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Que los candidatos se pronuncien por un sueño

Alicia Gariazzo
Por : Alicia Gariazzo Directora de Conadecus
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Hartos de lugares comunes y frases repetidas, a lo menos en esta época pre eleccionaria tenemos el derecho a exigir a los candidatos presidenciales hablarnos de sus sueños, aún cuando uno sea navegar por el Mapocho. Deben definir el modelo de sociedad que aspiran construir, ya que aunque no se podría crear en cuatro años, cada paso que damos marca un camino hacia el futuro.

Sabemos que la derecha apoya al neoliberalismo, porque la libertad permite al ser humano desplegar sus capacidades de emprendimiento sin las molestas imposiciones estatales. A juicio de sus candidatos, lo único que necesitan los pobres es trabajar más. Una temporera, con hijos con deformaciones congénitas por la aplicación de pesticidas, trabaja menos que un empresario, por tanto, es natural y merecido que un país pequeño como el nuestro aparezca en los records de Forbes con ocho familias, las más trabajadoras y ricas de Chile, que juntas reúnen US$38.700 millones de fortuna reconocida. Este sector rechaza el matrimonio igualitario y el aborto, cree que la homosexualidad es una enfermedad y aprueba la pedofilia en el caso de los curas. Esto quedó muy claro con su reacción frente al caso Karadima, financiado por grupos económicos hasta hoy.

La derecha rechaza las dictaduras, menos la de Pinochet. Para Moreira, el dictador está en el cielo. Valoran su legado y su Constitución, cuyo objetivo, en palabras de su gestor Jaime Guzmán, fue impedir que sus enemigos hicieran cambios en el país y que, si los hacían, todo pudiera seguir igual. Piñera, que se declaró anti dictadura, ya ha renunciado a hacerlo. En suma, el modelo de sociedad al cual la derecha aspira otorga amplias libertades al capital para que invierta, el país crezca y genere empleo. Las libertades individuales, especialmente la sexual, deben regirse por normas religiosas. Los que quieren surgir deben trabajar más, los que quieren mayores jubilaciones deben jubilar más tarde. El rol del Estado debe ser mínimo, no debe intervenir en la economía, solo entregar bonos a los más necesitados. Los impuestos no deben perjudicar a los grandes contribuyentes.

La Izquierda, en particular la Nueva Mayoría que ha representado hasta ahora al sector, rechaza al neoliberalismo, pero no se pronuncia por el tipo de sociedad que aspira construir. Ya no habla de la sociedad sin clases. Rechaza las dictaduras de derecha, pero apoya las de Izquierda. En este sentido es de destacar la valentía de Gabriel Boric que, sin miedo a perder adeptos, se definió directamente al calificar a Cuba y Venezuela como regímenes dictatoriales. La izquierda marxista leninista de los años 60, pensaba que estatizando los medios de producción, se solucionaban automáticamente todos los problemas. Los de las minorías sexuales, de la mujer y de los indígenas. Teóricamente, mientras se terminaba el proceso de socialización del capital privado, habría una dictadura de la mayoría sobre la minoría, temporal y transitoria, mientras surgía la sociedad sin clases con un hombre nuevo que entregaría todas sus capacidades a la sociedad y recibiría de esta lo que necesitaba. Luego el Estado se extinguiría, puesto que su papel de instrumento de represión de una clase sobre otra ya no tendría sentido. Obviamente para arrebatar los medios de producción a la minoría propietaria se requería una lucha armada, pero rápida y lo menos violenta posible. El triunfo se lograría con una insurrección, luego algunos consideraron como instrumento el foco guerrillero y sobre la marcha se fueron cambiando algunos aspectos de la teoría. La mayor parte de la Izquierda apoyó la Vía Chilena al Socialismo con el gobierno democrático de Salvador Allende, aunque muchos pedíamos “mano dura”. Desde el regreso a la democracia, toda esta discusión quedó en una nebulosa. Nebulosa que abarca desde el incógnito pensamiento de los socialistas “renovados” a los saludos de Tellier al engendro de Corea del Norte, pese a que el PC rechazó los regímenes prochinos desde el conflicto chino-soviético. La nebulosa no dedica una sola palabra al desastre de los socialismos reales ni al fracaso de Cuba, ya que aunque amemos a Cuba porque nos dio una esperanza y los cubanos tengan buena educación y salud gratuita, todos sabemos que ese no era el modelo al que aspirábamos cuando Fidel Castro y otros compañeros estuvieron dispuestos a entregar su vida en la Sierra Maestra en 1957.

[cita tipo=»destaque»]Reconocemos que la democracia es el mejor sistema existente, pero que hay que profundizarla, controlarla desde las bases, donde en un parlamento unicameral la sociedad civil tenga iniciativa de ley, fomentando la descentralización efectiva, la voz de las regiones y rompiendo con la centralización y el exacerbado presidencialismo existente.[/cita]

Después de la tragedia vivida en 1973, es difícil encontrar chilenos que estén de acuerdo con la lucha armada, con la violencia para imponer planteamientos políticos, pero ello debería explicitarse. Sería una ingenuidad suicida pensar en triunfar por la violencia en una sociedad donde las inmensas fortunas que lo dirigen pueden comprarlo todo y donde son dueñas de las FF.AA. llenas de pertrechos gracias a un presupuesto millonario. La derecha valora la dictadura de Pinochet, porque no puso los muertos y a ella le debe toda su riqueza. No le importa vivir en un país en donde la mayor parte de sus habitantes vive en la humillación y la precariedad, porque ello no se ve en la cota mil y gran parte de ellos apenas conoce el centro.

Pero derecha e izquierda han contribuido a la consolidación del neoliberalismo desde 1990 y han coincidido en el silencio sobre los paradigmas y modelos de sociedad que pretenden construir. Aunque la Izquierda cuenta con una agenda valórica menos conservadora, carece de un pensamiento teórico que guie su acción. Así, ambos sectores solo compite en la mayor o menos eficiencia para lograr inversiones, mayor crecimiento económico y por tanto empleo. Ignoran que las inversiones actuales eliminan fuentes de trabajo. Les preocupa la igualdad de ingresos, pero no la segregación, donde solo en Santiago hay dos Chiles entre los cuales es imposible transitar. Tampoco que los ingresos se consigan con sobreendeudamiento o trabajo ilegal.

Ahora que nacen nuevos grupos, como el Frente Amplio y que los jóvenes buscan nuevos caminos, es imprescindible la autocrítica y las definiciones. Si carecemos del modelo socialista que inspiró nuestras más grandes utopías, debemos ser capaces de reconocer que no hay alternativa al capitalismo, pero que este no puede basarse en una sociedad rapaz, vergonzante y poco solidaria. Debemos aspirar a una sociedad humana, que, aunque tenga grandes empresas y grupos económicos, no les entregue todo y favorezca el desarrollo de las PYME, de la innovación, de los emprendedores. Que avancemos hacia una economía social y solidaria.

Reconocemos que la democracia es el mejor sistema existente, pero que hay que profundizarla, controlarla desde las bases, donde en un parlamento unicameral la sociedad civil tenga iniciativa de ley, fomentando la descentralización efectiva, la voz de las regiones y rompiendo con la centralización y el exacerbado presidencialismo existente.

No se puede impedir las diferencias entre los que solo venden su salario y los dueños del país, pero es necesario que el Estado reconozca que las riquezas básicas son de todos, que los más beneficiados deben pagarlo y que deben estar severamente controlados para impedir la contaminación y basura que crean, las colusiones, el soborno y la compra de voluntades. El Estado debe modernizarse, crecer al punto de contar con los mismos indicadores de países como Suecia y Noruega, con personal idóneo seleccionado por capacidades, especialmente en los sectores de salud, justicia y protección a la infancia. Debe crearse el ombusdman y el Estado debe proteger a los más débiles, más aún, cuando las tendencias que se observan en el país corresponden al aumento exponencial de estos sectores, por el aumento de la longevidad, del desempleo generado por las nuevas tecnologías, de los discapacitados que cada vez provienen más de no haber podido enfrentar los requerimientos de esta sociedad competitiva y feroz.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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