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La última oportunidad de Bachelet Opinión

La última oportunidad de Bachelet

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Lo que vino después de Caval, está íntimamente asociado a los bonos perdidos por la Mandataria. Cuando se comprobó que Bachelet no era incombustible y había perdido el atributo que le daba fortaleza, comenzaron a acentuarse las críticas internas, los ataques de los propios aliados, las conductas desleales y se desordenó la Nueva Mayoría. Se perdió el rumbo. Bachelet pareció obsesionaba con cumplir con el programa, a costa de lo que fuera. Tal vez, como una forma de cumplir con ella misma.


Sin duda, este segundo período de la Presidenta ha sido muy distinto a lo que se debe haber imaginado. ¿Qué pasó para tener un 20% de aprobación versus el 80% con que terminó en marzo de 2010? Han abundado los análisis políticos para tratar de explicar esta verdadera debacle.

Hemos escuchado que la Nueva Mayoría fue una apuesta mal concebida, a partir de un diagnóstico equivocado de la sociedad chilena. También se ha argumentado que el programa de Gobierno no era compartido y, lo que es peor, conocido a cabalidad –explicación muy poco seria de parte de dirigentes políticos– por la DC.

Quizás donde el consenso es mayor, es en relación con la tesis de la llamada retroexcavadora –frase tan célebre como desafortunada del senador Quintana– para señalar que las formas superaron con creces al fondo de los objetivos buscados.

Pero más allá de las “tesis políticas”, lo cierto es que Michelle Bachelet perdió en muy poco tiempo el capital más importante que había logrado construir durante años: la credibilidad y el afecto de la gente. Así de simple y de dramático. Estoy convencido de que el caso Caval fue el factor determinante de esta ruptura. La ciudadanía no le perdonó la contradicción provocada, no por ella, sino por su hijo y nuera. Ese fue el momento en que empezaron los problemas para Bachelet. La promesa empeñada, de combatir la desigualdad y trabajar por que los privilegios no fueran un hándicap que solo tuvieran unos pocos, se esfumó e impactó de lleno en la reputación ganada con esfuerzo.

Lo que vino después, está íntimamente asociado a los bonos perdidos por la Mandataria. Cuando se comprobó que Bachelet no era incombustible y había perdido el atributo que le daba fortaleza, comenzaron a acentuarse las críticas internas, los ataques de los propios aliados, las conductas desleales y se desordenó la Nueva Mayoría. Se perdió el rumbo. Bachelet pareció obsesionaba con cumplir con el programa, a costa de lo que fuera. Tal vez, como una forma de cumplir con ella misma.

[cita tipo= «destaque»]Michelle Bachelet tiene hoy una insospechada oportunidad de reencontrase con la gente, de recuperar los afectos perdidos. Las pensiones son un tema que cruza y preocupa a todos los chilenos, pero especialmente a los más pobres y las mujeres, los grupos que fueron su base de respaldo.[/cita]

Me imagino que Bachelet ya tenía asumido el administrar los costos y navegar con viento en contra hasta marzo de 2018, solo con la esperanza de recuperar algunos puntos de apoyo gracias a las elecciones que se avecinan, total, las personas tienden a mirar con más benevolencia el último año del que ejerce la Presidencia.

Pero repentinamente apareció esta ola ciudadana en contra del sistema de pensiones. Aunque en un principio la Mandataria señaló que el tema no estaba dentro de sus prioridades –salvo la AFP estatal– y, por tanto, no lo abordaría durante su Gobierno, de manera repentina cambió de opinión. Claramente primó el sentido común.

Michelle Bachelet tiene hoy una insospechada oportunidad de reencontrase con la gente, de recuperar los afectos perdidos. Las pensiones son un tema que cruza y preocupa a todos los chilenos, pero especialmente a los más pobres y las mujeres, los grupos que fueron su base de respaldo.

La Presidenta dio un golpe comunicacional importante al anunciar algunas medidas –como el alza de 5% de costo del empleador– y convocar a un gran acuerdo nacional. Una clara señal del interés de hacerse cargo del problema. Pero la tarea no será fácil.

Lograr un punto de equilibrio entre el movimiento social que apuesta por el fin de las AFP y los que aspiran a un maquillaje menor, se ve titánico. Lo que sí es un hecho, es que si la Mandataria es capaz de conducir con resolución, liderazgo y firmeza este proceso, tendrá no solo la oportunidad de levantar en las encuestas, sino incluso de darle un respiro a una coalición que se debilita día a día. Pero, ojo, que si las propuestas no muestran frutos en el corto plazo –el alza de 5 puntos en la cotización tendría efectos recién en varias décadas más–, el desencanto podría aumentar en vez de disminuir. No hay nada más frustrante para los que están cerca de jubilarse, que saber que recién sus hijos o nietos podrán disfrutar de una pensión algo más digna.

Y un apunte final. Jamás Myriam Olate Berríos podría haber imaginado que sería ella quien facilitaría este despertar ciudadano, y menos que le entregaría una luz de esperanza Bachelet. Bueno, después de todo, una militante del PS es lo mínimo que podría hacer por la Presidenta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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