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¿Rector del Instituto Nacional o empleado del mes?

Por: Carlos Vásquez Órdenes, Magíster en Educación, Universidad de Chile


La renuncia del Rector del Instituto Nacional, Jorge Toro, ha conmovido a la comunidad docente del país, porque aparece como responsable único de una crisis que se contiene, con medidas administrativas, pero que nunca se enfrenta con soluciones políticas.

Es que quienes han dirigido el Instituto, desde la municipalización, no han entendido jamás lo que significa ser sucesor de Antonio Varas y Manuel Montt, quienes fueron inspectores del Instituto Nacional y desde la Rectoría impulsaron un ideario educativo claro: “Que el Instituto estaba destinado a formar ciudadanos”, como continuadores de aquel legado patriótico que proclamaba desde la Aurora de Chile: “El gran fin del Instituto es dar a la Patria ciudadanos que la defiendan, la dirijan, la hagan florecer y le den honor”.

Es justamente lo que en la graduación de los cuartos medios 2012 un alumno egresado, de aquellos que Toro declara sin discernimiento para hablar de educación, graficó tan certeramente: el Instituto se ha transformado en un pre universitario de siete años, sin dar cabida a las Artes ni a las Humanidades. Es el proyecto educativo lo que los alumnos piden cambiar participativamente y  no una nueva autoridad para seguir administrando la crisis.

A su vez el Rector confundió los rituales prusianos de honor al estandarte, la disciplina implacable, el rigor  a veces inhumano, la sana administración de los recursos disponibles, todo aquello que interesa a los apoderados, sin considerar que el Rector del Nacional tiene el deber de rendir cuenta pública al país más allá del lugar en el ranking de la PSU y el SIMCE.

El Rector Toro tiene razón cuando afirma que el asumió en medio de un conflicto que no quedó en nada y claro si solo se enfrentó administrativamente, las decisiones fueron disciplinarias y los problemas no se resolvieron y como se disolvió la tensión se archivaron y olvidaron.

Hoy ante este nuevo conflicto, surge una nueva oportunidad para quienes solo ven encapuchados y no ven el sueño de Fray Camilo Henríquez, Manuel de Salas y Juan Egaña,  quienes postulaban la creación de «un gran Colegio de Artes y Ciencias capaz de dar costumbres y carácter».

Una gran oportunidad para quienes creen que pueden resolver un conflicto político apelando a una herramienta tecnocrática, el sistema de Alta Dirección  Pública y adelantan el concurso para elegir al Rector. La idea es que el cargo sea ejercido “por personas competentes e idóneas, elegidas mediante concursos públicos y transparentes”, es decir por un Gerente.
No puede ser, porque el Instituto Nacional no recibió su reconocimiento oficial como establecimiento educacional en una oficina del Ministerio de Educación, Fray Camilo  presenta su proyecto de organización a las Cortes del Reino y es la Junta Gubernativa que presidía José Miguel Carrera quien aprueba su fundación.

Por otra parte, el defenestrado Rector cumple todos los requisitos y el derecho que le otorga el Estatuto Docente de re postular al cargo, porque tiene la formación, posee experiencia, ha ejercido liderazgo entre los docentes, tiene vocación de profesor y una lealtad a toda prueba porque no dice nada contra quienes lo montaron en este caballo “chúcaro” y lo critican por no haber sabido afirmarse, es que nadie sabe cómo.
Porque el modelo de Rector para el Instituto Nacional será representado a perpetuidad por Manuel Montt o Antonio Varas, quienes no habrían sido elegidos por el “Sistema de Alta Dirección Pública” por su fidelidad a un proyecto rupturista desde sus inicios.

Porque el Rector o Rector Magnificus es la más alta autoridad académica de una entidad educativa y no el mejor funcionario del mes, debe buscarse una nueva fórmula de elección de la máxima autoridad del Instituto Nacional. Por ejemplo, debiera proponer el Consejo de Rectores una quina de académicos ante una entidad pública (representantes del Ministerio de Educación, Comisiones de Educación del Senado o la Cámara) para que dirima.

Carlos Vásquez Órdenes

Magíster en Educación, Universidad de Chile

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