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El Estado y su rol en la retención del capital humano calificado en regiones

Eitan Fried
Por : Eitan Fried Ingeniero Comercial e investigador de la Fundación Piensa
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Se precisa con sentido de urgencia una importante reforma para desconcentrar el poder y las riquezas de manera que se generen oportunidades a lo largo de todo el territorio, para descentralizar Chile y permitir a las regiones hacerse cargo de sus propios desafíos, con recursos, atribuciones y una masa crítica de capital humano que lidere y conduzca el proceso.


La concentración de las oportunidades, principalmente en Santiago, ha motivado una fuga de los principales talentos regionales, claves y necesarios para los procesos de desarrollo territorial. El Estado debe promover el desarrollo equitativo y solidario entre las regiones, por lo que debe impulsar una política pública que incentive y retenga capital humano en regiones, para que estos puedan contribuir al desarrollo de sus territorios y localidades.

El desarrollo humano y social es una aspiración de toda sociedad. También lo es el bienestar social; pilar fundamental para garantizar el mejoramiento de la vida de todas las personas. Articular el conjunto de factores que participan en la calidad de vida de los individuos es un desafío complejo que debe ser enfrentado por cada ser humano tanto de manera individual como colectiva.

Respecto a lo colectivo, el Estado es la forma de organización principal y debe permitir abordar todos esos desafíos comunes. De acuerdo al artículo 1º de la Constitución Política de la República de Chile, “el Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible […]. Es deber del Estado […] promover la integración armónica de todos los sectores de la Nación y asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional”.

En cuanto a lo individual, cada ser humano debe ser protagonista de su bienestar. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), “el concepto de Desarrollo Humano supone la expresión de la libertad de las personas para vivir una vida prolongada, saludable y creativa; perseguir objetivos que ellas mismas consideren valorables”.

Pero como todas las personas nacen con distintas condiciones para el desarrollo potencial, el Estado debe velar por crear las circunstancias que permitan a todos y a cada uno de los chilenos su realización tanto espiritual como material.

La existencia de desigualdades afecta negativamente al desarrollo y las interacciones sociales, y limita la libertad de elección. Una de las amenazas que enfrenta el progreso en Chile es la inequidad territorial, la que genera conflictos entre las regiones y el centro del país, y que impiden un desarrollo equitativo y armónico para todo el territorio nacional. Algunos síntomas que evidencian esta realidad son que, de acuerdo con cálculos sobre la base de las cuentas nacionales del Banco Central, en la Región de Antofagasta el PIB per cápita estimado es casi ocho veces mayor que en La Araucanía; según datos de la Casen 2011, el país tiene 17,4% de trabajadores que reciben sueldo mínimo, pero este porcentaje se duplica en el Maule (30%); en materia de pobreza, la región de la Araucanía aparece como la más pobre del país con un 22,9%, frente a un 11,5% de la capital.

Expertos señalan que solo 4 de las 15 regiones de Chile podrían efectivamente llegar a superar los US$20 mil per cápita antes del 2016.

Entre los años 2008 y 2012 el PIB de la RM creció más de un 20%, mientras que en todas las otras regiones el promedio de crecimiento, incluyendo las regiones de Antofagasta y Tarapacá, fue de un 12%. Santiago sigue creciendo a tasas más aceleradas y sostenidas que el resto del país, profundizando la centralización y concentración de las riquezas y oportunidades.

La responsabilidad de esta concentración de recursos en ciertas ciudades, principalmente Santiago, es compartida. Por un lado están los núcleos de poder y los intereses creados en la capital que se resisten a ceder o compartir el poder. Así lo señala Waissbluth cuando recuerda lo que planteó hace más de 20 años Douglass North, Premio Nobel de Economía: “Es muy poco probable que las elites que detentan el poder cambien las normas en direcciones que les hagan perder poder”. Y por otro lado, la responsabilidad de la concentración de oportunidades es de las mismas regiones y el desinterés real de los que habitan en ellas para asumir y exigir su propia participación en las decisiones que les incumben directamente.

El capital humano es el motor del proceso de desarrollo regional, es la fuerza que moviliza a las sociedades. “Las capacidades regionales y locales fortalecidas se constituyen en los atributos y fundamentos básicos para que la profundización del proceso descentralizador consiga impulsar el desarrollo pleno de las regiones de Chile”.

Chile es dispar en la disponibilidad de capital humano calificado, el que se distribuye de manera muy irregular entre nuestras regiones, como confirma la propia OECD. Según el Informe de Capital Humano en Chile, desarrollado por Brunner y Elacqua, ya en 2002 en la Región Metropolitana de Santiago se concentra más del 50% de los profesionales y técnicos de Chile. Según un estudio realizado por MIDEPLAN el año 2004, en Chile el capital humano calificado constituye el principal factor de diferenciación entre regiones ricas y pobres.

Hoy existe una evidente migración de capital humano calificado desde las regiones menos desarrolladas hacia las más, y principalmente Santiago, ya que los profesionales encuentran mejores oportunidades laborales y condiciones para el desarrollo personal.

Este fenómeno de la fuga o migración desequilibrada se da incluso antes de que los talentos sean profesionales. En el documento “Nueva agenda regional: en Chile no da lo mismo dónde se nace” de Miguel Crispi, se expone que “analizando la migración/retención de los mejores alumnos, ya sea por puntaje PSU o pertenencia al 10% superior de su promoción escolar, se tiene que las regiones que retienen a la mayor parte de sus mejores alumnos son la V, la VII y la Metropolitana, esta última solo pierde a un 3,2% de quienes pertenecen al 10% superior en el ranking. Por su parte, el resto de las regiones tiende a perder a sus mejores alumnos, quienes emigran, principalmente hacia la capital. Los mejores puntajes PSU se van a Santiago”.

Según el estudio “Más talentos para el desarrollo regional” de la SUBDERE y Universidad de la Frontera (2012), la falta de capital humano calificado no solo se soluciona formando a más jóvenes talentosos en las instituciones de educación superior. Se debe frenar la fuga de talentos con incentivos concretos, con mejores condiciones para el desarrollo profesional y personal, o de lo contrario los profesionales calificados seguirán viéndose tentados a emigrar a aquellas ciudades donde se concentran las oportunidades, los poderes económicos, políticos y sociales.

Chile necesita disminuir las brechas de desigualdad territorial que existen y aprovechar la posibilidad de aumentar su crecimiento y mejorar su desarrollo. Para esto se precisa con sentido de urgencia una importante reforma para desconcentrar el poder y las riquezas de manera que se generen oportunidades a lo largo de todo el territorio, para descentralizar Chile y permitir a las regiones hacerse cargo de sus propios desafíos, con recursos, atribuciones y una masa crítica de capital humano que lidere y conduzca el proceso.

Se hace indispensable la creación de una política referida al fortalecimiento de las capacidades locales de las comunas, provincias y regiones, ya que debe existir una masa crítica de personas con las habilidades y conocimientos necesarios para que contribuyan al proceso de desarrollo regional. Además, se debe considerar un sistema de incentivos para la formación, atracción y retención de capital humano calificado, y dotar así a las regiones y localidades de talentos que sean capaces de aportar de un modo significativo a los procesos de sus respectivos territorios. La realidad de Chile es muy diversa, por lo que cada región debiera preparar sus propias herramientas concretas de incentivos, focalizados en sus habitantes y planes de desarrollo regional.

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