Publicidad

Para los universitarios del futuro

Hugo Herrera
Por : Hugo Herrera Abogado (Universidad de Valparaíso), doctor en filosofía (Universidad de Würzburg) y profesor titular en la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales
Ver Más


Lluvia y terremoto rompen la continuidad del tiempo, nos desconciertan. Son oportunidad de retirarse del trámite. En ese movimiento de la naturaleza quisiera como incluirme, para advertir: ¡sal de ahí un momento y piensa! Quiero lanzar una señal de alerta en el instante del encanto.

En las mentes de ustedes, universitarios del futuro, despuntan los albores de las décadas por venir, como promesa. Porque la universidad, no la universidad en abstracto, sino esta, la tuya, la que elegirás, es una promesa y un esbozo de tu propia vida.

Decidirse por una universidad y una carrera es decidir ser esa universidad y esa carrera, hacerla parte de la personal identidad: es la disposición a transformarse según sus reglas y modos. Porque la universidad, cada universidad, tiene una manera propia de ser y esa manera de ser es determinante. Encarna, la universidad, a tal punto en cada uno que, cual la lengua o la familia, no es posible ya quitársela. Hasta que la muerte nos separe.

Por eso tu decisión, universitario del futuro, es radical.

La universidad puede ser un lugar encomiable. El sitio donde se descubre, allí donde se mira la existencia para desocultarla, para arrancarle sus misterios, para reparar en su insondabilidad, para reflexionar sobre su sentido. La universidad puede llegar a ser eso y también, generosa, el ámbito en el cual esos saberes se enseñan y difunden con sinceridad por sus profesores. Y el contexto donde cavilar y convivir y deliberar junto a otros que comparten inquietudes académicas similares. Y el ámbito en el cual se puede pensar el país y diseñarle un destino y decidirse a servirlo.

[cita tipo= «destaque»]De la universidad que decidas, de cuán excelente y auténticamente libre sea, dependen tus posibilidades de alcanzar o no la excelencia y la libertad. Que hayas vivido efectivamente en una comunidad donde el saber se cultiva y difunde sin trabas y los afectos delicados nacen, o en una, en cambio, donde el saber y la llama del espíritu son sometidos.[/cita]

Pero la universidad puede ser también una simulación. Un lugar donde se diga “libertad” y se le impongan a la enseñanza, la investigación y el pensamiento cortapisas. Donde los prejuicios impidan comprender las ciencias y saberes en plenitud y la enseñanza se limite solo a una parte y se corrompa. Donde se diga “trabajos sociales” o “vida universitaria” y estén ellos, en verdad, controlados por vigilantes. Donde una cofradía limite las mentes y defienda, como se defiende un negocio, las propias peculiares creencias. Y donde servir al país suene a falsete porque lo que en verdad importa es el adoctrinamiento y esa cofradía.

Entonces, todo se pervierte: el lugar en el cual debía ejercerse el pensamiento sin barreras, la institución que había de encarnar el espíritu autónomo, donde las vibraciones del alma conmoverse con las de tu mundo y tu patria, deviene sierva de la ideología de un grupo, siempre más acotado que la amplitud de la existencia, el país y el sincero esfuerzo humano por comprenderlos. El todo es reemplazado por la parte, la sincera apertura a la existencia por el insincero ocultamiento.

Por eso, la decisión tuya, universitario del futuro, es radical.

De la universidad que decidas, de cuán excelente y auténticamente libre sea, dependen tus posibilidades de alcanzar o no la excelencia y la libertad. Que hayas vivido efectivamente en una comunidad donde el saber se cultiva y difunde sin trabas y los afectos delicados nacen, o en una, en cambio, donde el saber y la llama del espíritu son sometidos.

El simulacro de universidad o la universidad: eso es lo que está en juego. Y con ello la posibilidad o imposibilidad de haber experimentado, tú, universitario del futuro, ese frágil invento occidental que, huelga decirlo, ha permitido ir discerniendo la oscura barbarie del esplendor de la existencia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias