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Inmigrantes: el ingenuo empirismo de la izquierda Opinión

Inmigrantes: el ingenuo empirismo de la izquierda

La avanzada xenófoba de la derecha es antes que todo un intento por volver inteligible la sociedad, por dotar de sentido sus procesos y, cuando se está en política, ello implica siempre la construcción de un enemigo. En la medida que ello logre ganar adeptos, como está demostrado que ocurre, los datos y toda la evidencia empírica existente no serán un arma suficiente.


La avanzada xenófoba que recientemente ha desplegado la derecha chilena ha dado lugar a rápidas réplicas que, amparadas en la fe en la objetividad de los datos, han pretendido mostrar lo infundadas que resultan las asociaciones entre delincuencia e inmigración. Se ha contaargumentado, por ejemplo, que el promedio de escolaridad de los extranjeros es superior al de la población chilena, que el porcentaje de extranjeros imputados o condenados en Chile no alcanza el 1% o que el porcentaje de extranjeros en nuestro país sigue estando por debajo del promedio mundial y que es casi cuatro veces menor que el de la OECD, entre otras. Y el punto es que, evidentemente, la asociación entre delincuencia e inmigración es infundada. Sin embargo, sus consecuencias no se agotan por ello.

Lo fundamental del uso del inmigrante en el discurso de la derecha no está dado por el rigor de la evidencia en que se funda, lo que no tomó más que unas cuantas horas para que los medios de comunicación lo comprobaran, sino que lo fundamental está en el lugar que “llena” el inmigrante en el discurso de la derecha, en su capacidad para dotar de sentido y explicar nuestra realidad.

¿Y qué es lo que hay que explicar? El por qué las cosas salieron mal: por qué no somos un país desarrollado (porque los inmigrantes nos roban nuestro trabajo), por qué hay tanta delincuencia (porque muchas de las bandas de delincuentes son de extranjeros), y un largo etcétera. Pero, a pesar de que esto no parece ser muy novedoso, lo que tampoco es novedoso son las armas con que la izquierda tiende a combatir estos embates xenófobos.

Para decirlo de forma sintética: develar lo infundado de los argumentos sobre los que se sustenta un enunciado del tipo “los inmigrantes vienen a robarnos el trabajo”, no implica automáticamente desactivar la eficacia del mismo. Y quizás el ejemplo contemporáneo que mejor expresa esto es la elección de Trump. En efecto, ¿no había acaso un despliegue enorme de energías por parte de los medios para mostrar todas las mentiras y errores sobre los que se fundaba su campaña? Resulta irónico que aquí, donde la figura de Trump se ha usado de forma desmedida para leer eventos políticos locales, se insista en combatir el fenómeno de la misma manera.

[cita tipo= «destaque»]Aludo aquí al tinglado de la “posverdad” que acuñó el Diccionario de Oxford y que encontró simpatía en varios columnistas y periodistas por estos lados, ya que dicho concepto lo único que hace es seguir sustentando la inverosímil idea de que habría algo así como actores plenamente racionales, productos 100% puros de la rational choice.[/cita]

No digo, para evitar malos entendidos, que no sea necesario hacer evidentes los febles sustentos del discurso xenófobo de la derecha mediante los datos, simplemente digo que ello no es suficiente. Y, menos aún, aludo aquí al tinglado de la “posverdad” que acuñó el Diccionario de Oxford y que encontró simpatía en varios columnistas y periodistas por estos lados, ya que dicho concepto lo único que hace es seguir sustentando la inverosímil idea de que habría algo así como actores plenamente racionales, productos 100% puros de la rational choice. Simplemente remarco que, a pesar de lo que se pueda creer, la derecha no desconoce los datos, no peca de falta de información y, por tanto, su combate no debe darse en el registro de la información sino del sentido, lo que equivale a decir que es un combate político.

Por más que la clase política en general haga gárgaras con el populismo y su inminente arribo a nuestras tierras, es la derecha la que en esta pasada, como en tantas otras, muestra que la política es siempre un lugar donde se trazan límites, donde se construyen fronteras y enemigos, todos elementos propios del populismo (me remito a Laclau, evidentemente). Lo que hace la derecha, por tanto, no es una prueba de hipótesis a la espera de que los datos la refrenden o no, sino que intenta sustentar un discurso mediante la construcción de un agente al cual culpar de los problemas de la sociedad chilena, un sujeto (el inmigrante) cuya presencia impide que Chile progrese, se desarrolle o crezca.

Insisto, no estoy diciendo que un discurso pueda ser efectivo independientemente de la evidencia sobre la que se sustenta, digo que su efectividad no se remite exclusivamente a la evidencia. Y esto es así porque la avanzada xenófoba de la derecha es antes que todo un intento por volver inteligible la sociedad, por dotar de sentido sus procesos y, cuando se está en política, ello implica siempre la construcción de un enemigo. En la medida que ello logre ganar adeptos, como está demostrado que ocurre, los datos y toda la evidencia empírica existente no serán un arma suficiente.

Si se desea hacer frente a esta avanzada de la derecha, el combate empírico o factual constituye solo un primer paso. Lo clave está en disputar la disposición del sentido, la construcción de fronteras que permitan disputar aquello que la derecha ha puesto en el centro, esto es, la pregunta acerca de qué es lo que impide que la sociedad chilena se constituya como tal. Es la idea de que el impedimento yace en la cantidad de pigmento en la piel o el lugar de nacimiento de las personas que están en nuestro país lo que debe ponerse en tela de juicio, pero ello debe hacerse anteponiendo otro sentido de lo social. De lo contrario, se cae en un empirismo de izquierda que insiste en un combate de tablas de frecuencia.

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