este árbitro arbitrador, se puede esperar cualquier cosa.
La pequeña Venecia, como denominaron los primeros europeos que llegaron a las bellas costas de ese país, corre el riesgo de hundirse en una serie de luchas intestinas antes de alcanzar un punto de estabilización. Ya nada será como fue y eso es lo que explica las lágrimas vertidas por Chávez no sólo en Venezuela.