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Por qué voy a votar por Velasco Opinión

Por qué voy a votar por Velasco

Cristóbal Bellolio
Por : Cristóbal Bellolio Profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez.
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Los liberales chilenos nos sentimos incómodos en los grupos que sólo subrayan la importancia de la libertad individual para generar riqueza sin expresar la misma preocupación por la promoción, el respeto y el reconocimiento de la autonomía personal. La derecha ha fallado una y otra vez en su capacidad de ofrecer una alternativa liberal al conservadurismo hegemónico de su sector, y el discurso de sus dos candidatos así lo confirma.


Son tres las principales razones por las cuales voy a concurrir a las primarias presidenciales de la llamada “Nueva Mayoría” a votar por el candidato independiente Andrés Velasco. Las explico a continuación.

Primero, porque su perfil ideológico y su plataforma programática coinciden con el tipo de liberalismo que me representa. Con prescindencia de sus atributos personales, lo que más me motiva de su postulación son sus contenidos. Los liberales chilenos nos sentimos incómodos en los grupos que sólo subrayan la importancia de la libertad individual para generar riqueza sin expresar la misma preocupación por la promoción, el respeto y el reconocimiento de la autonomía personal. La derecha ha fallado una y otra vez en su capacidad de ofrecer una alternativa liberal al conservadurismo hegemónico de su sector, y el discurso de sus dos candidatos así lo confirma. Dicho de otra manera, su liberalismo económico no tiene correlato en las otras esferas del discurso público. Andrés Velasco, por el contrario, encarna fielmente la integridad del proyecto liberal: en lo político, en lo social y en lo moral.

Comprende la relevancia de tener instituciones económicas robustas con macroequilibrios sustentables, políticas fiscales responsables y crecimiento sostenido. Al mismo tiempo piensa que en países como el nuestro el Estado no puede ausentarse de sus deberes cruciales de justicia, ofrecimiento de bienes públicos y nivelación de oportunidades, tareas todas que demandan un esfuerzo redistributivo. Sin embargo no pretende utilizar las herramientas coercitivas del poder para decirles a los chilenos cómo deben vivir sus vidas en el nombre de la tradición, la autoridad o la religión.

[cita]Entender que el adversario no siempre está equivocado y los que se sientan contigo no siempre tienen razón es una virtud escasa en el repertorio actual. Pero es la virtud que le exijo a cualquiera que aspire a estadista. Me siento muy a gusto con un candidato que facilita ese espacio republicano de confianzas transversales. [/cita]

En la agenda estrictamente política apoya todas las iniciativas destinadas a desconcentrar los polos de poder que asfixian a nuestra democracia. En resumen, pasa el test liberal en prácticamente todos los ámbitos marcando en ese sentido una notoria diferencia con sus adversarios.

Segundo, porque el lugar y los votos que obtenga en la primaria opositora importan. Es altamente posible, como señalan todos los analistas, que Michelle Bachelet se imponga el 30 de Junio. Lo relevante será entonces medir la fuerza de cada uno de los cuatro candidatos en competencia. Si Velasco queda en segundo lugar con un porcentaje respetable de votos clava una bandera importante en la órbita de la centroizquierda. Le recuerda a algunos grupos —los que quieren radicalizar un eventual segundo gobierno de Bachelet— que todavía conviven con fuerzas moderadas, liberales y orientadas al centro. En ese sentido la contribución del velasquismo es casi patriótica: para defender ciertas ideas está dispuesto a dar la pelea más allá de los acomodos electorales. Para muchos, éstas son ideas minoritarias en la Concertación autoflagelante de hoy, pero sin duda se trata de ideas que —acertadas o equivocadas— representan a un determinado mundo político y deben ser tomadas en cuenta si queda algo de espíritu de dialogo y búsqueda de acuerdos. Doblemente interesante resulta asistir a una batalla por el centro político entre Andrés Velasco y Claudio Orrego. Ambos podrían reclamar este territorio con argumentos distintos: el relato liberal progresista del ex ministro de Hacienda versus el proyecto socialcristiano comunitarista del DC. Históricamente el centro le ha pertenecido al segundo, pero eso podría cambiar y a los liberales nos interesa que cambie: si Velasco vence a Orrego en la primaria, podemos reclamar con mayor propiedad el centro en los años por venir. Inevitablemente, es también una contienda por la proyección futura. Tanto Velasco como Orrego representan la renovación de un cierto sector y es evidente que estén pensando en el escenario de liderazgo post-Bachelet. Somos muchos los que queremos que Velasco esté disponible y bien aspectado para dirigir la eventual reagrupación de las fuerzas liberales en Chile. Se equivoca rotundamente Allamand cuando afirma que votar por Velasco es inútil. Cada chileno que se suma a este emprendimiento político cuenta.

Tercero, tengo buenas razones para creer en la honestidad intelectual de Andrés Velasco. No me compro la oda barata del servicio público y entiendo perfectamente bien que la política implica lucha por el poder, y que en ese tránsito a veces hay que embarrarse las manos. No busco una estampita consagrada por candidato. Busco un tipo que entregue ciertas garantías de rectitud ética y especialmente capacidad para juzgar sin doble estándar. Salvo contadas excepciones, en estos tres años como oposición la Concertación ha demostrado que carece de esa capacidad. La derecha en el gobierno tampoco me ha sorprendido gratamente. No obstante he visto a Andrés Velasco tomando posición en cuestiones impopulares, a veces a contracorriente de su sector, con altura para distinguir la escaramuza de los intereses superiores del país. Con la misma fuerza y credibilidad que cuestionó los resultados de la Casen 2011, se distinguió en su defensa de Harald Beyer ante la acusación constitucional que lo derribó. Me da la impresión de estar frente al tipo de persona que piensa antes de hablar, que estudia antes de actuar, que no busca complacer a la galería y que por sobre todo no traiciona su conciencia.

Entender que el adversario no siempre está equivocado y los que se sientan contigo no siempre tienen razón es una virtud escasa en el repertorio actual. Pero es la virtud que le exijo a cualquiera que aspire a estadista. Me siento muy a gusto con un candidato que facilita ese espacio republicano de confianzas transversales.

Iré a votar por Andrés Velasco el próximo 30 de Junio, confieso, sin sentirme realmente parte de ninguna “nueva mayoría”. No es ningún misterio que muchos habríamos preferido que nuestro candidato llegara directamente a la primera vuelta de noviembre. Pero Andrés Velasco ha querido enfrentar esta fase previa y respetamos —y acompañamos— su decisión. Comprendemos que su juventud estuvo marcada por el paso de la dictadura a la transición y se siente afectivamente ligado a la tribu política que conquistó la democracia.

Para las generaciones posteriores es más fácil dibujar nuevos y riesgosos horizontes allí donde parecen improbables. Quien sabe, quizás sea solo cuestión de tiempo hasta que caiga la estructura de división actual y los liberales podamos navegar con Andrés Velasco en una nave propia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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