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La CEP y las presidenciales

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Alejandro González-Llaguno
Por : Alejandro González-Llaguno Sociólogo, analista político y encuestólogo.
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Las encuestas de opinión nuevamente han errado en sus proyecciones. No obstante, esta afirmación –política y mediática— hay que relativizarla y entenderla en el marco de las tendencias que sugieren y no en el contexto de la cifra exacta que nos muestra. El nuevo padrón electoral y el voto voluntario, sin duda, es el principal problema que enfrentan los distintos estudios que tratan de conocer la intención de voto de los potenciales electores. En este artículo quiero poner atención en lo que paso con la CEP en sus dos últimos trabajos y contrastarlo con el resultado de la presidencial.

En septiembre apareció un estudio que fue duramente castigado y vilipendiado por la derecha. Mientras Lavín afirmaba que los resultados de “la CEP tiene validez cero”, Coloma decía que la encuesta y sus resultados no tienen “merito predictivo”. A su vez, Lily Pérez reforzaba lo anterior al afirmar que la CEP “no ha sido eficiente en la toma de la muestra”. Sin embargo, la vocera de Matthei destacaba lo más relevante de las cifras entregadas y que apuntaban a que “habrá segunda vuelta y que en ella estarán dos mujeres”.

Al conocerse los resultados presidenciales la noche del pasado domingo la candidata Matthei afirmaba que pasar a la segunda vuelta era “un triunfo”. Cada cual con sus expectativas. Al parecer no esta tan errada la “proyección indirecta” que hace la CEP en septiembre.

No hay que olvidar que esta encuesta no hace ninguna pregunta directa de “intención de voto”. Por razones que se dieron en su oportunidad esta fue eliminada. En consecuencia, fueron dos las preguntas que usaron con efectos políticos y que generaron la guerrilla de declaraciones en uno u otro sentido. Las preguntas que se hicieron pueden ser caracterizadas como “indirectas de intención de voto”. Ellas fueron: “¿quién cree Ud. que será el próximo Presidente de Chile y ¿quién le gustaría a Ud. que fuera la o el próximo Presidente de Chile?”.

En un artículo que escribí en esa coyuntura destaque cuatro certezas que se podían inferir a partir de estos resultados. Sin modificación alguna ellas son:

“En primer lugar, que Bachelet va ganar la presidencial de noviembre y que la derecha va llegar segunda.

En segundo lugar, que hay  “altas probabilidades” de ganar en primera vuelta. Sin embargo, los datos que entrega la CEP no permiten confirmar ni rechazar esa posibilidad.

En tercer lugar, los datos muestran de modo indirecto que Bachelet gana la segunda vuelta. La distancia entre el primero y el segundo en la primera vuelta, será irremontable.

En cuarto lugar, que el rendimiento de los candidatos no duopolicos está lejos de acercarse a lo que fue la presidencial anterior en la que a la misma fecha –3 a 4 meses, antes de la presidencial—  mostraban cifras muy superiores a lo que se observa hoy. Ningún no duopolico va llegar segundo”.

En definitiva, resulta evidente observar que un análisis profundo de esa encuesta muestra que no estaba tan errada como se dijo en su momento. Sólo puede haber cierta distorsión con lo que marcan los no duopolicos. No obstante, Parisi y MEO marcan un empate técnico con una leve ventaja del primero sobre el segundo.

La última CEP del año aparece en octubre. Sus resultados fueron tan polémicos como los de la anterior. Sin embargo, es relevante destacar que desde el punto de vista metodológico y sus potenciales efectos políticos en esta ocasión no sólo se repitieron las dos preguntas anteriores que miden “intención de voto” de manera indirecta, sino también se agregó la clásica pregunta en dos modalidades –urna y cuestionario–: “si las elecciones presidenciales fueran el próximo domingo, y los candidatos fueran los siguientes… ¿por quién votaría Ud.?”

En consecuencia, en las dos últimas mediciones sólo es posible comparar las preguntas indirectas. En esa perspectiva, los datos muestran que las certezas anteriormente identificadas se ratifican y consolidan: que gana Bachelet por una gran diferencia, que Matthei sale segunda, que ganar en primera vuelta es probable –mas no, seguro— y que MEO y Parisi se disputan el tercer lugar con una leve diferencia a favor del segundo.

Pero, en la última medición la discordia surge a partir de la pregunta directa de “intención de voto”. De hecho, la mayor disputa surge de la baja votación que recibe Matthei que alcanza al 14%; once puntos menos que su votación real. Sin duda, una mala estimación. Pero, a la vez una lectura errónea del dato. Tienen que pedir “perdón por el daño” que causaron ha dicho el senador Espina luego de las elecciones.

La estimación a partir del “voto en urna” muestra lo siguiente: Bachelet un 47%, Matthei un 14%, Parisi un 10%, MEO un 7%, Claude un 3% y los otros cinco un 0%. Los indecisos, los nulos, los blancos y los que se abstienen marcan un 19% de la muestra.

Contrastemos. Bachelet obtuvo el 46,7% de los votos en la elección del pasado domingo. Podríamos decir que se trata de un dato perfectamente captado. Pero, se trata de una cifra que no distingue entre votos válidos, votos no válidos y abstención. Por ello, al considerar sólo los válidamente emitidos Bachelet supera el umbral del 50% y ganaría en primera vuelta. Incluso, el 47% inicial esta dentro del error estimado del 3%; por lo que también habrían posibilidades de ganar en primera vuelta. Ya sabemos que eso no ocurrió.

De aquí, por tanto, surge la tesis de que ganaría en primera vuelta. Sin duda, el dato fue usado políticamente. De hecho, no es posible hacer esa inferencia desde esos datos. Y si se hace, no se podía ser tan determinante e instalar una “verdad” sin base ni fundamento sólido. El problema no es de la encuesta ni de la metodología que la funda, sino de los que usan e interpretan ese dato; es decir, de los medios y de los actores de la política.

La estimación que la CEP hace de Bachelet independientemente de la cifra, muestra que ganará la presidencial de noviembre por una amplia ventaja. Y al mismo tiempo, que hay buenas probabilidades de ganar en primera vuelta –no que va ganar en primera vuelta–. Con Bachelet, por tanto, esta proyección no sólo es lo que se dio en la elección del domingo, sino también es lo que mostraban la encuesta de septiembre con dos preguntas “indirectas de intención de voto” y que identifique como una de las certezas de la CEP. Nadie puede decir que  la encuesta no capto que habían condiciones políticas y electorales para ganar en primera vuelta. De hecho, otras encuestas también captaron esta posibilidad.

La votación de Matthei fue subestimada. Del propio comando se insistió en que en esta encuesta era habitual ver a la derecha subestimada. Algo de cierto hay en ello. Pero, lo relevante no es ese 14%, sino que esta a mucha distancia del ganador y que va en un sólido segundo lugar. De hecho, esta encuesta no muestra que Parisi podría desplazar a Matthei del segundo lugar. Al parecer había otras encuestas que si lo indicaban. Seguramente, esos datos fueron el origen de la fuerte y decisiva disputa Matthei-Parisi.

Las estimaciones de Parisi y MEO fueron mejores. Para el total de la muestra Parisi obtiene el 10% y MEO el 7%. La CEP nos muestra un “empate técnico” con una leve ventaja de Parisi y con una diferencia de tres puntos. ¿Qué ocurrió en la elección?

La elección ratificó que había un escenario de “empate técnico” entre ambos. Pero, erró en la diferencia que había –era menor a la estimada—y en que Parisi salía tercero. Lo interesante, es que esto ya lo habíamos visto en la encuesta de agosto por medio de preguntas indirectas.

Finalmente, la estimación de Claude fue bastante certera. Con el 2.8% de los votos y llegar en quinto lugar se ratifica la estimación de la CEP de agosto y de octubre.

Al contrario, en los otros cinco su proyección estuvo errada. En las preguntas de “intención de voto indirectas” en agosto y en octubre se encuentran ocultos en la categoría “otros” en la que cada uno marca menos del uno por ciento. La mayor distorsión ocurre con Esfeir que llega al 2.2% de los votos. En conjunto estos cinco candidatos suman el 4.4% de las preferencias. Sin duda, una errada proyección.

En definitiva, la pregunta de intención de voto que se hace en octubre por la modalidad de urna ratifica en las grandes tendencias de la elección lo que ya mostraba en la encuesta de agosto/septiembre y que identifique como “certezas de la CEP”. Es más, en esta última encuesta –la de octubre— se repite la misma pregunta directa de intención de voto; con la diferencia que ahora hay que responder en el cuestionario.

Las cifras muestran los mismos datos y las mismas tendencias que hemos venido identificando: que gana Bachelet con una amplia ventaja -22 puntos sobre el segundo y 36 puntos sobre el tercero–, que ganar en primera vuelta es posible, que Matthei sale segunda, que Parisi está empatado técnicamente con MEO, que la ventaja es leve a favor de Parisi, que Claude sale quinto y que los otros cinco marcan muy poco.

No hay duda de que hay errores en las estimaciones. Para unos más y para otros menos. No obstante, la CEP ha estimado y captado con alta certeza las grandes tendencias de las presidenciales. Si bien la CEP tiene falencias metodológicas –que se profundizan en la actual coyuntura— tiene más validez y relevancia de lo que se ha querido instalar. Es evidente, que no resulto un tan mal predictor del pulso electoral.

Es cierto; las encuestas no gozan de buena salud en el Chile de hoy. El problema es metodológico y político. Metodológico porque hay que adaptar el instrumental para captar no sólo el Chile del nuevo ciclo político, sino también para aislar los que votan de los que no votan. Las encuestas están en una etapa de transición.

Finalmente, el problema es político porque los actores de la política y los medios de comunicación –que también son actores de la política— usan los datos que producen las encuestas de opinión con fines de poder. En esta operación se olvidan de las consideraciones metodológicas que toda encuesta tiene. De este modo las encuestas y sus datos se convierten en hechos políticos de alto impacto e influencia.

La CEP ha sido el emblema del uso político de las encuestas. Probablemente los mismos que instalaron a la CEP en un lugar de privilegio y oráculo, son los que hoy la quieren aniquilar y desprestigiar. Después de todo, no estaba tan errada.

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