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La derecha y la asamblea constituyente

Dado que como sector político se opusieron y se siguen oponiendo a la idea de pedir perdón (el perdón equivale a reconocer un error y desear enmendarlo), entonces están reconociendo que estuvo bien imponer un sistema político en Chile por la fuerza. Por lo tanto no hay nada malo en, dicen, imponer sistemas institucionales por la fuerza. Eso fue lo que se hizo en Chile y ellos lo apoyaron y lo siguen apoyando.


¿Por qué se oponen algunos a una nueva constitución para Chile?

En este tiempo hemos, y seguiremos, escuchando muchas razones para oponerse a la creación de una nueva constitución. Algunas de tipo legalista (la actual Constitución no permite convocar una asamblea constituyente) y otros de tipo pragmático (esta Constitución ha dado estabilidad y no es conveniente introducir incertidumbre).

¿Son estas buenas razones para no cambiar la Constitución? No. No son buenas razones. Y no son buenas razones porque son razones simplistas y superficiales. Es decir, no explicitan las verdaderas razones que explican la oposición a una nueva constitución.

La razón por la que la derecha se opone a una asamblea constituyente radica en el reconocimiento de que “no se trata (sólo) de cambiar un documento”. Se trata de, a través de una nueva constitución, empezar a enmendar o corregir la visión filosófica que orienta las instituciones políticas y económicas de Chile. Hay que recordar que la dictadura transformó el espíritu de la sociedad chilena por la fuerza. En nuestro país no sólo se impuso un nuevo sistema político. Se impuso una visión del ser humano y de la sociedad que, hasta el día de hoy, afecta la forma en que conceptualizamos la idea de “país”.

Es por esto que, recordemos, a la derecha le cuesta tanto pedir perdón por haber apoyado una dictadura que tuvo como política de estado violar los derechos humanos de miles de compatriotas. Les cuesta porque pedir perdón por haber hecho caso omiso de esas violaciones implica pedir perdón por todo el sistema que se erigió sobre esos crímenes. Las fundaciones de este sistema son los cuerpos de miles de chilenos que fueron víctimas de la dictadura. Es una cruel realidad que muchos prefieren no ver. Entonces para evitar tener que disculparse por la instauración del actual sistema político-social, evitan pedir perdón por los crímenes cometidos.

Así fue como se impuso la actual Constitución: por la fuerza. Fue impuesta sobre la sangre de miles de chilenos. E, ironía de todas las ironías, instauraron esta Constitución desde fuera de toda institucionalidad. Por eso lo más paradójico es que ahora son ellos mismos los que pretendan defender la estabilidad institucionalidad arguyendo que no es legítimo cambiar la Constitución desde fuera de la institucionalidad. Es un discurso muy extraño. Cómo son capaces de resolver esta disonancia cognitiva, no lo sé.

Pero para evitar la falacia tu quoque, no se trata de justificar una vía “extra-institucional” para cambiar la Constitución argumentando que esta Constitución también fue impuesta por una vía “extra-institucional”. No se trata de decir “ellos lo hicieron así (por la fuerza) por lo tanto también lo haremos así”. De lo que se trata es de pedir consistencia y de constatar que cuando esa consistencia no existe entonces no queda más remedio que sospechar de la sinceridad de sus argumentos. La otra opción es pensar que no son capaces de pensar coherentemente.

Dado que como sector político se opusieron y se siguen oponiendo a la idea de pedir perdón (el perdón equivale a reconocer un error y desear enmendarlo), entonces están reconociendo que estuvo bien imponer un sistema político en Chile por la fuerza. Por lo tanto no hay nada malo en, dicen, imponer sistemas institucionales por la fuerza. Eso fue lo que se hizo en Chile y ellos lo apoyaron y lo siguen apoyando.

Entonces, si según ellos no tiene nada de malo imponer sistemas políticos por la fuerza, ¿qué tiene de malo instaurar un nuevo sistema político sobre la base del consenso, el diálogo, la participación y la democracia? ¿Acaso se pueden imponer constituciones por la fuerza pero no se pueden crear constituciones nuevas por medios democráticos? ¿Será eso lo que realmente piensan? ¿Qué la fuerza es preferible sobre el diálogo? ¿Cómo explicar que el sector que avaló el uso de la fuerza ahora se oponga al uso del diálogo? Se puede explicar porque esta actitud aparentemente contradictoria revela algo fundamental acerca del carácter de nuestra derecha criolla. Revela los rasgos prepotentes, elitistas y autoritarios que permea su pensar. Y son estos rasgos los que les permiten afirmar que una constitución impuesta a la fuerza desde fuera de la institucionalidad es legítima, pero llamar a una asamblea constituyente que reúna a la sociedad civil en un gran acto democrático es ilegítimo. Vaya los valores que tienen.

Los que se inclinan por una asamblea constituyente jamás han insinuado que una minoría va a imponer un sistema a la mayoría. Muy por el contrario: en una hipotética asamblea constituyente van a participar amplios sectores de la sociedad (incluyendo a los exponentes de esta forma de pensar elitista y autoritaria) y se deberá llegar a un consenso. Y la legitimidad final la entregaremos todos los chilenos a través de un gran acto cívico y democrático.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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