Publicidad

La sala del hospital

Rafael Caviedes
Por : Rafael Caviedes Socio fundador Consultora MC2salud. Asesor de empresas y académico. Ex presidente de la Asociación de Isapres.
Ver Más

Es necesario avanzar en una mayor complementariedad público-privada y no continuar aumentando el tamaño de los servicios públicos, como algunos plantean, pues eso significará desaprovechar el talento emprendedor, la motivación, la energía y el conocimiento de empresarios, médicos y profesionales.


En el fragor de las elecciones, uno de los candidatos señaló que en el sistema de salud al que aspiraba, el patrón estaría sentado en la misma antesala del hospital que su empleada, esperando recibir ambos una atención digna, oportuna y de calidad. No cabe duda que la mayoría de los chilenos estarán de acuerdo en que se debe mejorar la calidad de la atención médica y disminuir la brecha entre el sistema estatal y el privado.

El punto es cómo aumentar la satisfacción de los usuarios con la mayor eficiencia posible. Sin duda, la solución es compleja, por ello, vale la pena mirar la experiencia de algunos países como Inglaterra, España, Suiza y Suecia, que en materias de salud fueron pioneros en aplicar el concepto del Estado benefactor, pero desde hace años caminan hacia la decidida incorporación del sector privado a través de concesiones u otros mecanismos de compra, para el aseguramiento y entrega de prestaciones de salud. El antiguo concepto del tradicional hospital administrado por funcionarios públicos no está eliminado, pero sí en retirada, probablemente porque la producción de servicios de salud ha alcanzado tal complejidad que ha sido necesaria la incorporación de herramientas de gestión más flexibles. Dichos países mencionados, muestran gobiernos mejor organizados y más productivos que el nuestro pero, aun así, han preferido delegar la salud al sector privado. Que se entienda bien: ello no significa que esas naciones se hayan desligado de la responsabilidad de entregar servicios médicos a la población, sino que su producción la delegan indistintamente en instituciones públicas o privadas. Desde ese punto de vista, para garantizar una salud justa y de calidad en Chile, es imprescindible aumentar la productividad. Para ello, es necesario avanzar en una mayor complementariedad público-privada y no continuar aumentando el tamaño de los servicios públicos, como algunos plantean, pues eso significará desaprovechar el talento emprendedor, la motivación, la energía y el conocimiento de empresarios, médicos y profesionales.

[cita] Es necesario avanzar en una mayor complementariedad público-privada y no continuar aumentando el tamaño de los servicios públicos, como algunos plantean, pues eso significará desaprovechar el talento emprendedor, la motivación, la energía y el conocimiento de empresarios, médicos y profesionales.[/cita]

Para aumentar la productividad también hay otros caminos que, en Chile, ni siquiera aún se discuten seriamente. Me refiero a la asignación de subsidios por grupo familiar, ajustados por riesgo e ingreso, para que las personas elijan voluntariamente un plan de salud, entre uno o varios definidos por el Estado. La reforma de Obama en salud, que comenzó el 1 de octubre, es precisamente eso. Son cuatro planes idénticos pero con diferentes niveles de cobertura, “Bronce, Plata, Oro y Platino”, que los americanos sin seguro de salud pueden adquirir en una aseguradora. Los interesados pueden postular a un subsidio estatal ajustado por ingreso familiar, que les permite acceder a bonificaciones para pagar prestaciones de salud, o bien postular a subsidios para financiar el precio de los planes, que es libre y competitivo entre las aseguradoras que los ofrecen.

En Chile, con una economía creciente que se expresa en mejores rentas, un mecanismo de subsidio es perfectamente factible. Su financiamiento sería sustitutivo y marginal respecto al total del gasto en salud pública, pues permitiría trasladar paulatinamente subsidios a las familias que con sus cotizaciones libremente se adhieran a un plan acreditado y subsidiado. Dicho grupo de planes de salud especiales, definidos por el Estado, pero otorgados por el sector privado, deberían ser diseñados con un criterio sanitario integral, que permitiera a la empleada estar afiliada a la misma aseguradora, hospitalizarse en la misma clínica y recibir el mismo trato en salud, que su patrón. ¡Si se liberaran los prejuicios de la participación del sector privado en salud, aquel sueño del candidato podría ser realidad!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias