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TVN: desafíos que vienen para la televisión pública

Dino Pancani
Por : Dino Pancani Doctor en Estudios Americanos
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Dado que la presencia de representantes de partidos políticos con amplia representación parlamentaria en el directorio de TVN no es la única forma de asegurar pluralismo, es urgente que se incorporen: organizaciones civiles, representantes de grupos culturales diversos.


La construcción de audiencias y el mejoramiento de los contenidos que los canales de televisión entregan a través de su programación, debería ser una de las preocupaciones del conglomerado que salga victorioso en las próximas elecciones presidenciales. En el marco de las transformaciones que se requieren para construir una sociedad plural, participativa, exigente, empoderada, Chile tiene dos dificultades que debería enfrentar en el ámbito de las comunicaciones: a) el paradigma mercantil, derivado de la obligación de autofinanciarse que tiene la única televisión pública —TVN—, y la composición política de su directorio y el director ejecutivo, dos imposiciones que obstaculizan que la ciudadanía pueda participar de una programación televisiva plural e inclusiva; y b) el concepto restrictivo de la cultura de masas, que se infiere del tratamiento a los medios de comunicación en el sistema educativo, entrega al mercado la responsabilidad de formar audiencias, dejando a la comunidad educativa con escasos conocimientos para generar receptores críticos y reflexivos que, en definitiva, dispongan de herramientas intelectuales y emotivas que obliguen a las empresas televisivas a elevar la calidad de los contenidos de sus programas de entretención e información. Ambos factores están directamente relacionados y comprometen al Estado como precursor  de un sistema educativo moderno y una televisión pública cultural.

Un informe del Observatorio de Medios Fucatel, señala que las informaciones presentadas entre mayo y agosto del 2012  en los noticieros centrales de TVN dedicaron un 36% de sus emisiones a  deportes, esencialmente a fútbol; un 21 % al área social, salud y educación, poniendo en circulación relatos construidos a partir de casos individuales, no otorgándoles una dimensión social; un 17 % a la temática judicial, léase crónicas policiales. En dicho documento, también se dice que la información política tiene como principales actores al poder ejecutivo (57 %), las Fuerzas Armadas y Carabineros (6%), la Concertación de Partidos (5%) y la Iglesia (1%), entre los más relevantes.  A esta hegemonía del gobierno, se le debe sumar que los acontecimientos de carácter regional tienen un porcentaje reducido (7%) del total de las informaciones entregadas.

[cita]Dado que la presencia de representantes de partidos políticos con amplia representación parlamentaria en el directorio de TVN no es la única forma de asegurar pluralismo, es urgente que se incorporen: organizaciones civiles, representantes de grupos culturales diversos.[/cita]

La televisión es un soporte efectivo en la construcción de realidades, una propuesta que se expande, pudiendo totalizar la materialidad cotidiana de los telespectadores. Esta constatación se acompaña de credibilidad. Si bien la gente no se entrega mansamente a los contenidos televisivos, existe la tendencia, sin cuestionar el contexto de presentación, a creer lo que las imágenes exhiben.  ¿La televisión miente?, tiendo a ser positivo y pensar que no lo hace; lo que sí hace es omitir sensibilidades, ideas y representaciones.

La omisión que hace TVN de otros actores que componen nuestra sociedad, invisibiliza los aportes que estos han hecho en la construcción de la nación, en la ampliación de las libertades individuales y públicas, en el enriquecimiento y pluralidad de la cultura, lo cual atenta en contra de nuestra identidad como pueblo, reduce el desarrollo cívico y empobrece la cultura actual y la creación de otras nuevas.

Para tener una televisión pública pluralista, cultural, entretenida, diversa, acorde a los cambios que la sociedad chilena ha experimentado los últimos años, se hace necesario: 1) una transformación profunda de la Ley 19.132, que modifique la composición de su directorio y el nombramiento del director ejecutivo. Dado que la presencia de representantes de partidos políticos con amplia representación parlamentaria en el directorio de TVN no es la única forma de asegurar pluralismo, es urgente que se incorporen: organizaciones civiles, representantes de grupos culturales diversos; y 2) el cambio del sistema de financiamiento de la televisión pública. Hoy, se requiere una red nacional autónoma del gobierno, subvencionada, que permita que los contenidos que de ella emanen no dependan de las voluntades, gustos e intereses de los patrocinadores. En definitiva, se trata, como lo plantean Jesús Martín- Barbero y otros autores, de que la televisión pública contribuya de manera explícita a construir espacios que se instalen como escenarios de comunicación y diálogo entre los diversos actores sociales y las diferentes comunidades culturales.

Lo anterior, ¿resuelve la calidad televisiva? No. La temática de la calidad es más compleja,  sin embargo, descomprime y amplía la oferta que ofrece la televisión abierta, vuelve más equitativo el acceso a nuevas culturas, visibiliza al otro e incluye a minorías sociales y culturales.

El segundo elemento enunciado al comienzo de esta columna, es la necesidad de incorporar el estudio y uso de medios al sistema educativo; junto con el énfasis en el estudio de las nuevas tecnologías, se debe poner atención en los medios y promover su enseñanza, su dimensión gramatical y sus aspectos industriales: ¿cómo funcionan, cuáles son sus reglas, sus tendencias etarias, sus afinidades ideológicas, religiosas, culturales? Estos son conocimientos que todo ciudadano debe tener.

La trasformación de la información en conocimiento es una necesidad planteada en el sistema educativo y, para ello, se requiere que se develen las características de la industria de los medios de comunicación, se les problematice y se les asuma como una construcción de la realidad en el marco de otras; se estimule en el estudiante criticidad hacia los contenidos; se le enseñe a discernir, a significar y luego resignificar; se le entreguen herramientas para que autónomamente deseche la mala televisión. Contenidos que deben dar cuenta de las características socioculturales del consumo y uso de los nuevos y antiguos medios de comunicación.

En síntesis, construir una televisión pública que dé cuenta de una sociedad plural, intercultural, participativa y democrática e incorporar la enseñanza de los medios en el sistema educativo, entendida como una medida que permite complejizar a la audiencia, elevar sus exigencias, y generar nuevos conocimientos, permitirá modificar  la relación entre los ciudadanos y la industria televisiva, obligándola a cambiar  su oferta de contenidos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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