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La ciencia y tecnología en el nuevo gobierno

Mario Ramos Maldonado
Por : Mario Ramos Maldonado Director Departamento de Ingeniería en Maderas, Universidad del Bío-Bío y Presidente del Consejo Directivo del Instituto Forestal
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Faltó más osadía para proponer la creación de un Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación o aventurarse a duplicar el % del PIB en ciencia de aquí al 2018. Indudable, los temas de la ciudadanía están puestos en educación, equidad, inclusión y previsión, pero, acaso, ¿la ciencia y la tecnología no son parte esencial y contributiva al desarrollo humano?


La reciente elección presidencial puso en el debate los grandes temas que preocupan a los chilenos: educación, reforma tributaria, equidad e inclusión. El país manifestó claramente su opción por la candidata, ahora Presidenta electa, Michelle Bachelet y su programa de gobierno, programa que promete profundas reformas en lo educacional, previsional y tributario, y explicita su punto de vista en Ciencia, Tecnología e Innovación.

Sin duda coincidimos en varios aspectos, como en el fortalecimiento de las universidades estatales en tanto instrumento de educación superior y derecho social efectivo, y en el reforzamiento de la investigación universitaria, entendida como herramienta para un desarrollo inclusivo, sostenible y sustentable que aumente el bienestar de todos los chilenos.

El programa pretende establecer un Nuevo Fondo de Apoyo a la Investigación Universitaria para todas las universidades públicas, por la vía de Convenios de Desempeño con el MINEDUC, estableciendo un trato preferente con las universidades de propiedad del Estado.

[cita]Faltó más osadía para proponer  la creación de un Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación o aventurarse a duplicar el % del PIB en ciencia de aquí al 2018. Indudable, los temas de la ciudadanía están puestos en educación, equidad, inclusión y previsión, pero, acaso, ¿la ciencia y la tecnología no son parte esencial y contributiva al desarrollo humano?[/cita]

Este nuevo trato incluiría un fondo de aporte basal permanente exclusivo para las universidades estatales y un fondo permanente de apoyo a las universidades estatales regionales, impulsando con estas últimas una nueva relación con los gobiernos regionales para que colaboren con los planes de desarrollo de las regiones. Los fondos serían financiados con la Reforma Tributaria.  Además, existirían incentivos para que las universidades regionales cuenten con académicos de excelencia para la generación de capital humano, para el desarrollo de las regiones.

Se repondría la política de clusters regionales y de sectores de alto potencial, apoyando la reinserción de los postgraduados de Becas Chile que retornarán al país con maestrías o doctorados en el exterior, restableciendo además el apoyo al emprendimiento, como la  incubación y el capital semilla. Y, en lo institucional, se radicaría en el ministro de Economía la responsabilidad en el campo de la innovación y el desarrollo productivo, creando la subsecretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación.

En definitiva, se promete un fuerte fortalecimiento a la Ciencia, Tecnología, Innovación y se releva el rol de las universales estatales. Nos alegramos de ello.

Sin embargo, faltó más osadía para proponer  la creación de un Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación o aventurarse a duplicar el % del PIB en ciencia de aquí al 2018. Indudable, los temas de la ciudadanía están puestos en educación, equidad, inclusión y previsión, pero, acaso, ¿la ciencia y la tecnología no son parte esencial y contributiva al desarrollo humano?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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