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La confianza y el caso “Cascadas”

Eduardo Gomien
Por : Eduardo Gomien Asistente de investigación de Fundación para el Progreso y estudiante de Ingeniería Comercial de la U. de los Andes.
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Ahora bien, en la analogía del tránsito, el caso SQM equivale a un gigantesco camión que se saltó una luz roja. La noticia produce temor y viene a sumarse a los recuerdos bastante frescos sobre el descarrilamiento de La Polar, el choque simultáneo de las farmacias y el reciente volcamiento de SMU, entre otros.


El caso “Cascadas” destapado en las últimas semanas, más allá de los cargos formulados y los montos involucrados, esconde un tema fundamental en el que debemos reflexionar: la confianza en que se sustenta un mercado eficiente y el protagonismo que tienen los empresarios en promoverla.

Podemos preguntarnos, ¿qué es lo que permite que el tránsito en las calles sea fluido? ¿Por qué al llegar a un semáforo con luz verde, cruzamos la avenida sin pensarlo?

La respuesta está en la confianza. Una sociedad compleja, donde a diario se desarrollan miles de operaciones, intercambios y encuentros, no puede sino funcionar sobre la base de una cierta “fe”, una cierta confianza. Yo cruzo el semáforo con luz verde, porque confío en que quienes están del lado de la luz roja la respetarán, y así evitaremos un accidente

Lo mismo ocurre con el funcionamiento del mercado. Al comprar un producto o servicio, lo hago confiando en que efectivamente cumplirá con las cualidades que ofrece: al comprar acciones de Norte Grande, Calichera, Oro Blanco, quienes lo hicieron fue confiando en que los ejecutivos trabajaban duro para generar valor a la compañía.

Pero en la medida en que eso no ocurre, esa fe se pierde, y dejo de comprar los productos o me demoro más en tomar decisiones del todo simples. El mercado se entorpece.

[cita]Ahora bien, en la analogía del tránsito, el caso SQM equivale a un gigantesco camión que se saltó una luz roja. La noticia produce temor y viene a sumarse a los recuerdos bastante frescos sobre el descarrilamiento de La Polar, el choque simultáneo de las farmacias y el reciente volcamiento de SMU, entre otros.[/cita]

Ahora bien, en la analogía del tránsito, el caso SQM equivale a un gigantesco camión que se saltó una luz roja. La noticia produce temor y viene a sumarse a los recuerdos bastante frescos sobre el descarrilamiento La Polar, el choque simultáneo de las farmacias y el reciente volcamiento de SMU, entre otros.

En lo primero que pensamos es en reforzar penas, poner más lomos de toro en las avenidas y pedir mayor presencia policial en los semáforos. Sin embargo, nada de esto permitirá que las personas recuperemos la confianza perdida, y es por eso que no basta con la acción gubernamental.

En estos casos, lo que está faltando es que aquellos empresarios que tienen un genuino compromiso con la sociedad, tomen un rol protagónico. Deben generar una coordinada y categórica condena a todo tipo de abusos, mostrando que no todos son camioneros inescrupulosos. Jorge Errázuriz, dueño de Celfin, lo viene diciendo hace años. Andrés Santa Cruz de la CPC, lo expresó con firmeza en la Enade. Pero no basta con gestos aislados: falta promover la autorregulación y el actuar apegado a la ética

Corresponde a ellos, entonces, los protagonistas y caras más visibles de gran parte del mercado, devolver la confianza al mismo. De lo contrario, se hace imposible distinguir entre aquellos que generan valor, producen riqueza y ayudan a Chile a progresar, y aquellos entregados al saqueo y los abusos. Estando todos dentro del mismo saco, se hace difícil volver a confiar.

Si queremos construir un Chile más justo, con oportunidades y que avance realmente al desarrollo, no podemos llamar “libre mercado” a un club de amigos donde las ganancias se obtienen a costa de otros y se reparten gracias a sociedades relacionadas, intermediarias, instrumentales, o como sea.

Si permitimos que el esfuerzo, la perseverancia, la innovación y otros valores esenciales tengan una menor recompensa que la “viveza”, todo estará perdido, y no habrá suficientes semáforos, policías o lomos de toro que permitan a Chile salir de la ruina.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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