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La equivocada estrategia de Bolivia

Boris Yopo H.
Por : Boris Yopo H. Sociólogo y Analista Internacional
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La estrategia seguida por el gobierno boliviano en estos últimos años para avanzar en su aspiración marítima, está produciendo (aunque son casos jurídicos e históricos muy distintos) un resultado muy similar al que tuvo la Guerra de las Malvinas para la Argentina: en vez de contribuir a generar un escenario que acerque posiciones y haga factible avanzar en soluciones imaginativas hacia el futuro, está en cambio generando un clima político al interior de la contraparte (Chile) que cierra toda opción de cualquier avance, probablemente por muchas décadas.

En el caso de Argentina, esto fue como resultado de una guerra sin destino iniciada por la dictadura militar de ese país. En el caso nuestro, producto de una escalada de acciones, declaraciones, y ahora posiblemente de una segunda demanda, que solo cierran cualquier posibilidad de un diálogo fecundo en los próximos años. Y es que ningún gobierno, no importa su signo político, va a aceptar hacer concesiones en una materia tan sensible de política exterior, cuando la opinión pública está de manera abrumadora por no hacer ninguna concesión en un tema que afecta directamente la soberanía del país. Ahora, esta predisposición existente en Chile ha sido resultado directo de la política que ha llevado adelante el actual gobierno boliviano.

Hasta antes de entablar la demanda, diversas encuestas reconocidas en nuestro país indicaban, por ejemplo, que cerca de un 40% de la población estaba dispuesta a facilitar alguna salida directa al mar a Bolivia (sumando a los que señalaban con, y sin soberanía, pero salida directa al fin). Asimismo, importantes líderes de opinión se manifestaron en igual sentido ese período (2008-2010) . Todo esto cambió radicalmente, sin embargo, con la demanda y otras acciones emprendidas por Bolivia desde ese momento.

Resulta una paradoja, entonces, que hoy la aspiración boliviana se encuentre infinitamente más lejos de realizarse que hace unos años, y en esto, o las actuales autoridades bolivianas no supieron leer o relevar la importancia de los “climas de opinión pública” en decisiones de política exterior, o es que simplemente (como suele suceder en muchos casos) las relaciones con Chile han pasado a ser una “variable de ajuste” de la política doméstica, con prescindencia de los alcances que ello tendrá en un tema que las mismas autoridades de ese país califican como la principal reivindicación nacional. La tercera posibilidad, de que la comunidad internacional pudiese “obligar” a nuestro país en algún momento a hacer concesiones en esta materia, carece de todo sustento y realismo.

[cita tipo=»destaque»] Toda política exterior “parte en casa”. Mientras no exista una predisposición distinta en Chile, nada cambiará el “statu quo” existente y, en esto, las actuales (y anteriores) autoridades bolivianas tienen una cuota importante de responsabilidad que asumir.[/cita]

Chile no solo tiene antecedentes jurídicos sólidos que sustentan nuestra posición, sino que además muchos países vecinos y amigos entienden perfectamente las graves implicancias que para la estabilidad regional y global tendría entrar en un proceso global de revisión de las fronteras actualmente existentes, sustentadas en tratados válidos y vigentes.

Ahora, la causa boliviana sí despierta simpatía en algunos países, pero tampoco es un tema que esté en la centralidad de la agenda de estos u otros Estados, y por tanto, es contraproducente sobrerreaccionar o adoptar decisiones apresuradas respecto a cualquier nuevo paso que dé este país. Tampoco hacer uso con fines de “política interna” de este tema, pues ello debilita la necesaria imagen de unidad nacional hacia el exterior. Lo que sí hay que seguir haciendo, es la labor de “pedagogía diplomática” para explicar nuestra política, establecer los hechos como realmente son, y reafirmar nuestro compromiso y vocación latinoamericana (porque además, la neutralidad del vecindario es vital para nuestros intereses).

Por último, mantener una disposición abierta a un futuro diálogo con Bolivia, pero ello no será viable mientras las autoridades bolivianas persistan en hacer de nuestro país la “variable de ajuste” de sus problemas domésticos (con el consecuente impacto que eso genera en Chile). En tal sentido, los líderes de este país debiesen tomar nota de cómo cambió la política norteamericana hacia Cuba: aunque fue el gobierno de Obama, lo que precedió a este cambio fue un giro en la comunidad de origen cubano, en la opinión pública, y en líderes políticos y empresariales respecto a la política hasta entonces seguida.

Toda política exterior “parte en casa”. Mientras no exista una predisposición distinta en Chile, nada cambiará el “statu quo” existente y, en esto, las actuales (y anteriores) autoridades bolivianas tienen una cuota importante de responsabilidad que asumir.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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