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Las dudas sobre el proyecto de aborto

Cristóbal Aguilera Medina
Por : Cristóbal Aguilera Medina Abogado, Universidad de Los Andes
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Ya encima de la votación en general del proyecto de ley que legaliza el aborto en tres causales, aún quedan muchas dudas y preguntas sin responder en la Comisión de Salud. Lo lamentable es que dichas dudas no parecen ser suficientes para que los integrantes de la comisión decidan postergar la votación y estudiar correctamente los fundamentos y consecuencias del proyecto (hay que considerar, además, que el promedio de asistencia a las sesiones ha sido impresentable –salvo dos o tres excepciones– y que el fin de las comisiones permanentes, según el reglamento que las rige, es informar adecuadamente del proyecto).

Entre las dudas que todavía no se han despejado, hay dos que merecen especial consideración, por ser determinantes en la votación de algunos diputados.

La primera tiene que ver con la pregunta sobre si el proyecto despenaliza o legaliza el aborto. Lo cierto es que este dilema debiera dar lo mismo, ya que en ambos supuestos el mensaje cultural que se instala es idéntico: permitir socialmente el aborto. Con todo, las diferencias conceptuales entre legalizar y despenalizar son grandes y es bueno aclararlas si de esto depende el voto de un parlamentario. Pero que no quepa duda: el proyecto legaliza el aborto. La razón de esto, desde el punto de vista jurídico, es bien sencilla: la propuesta no modifica solamente el Código Penal –verdadera despenalización–, sino que propone reformar, además, el Código Sanitario, derogando la prohibición absoluta de realizar actos cuyo fin sea provocar un aborto (artículo 119). La eliminación de esta prohibición permitirá que los médicos puedan realizar legítimamente un aborto a pedido de la solicitante.

[cita] En otras palabras: el proyecto no propone meramente un cambio de política criminal, dejando de perseguir penalmente a la mujer que aborta, sino que crea un derecho de la mujer a abortar en tres causales. Por este motivo, el énfasis del proyecto no está puesto en la no criminalización de la mujer, sino en inventar un “derecho a decidir”. De ahí, también, que el proyecto comience reconociendo que los derechos de la mujer están en el centro de esta propuesta (p. 3) y más tarde sostenga que el aborto debe consagrarse como una legitima prestación de salud (p. 18). [/cita]

En otras palabras: el proyecto no propone meramente un cambio de política criminal, dejando de perseguir penalmente a la mujer que aborta, sino que crea un derecho de la mujer a abortar en tres causales. Por este motivo, el énfasis del proyecto no está puesto en la no criminalización de la mujer, sino en inventar un “derecho a decidir”. De ahí, también, que el proyecto comience reconociendo que los derechos de la mujer están en el centro de esta propuesta (p. 3) y más tarde sostenga que el aborto debe consagrarse como una legitima prestación de salud (p. 18).

La segunda duda tiene que ver con el alcance de este proyecto. Se sostiene, erróneamente, que el proyecto será restrictivo, es decir, acotado meramente a las tres causales. Más allá de la deficiencia técnico legislativa en la regulación de las causales (piénsese, por ejemplo, en la duda –y abuso– que generará el termino peligro “futuro” de la madre), la experiencia comparada se ha encargado de demostrar que no es posible que exista un legislación restrictiva del aborto.

En España, por ejemplo, que comenzó su legislación del aborto con una ley casi idéntica a la que se propone actualmente en Chile, luego de que se aprobara la llamada ley Aído, que permite el aborto a libre demanda, se comprobó que el número de abortos que se realizaban bajo ambas leyes no era significativamente diferente. De hecho, como explica el Dr. Becker en una de sus famosas presentaciones, el número de mujeres embarazadas que estadísticamente podría abortar bajo una ley restrictiva, serían más o menos el 1%. En cambio, en la práctica, aborta alrededor de un 20%. Esto ocurre porque la regulación restringida de las causales es imposible. Siempre habrá un resquicio para realizar abortos (¡para matar niños!) fuera de las tres causales. Por lo demás, esto es lo que verdaderamente propone el lobby abortista, cuyo objetivo no es permitir el aborto en ciertas causales, sino tornarlo enteramente libre. Esta ley, como la experiencia comparada muestra, es sólo el primer paso.

Quienes voten a favor del proyecto de ley deben estar conscientes de esto. Más temprano que tarde se permitirá el aborto por salud mental, luego por razones económicas, para terminar legalizando el aborto a libre demanda. A esas alturas, el valor de la vida humana, de la dignidad humana, estará absolutamente desvalorizado.

No digan que no les advertimos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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