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Villalobos responde a Huenchumilla y asegura que el hombre mapuche «vivía relajadamente y entregado al alcohol»

Villalobos responde a Huenchumilla y asegura que el hombre mapuche «vivía relajadamente y entregado al alcohol»

Según el historiador, el Intendente de La Araucanía «ha actuado de manera precipitada y sin la serenidad que corresponde a una autoridad importante».


El historiador y Premio Nacional de Historia en 1992, Sergio Villalobos, respondió al Intendente de La Araucanía, Francisco Huenchumilla, con quien mantiene una disputa epistolar a través de una serie de cartas publicadas, en los últimos días, en El Mercurio.

Según el ex Director de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile, la autoridad regional tiene un «absoluto desconocimiento conceptual de la historia», ya que «cree que la incorporación de La Araucanía se debió a los intereses de una aristocracia deseosa de enriquecerse».

La verdad, aclaró el ex profesor del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, «es que existía una gran demanda mundial de alimentos y era necesario explotar hasta el último rincón. El mismo país experimentaba esa necesidad y era inaceptable que hubiese tierras desperdiciadas en manos de los naturales de La Araucanía. Incorporar esos territorios era una necesidad para la nación chilena y ello explica que el avance más allá del Biobío se efectuase por elementos de la clase media y gente del bajo pueblo».

«Por otra parte, los círculos gobernantes procuraron que el avance se efectuase ordenadamente, en lo posible sin violencia y dictando medidas para reservar tierras suficientes a los araucanos o, mejor dicho, a los mestizos descendientes de aquellos», acotó Villalobos.

«No tengo la menor duda de que las tierras eran mal trabajadas, porque de acuerdo con la cultura ancestral, el hombre escasamente participaba en faenas. Era fundamentalmente un guerrero y un cazador, que vivía relajadamente y entregado al alcohol. Las mujeres, sometidas totalmente, eran las que desempeñaban las pocas tareas productivas. Una nación moderna no podía aceptar esa situación. El futuro de Chile debía ser distinto», sostuvo el historiador.

«En su falta de conocimientos y de razones, el señor intendente las emprende en contra mía. Alude a mi desempeño en la Dibam, que se debería a una militancia cercana a la DC. La verdad es que nunca he tenido nada que se parezca a ello y mi designación se debió a cierta proximidad con el Presidente Aylwin y su entorno de personas amigas. Contrariamente a lo que supone el señor Huenchumilla, jamás he buscado cargos públicos ni rentas especiales, de modo que suponer variaciones ideológicas no pasa de ser una fantasía suya. No sé con qué base de conocimientos mi contradictor sentencia que he dejado de ser historiador, ignorando que el verdadero estudioso del pasado se caracteriza por su independencia de pensamiento», indicó el Premio Nacional de Historia (1992).

«Agrega, todavía, que mi discípulo y amigo, el profesor Jorge Pinto, nunca fue realmente discípulo, por diferir en ideas, desconociendo de esa manera un hecho fundamental en el quehacer intelectual: un verdadero maestro respeta la independencia del discípulo en su formación. Cabría preguntar al señor intendente por qué el profesor Pinto al recibir el Premio Nacional de Historia manifestó que su mérito lo debía a mi influencia intelectual», enfatizó.

«Es indudable que el señor Huenchumilla ha actuado de manera precipitada y sin la serenidad que corresponde a una autoridad importante», concluyó.

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