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Los proyectos estancados en el Parlamento: el derecho a decidir

Claudia Dides
Por : Claudia Dides Vocera de Miles Chile
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El derecho a decidir ha sido una de las grandes ideas que se asocian a la autonomía y la libertad en comunidades democráticas. Cuesta entender que un país como Chile, que intenta sostenidamente entrar en las grandes ligas mundiales para ser reconocido como “moderno”, sea tan precario y deficiente respecto a la posibilidad que tienen mujeres y hombres para decidir autónomamente sobre su vida íntima.

Los proyectos de ley conocidos como “aborto en tres causales”, “identidad de género” y “matrimonio igualitario” no han tenido la debida urgencia para su debate y aprobación, aun cuando tienen un gran apoyo ciudadano. En el caso del aborto, un 70% (FLACSO, 2009, UDP, 2010, 2015, CADEM, 2015). En el 2014, el 50% estaba de acuerdo con la afirmación “las parejas homosexuales tienen derecho a casarse”, en junio la adhesión era del 54% y en noviembre del 55% (Plaza Publica, 2014). Entre los 18 y 29 años el respaldo es mayoritario (62,3%) (UPD, 2014).

Por tanto, la idea de entrar a las grandes ligas, queda una vez más coja, puesto que no escucha a la ciudadanía y no legisla para las personas. Se suma a esto la precariedad e injusticia que se comenten con otros derechos que son vulnerados permanentemente, como el derecho a la educación, salud, previsión social, a un medio ambiente libre de contaminación, entre otros.

Los aspectos relacionados con la sexualidad y reproducción, son reconocidos como derechos humanos desde la década de los 90, a partir de la Conferencia sobre Población y Desarrollo de El Cairo, 1994 y la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, Beijing 1995. Además los conceptos de salud y derechos sexuales y reproductivos han sido formulados y acuñados por la Organización Mundial de la Salud.

Solo para recordarles a los y las electores, la salud sexual es la integración de los aspectos emocionales, intelectuales, sociales y culturales de manera de enriquecer positivamente y fortalecer la personalidad, la comunicación y el amor.

Se trata de la capacidad que tienen mujeres y hombres de disfrutar y expresar su sexualidad, sin coerción, violencia, ni discriminación y sin riesgo de adquirir infecciones de transmitidas sexualmente, y de tener o no embarazos no planificados, se trata de escoger con quién tener relaciones sexuales, tener acceso a educación sexual y servicios de salud integrales. Por tanto, la salud sexual no está encaminada a los aspectos en materia de reproducción y de infecciones de transmisión sexual, sino al desarrollo de la vida y de las relaciones personales.

Por su parte, la salud reproductiva es la condición en la cual se logra el proceso reproductivo en un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente ausencia de enfermedades y dolencias, en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo, sus funciones y procesos. Incluye el derecho de acceder a la información, a los métodos de regulación de la fertilidad y a servicios de salud integrales. Contar con información consejería y educación se constituye en un derecho humano.

[cita tipo=»destaque»] Hace 16 años presentamos un Proyecto Ley Marco sobre Derechos Sexuales y Reproductivos que duerme profundamente en el Parlamento y al parecer no tiene posibilidad de ser debatido. En este proyecto hicimos mención a tres conceptos fundamentales que se relacionan con el derecho a decidir: la libertad, la autonomía, la igual/equidad y empoderamiento.[/cita]

Hace 16 años presentamos un Proyecto Ley Marco sobre Derechos Sexuales y Reproductivos que duerme profundamente en el parlamento y al parecer no tiene posibilidad de ser debatido. En este proyecto hicimos mención a tres conceptos fundamentales que se relacionan con el derecho a decidir: la libertad, la autonomía, la igual/equidad y empoderamiento.

La libertad, porque lo referido a la sexualidad y a la reproducción ha sido un espacio de dominación y esclavitud a lo largo de la historia de la humanidad, transformándose en violencia permanente. Se trata de respetar la subjetividad de cada persona, la posibilidad de accionar de manera responsable y voluntaria.

La autonomía en el entendido que cada persona tiene la capacidad para adoptar normas, reglas y criterios que permitan la construcción de una voluntad individual en múltiples comportamientos, se trata de respetar la propia biografía, de respetar a los y las otros y la exigencia de derechos que aseguren un adecuado desarrollo individual y democrático.

Y la equidad/igualdad cuando se promueve por medio de derechos hace visible el espacio legítimamente ocupado por cada persona y, por tanto, permite el empoderamiento. Se trata de reconocer al otro/a en su espacio.

Ninguno de estos tres principios está siendo reconocido y respetado por el Estado chileno, en la medida que se vulnere el derecho a decidir. Lamentable para un país y sus autoridades, que no logran entender de qué se trata una sociedad democrática.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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