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Potenciar el desarrollo infantil

Verónica Romo López
Por : Verónica Romo López Doctora y docente Escuela de Educación Parvularia Universidad Central
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No podemos continuar hablando de la sala cuna sólo como un espacio para que la madre o padre estén tranquilos con el cuidado de sus hijos e hijas mientras trabajan. Este debiera ser un espacio para contribuir, con educadores especializados, a la generación de aprendizajes iniciales pertinentes que lleven el desarrollo de estos niños y niñas a límites no imaginados.


Resulta, por decir lo menos, asombrosa la escasa importancia que se le asigna al primer ciclo de la educación parvularia. Recursos y esfuerzos de diverso tipo se orientan desde los 4 años hacia arriba. Sin duda ello es importantísimo. Sin embargo, cada día es más claro que la preocupación debe iniciarse en el primer momento de vida.

Hoy sabemos con certeza científica que lo que ofrezcamos en estos primeros tres años de vida es clave para el desarrollo posterior. Muchos de los llamados períodos críticos del aprendizaje de diversos aspectos fundamentales (lenguaje, afectos, socialización o motrices), se inician y ocurren en estos primeros 3 años. No aprovecharlos puede ser crucial para el futuro de los individuos.

¿Cómo logramos la mejor potenciación del desarrollo humano? ¿Cuáles son los aprendizajes y  las estrategias más efectivas?, ¿la madre y la familia, esto es, el círculo de socialización primaria debe ser el educador único, o deberá contribuir algún centro de estimulación temprana? ¿O un centro de educación integral y no sólo de “estimulación”? La educación inicial pertinente, a cargo de profesionales de la educación, junto con las familias, en cantidad de horas razonable, pudiera ser la mejor opción. Sin duda esto requiere aún de investigación en nuestro país y debieran asignarse fondos y disposición para ello.

[cita]No podemos continuar hablando de la sala cuna sólo como un espacio para que la madre o padre estén tranquilos con el cuidado de sus hijos e hijas mientras trabajan. Este debiera ser un espacio para contribuir, con educadores especializados, a la generación de aprendizajes iniciales pertinentes que lleven el desarrollo de estos niños y niñas a límites no imaginados.[/cita]

En este contexto, no podemos continuar hablando de la sala cuna sólo como un espacio para que la madre o padre estén tranquilos con el cuidado de sus hijos e hijas mientras  trabajan. Éste debiera ser un espacio para contribuir, con educadores especializados, a la generación de aprendizajes iniciales pertinentes que lleven el desarrollo de estos niños y niñas a límites no imaginados.

Hay diversos argumentos, aparte de los pedagógicos ya expuestos, que justifican plenamente la presencia de estos espacios y la potenciación del desarrollo y aprendizaje desde inicios de la vida post-uterina. Motivos económicos como aumento de la productividad, mejor nivel de vida, ahorros en la educación, atención de salud y notable disminución de gastos en los servicios de rehabilitación. Además, hay razones sociales, como la disminución de las desigualdades sociales y económicas, y de las desigualdades de género que tanto nos avergüenzan en nuestro país.

Por último, es necesario destacar la necesaria generación de aprendizajes integrales desde temprana edad. No podemos, si somos verdaderos educadores, potenciar habilidades cognitivas y psicomotrices sin preocuparnos del “para qué”, aspecto relacionado con lo que nos hace más humanos: lo valórico, ético y estético.

Las estrategias para favorecer aprendizajes integrales no pueden estar ausentes de la investigación permanente en educación parvularia. Sólo así contribuiremos en aquello a lo que estamos llamados como educadores de vocación verdadera: niños y niñas más felices, más amados, que harán del mundo un espacio mejor para todos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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