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Chile y la Cumbre de la CELAC

Boris Yopo H.
Por : Boris Yopo H. Sociólogo y Analista Internacional
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En estos días se celebró en Quito, Ecuador, la IV Cumbre de Jefes de Estado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). Este foro intergubernamental reúne a todos los países del hemisferio, con excepción de Estados Unidos y Canadá, y forma parte del largo proceso de diálogo y concertación política regional que se inició en la década de los ochenta del siglo pasado, a partir de la consolidación de la democracia en nuestro continente.

Sin embargo, con frecuencia los medios de prensa y la opinión pública se preguntan por la utilidad práctica que tienen estos encuentros en el avance y resolución de los principales problemas y desafíos que afectan a nuestra región. Si bien se trata de una preocupación legítima, es necesario poner en perspectiva qué puede esperarse de estos encuentros, y qué aportes pueden hacer países como el nuestro para hacer mejorar la eficacia de mecanismos como la CELAC. Un activo importante de estos encuentros son las reuniones colectivas y bilaterales entre presidentes, pues es a menudo en citas como éstas donde se destraban asuntos de interés común; estos encuentros permiten también concordar posiciones que la región llevará después a otros foros internacionales; y también organismos como la CELAC permiten una interlocución con otros bloques regionales, y así en el último tiempo ha habido encuentros con la Unión Europea y con China.

También mecanismos como la CELAC pueden ser “facilitadores” para ayudar a la resolución de un conflicto, cuando así lo solicite uno o más gobiernos, y precisamente, el Consejo de Seguridad de la ONU ha solicitado ahora la participación de la CELAC con observadores en el proceso de verificación de la paz en Colombia.

[cita tipo»destaque»]Hoy el tema central de la IV Cumbre de Quito son los avances y la consolidación de metas en el cumplimiento de la Agenda 2020 establecida por la ONU. Esta agenda incluye temas cruciales que determinarán nuestro futuro como región. Y el desafío ahora es aún mayor, considerando el complejo escenario económico que se visualiza para el próximo tiempo[/cita]

 

Ahora, un problema que presentan todos los mecanismos de integración y concertación regionales, es que a mayor representatividad (cantidad de participantes) más difícil es consensuar agendas y definir planes específicos de acción que permitan resultados tangibles frente a la opiniones públicas de los diversos países. Esto se ve agudizado además, por las divergencias ideológicas existentes a nivel regional, y que en los próximos años probablemente se incrementarán a partir de los actos eleccionarios que tendrán en varios países del hemisferio.

En este contexto, cobra creciente vigencia la política de “convergencia en la diversidad” que ha planteado el actual gobierno, y que constituye una formulación actualizada de una larga tradición en nuestra política exterior, de entender el rol de nuestro país como un “articulador y constructor de puentes” en la búsqueda de posiciones comunes, frente a una realidad regional políticamente fragmentada que amenaza con revivir antiguas disputas ideológicas que sólo dañan las perspectivas de integración y desarrollo democráticos, en un escenario regional y global que además se ve complejo en los próximos años.

Nuestra región no puede permitir la reedición de antiguas disputas y conflictos que sólo nos distraen de los grandes desafíos que enfrenta América Latina en este convulsionado siglo XXI. Por otra parte, sin embargo, si se puede demandar una acción más eficaz de organizaciones regionales como la CELAC, y hace ya años que nuestro país ha insistido en estos foros respecto de la necesidad de planes de acción viables y realistas en el tiempo, con objetivos acotados que permitan evaluar el impacto real de ciertos acuerdos alcanzados, en la vida cotidiana de la gente. Hoy el tema central de la IV Cumbre de Quito son los avances y la consolidación de metas en el cumplimiento de la Agenda 2020 establecida por la ONU.

Esta agenda incluye temas cruciales que determinarán nuestro futuro como región. Y el desafío ahora es aún mayor, considerando el complejo escenario económico que se visualiza para el próximo tiempo. Por ello con mayor razón, se requiere de este diálogo e interlocución al más alto nivel, pero también acuerdos concretos para que no quede sólo la imagen de “una cumbre más”. En esto, al menos, existe bastante consenso en nuestro país. Lo que siempre es bueno porque fortalece nuestro discurso exterior en momentos de cambios importantes a nivel regional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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