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¿Quién es Bernie Sanders? Política de izquierda y aparato carcelario

Isabel Arriagada
Por : Isabel Arriagada Abogada. Directora de ONG Leasur.
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Bernie Sanders es el candidato socialista que probablemente enfrentará a Hillary Clinton en las próximas elecciones primarias del Partido Demócrata en Estados Unidos. Sus líneas programáticas han suscitado la esperanza de instalar la equidad en la agenda pública de un país tremendamente racista y desigual. Su particularidad consiste en hablar fuerte y claro en clave de izquierda. Es el único parlamentario que se reconoce abiertamente socialista en el Congreso norteamericano y esta definición le ha proporcionado una popularidad inusitada en las nuevas generaciones. Entre sus consignas, se declara a favor de un servicio de salud universal, la equidad en el salario, la expansión de la seguridad social y el derecho al aborto. Su historial es increíblemente consecuente. Desde su militancia estudiantil fue parte del Civil Rights Movement  y actualmente ha declarado la batalla en contra del racismo institucional norteamericano.

Hasta aquí ninguna de las banderas de Bernie Sanders parece ser extremadamente novedosa. Todas han sido, con mayor o menor entusiasmo, abordadas históricamente por el progresismo norteamericano. No obstante, y he aquí la novedad, uno de los nuevos frentes que surgen de esta justificada demanda de izquierda es la batalla en contra del encarcelamiento masivo en Estados Unidos.

Bernie Sanders es en uno de los primeros candidatos presidenciales en llamar abiertamente a reformar el sistema carcelario, reducir la población penal, y combatir la brutalidad policial y la privatización carcelaria.

[cita] La realidad en Chile duele como nunca. Nuestros diputados de «izquierda» claman por mayor control policial, y un aumento en la severidad de las penas (Felipe Harboe se ha convertido en el paradigma de la izquierda punitiva). Duele porque en Chile sí existen tanto evidencia sobre la crueldad e ineficacia de la cárcel como información sobre las irracionales partidas presupuestarias del sistema penal. [/cita]

Barak Obama ya ha hecho suyo parte de este esfuerzo durante su mandato. Algunas de sus medidas dan cuenta de la necesidad de impulsar cambios en el sistema de justicia penal e instaurar un modelo de verdadera proporcionalidad en las penas. Él mismo ha sostenido que el pueblo norteamericano debe preguntarse si las cárceles son la manera más inteligente de atacar el crimen y replantearse la multimillonaria inversión que importa el aparato carcelario.

La diferencia entre Obama y Sanders es que este último ha instalado el discurso contra el encarcelamiento masivo desde los inicios de su campaña y está dispuesto a hacerle frente de manera directa. Públicamente se ha referido al sistema industrial carcelario como una «tragedia nacional» que implica la destrucción de la vida humana más allá de toda posibilidad de comprensión. En sus palabras: «debiéramos entregar trabajo a los jóvenes, no encerrarlos y destruir sus vidas».

En el libro The Punishment Imperative, los investigadores de la historia carcelaria norteamericana, Todd Clear y Natasha Frost, sostienen que es necesario dar tres pasos clave para desafiar la demanda activa por un mayor encarcelamiento: generar y difundir evidencia sobre la ineficiencia de las cárceles; reconocer que el aparato penal implica un gasto enorme e inútil del presupuesto nacional; y contar con políticos consistentes dispuestos a luchar en contra de la irracionalidad del sistema carcelario.

Aunque el futuro de Sanders sea incierto, su discurso representa una oportunidad para iniciar e iluminar el debate sobre la cárcel en las veredas de una izquierda crítica. En el intertanto, la realidad en Chile duele como nunca. Nuestros diputados de «izquierda» claman por mayor control policial, y un aumento en la severidad de las penas (Felipe Harboe se ha convertido en el paradigma de la izquierda punitiva). Duele porque en Chile sí existen tanto evidencia sobre la crueldad e ineficacia de la cárcel como información sobre las irracionales partidas presupuestarias del sistema penal. Sin embargo, aún estamos a la espera de políticos que sean capaces de entender y enfrentar con lucidez el problema  carcelario.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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