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Consideración moral hacia el animal no humano: un cambio de paradigma


Son diversos los temas que han evidenciado el cambio que ha tenido el chileno hacia el animal no humano. Durante el año 2016, fueron varias las voces que se alzaron para defender a Cholito, víctima de quienes sin ninguna consideración lo apalearon incesantemente, haciendo luego desaparecer su cadáver. Lo llamativo de este caso no fue solo la violencia demostrada por los delincuentes, ni la reacción pública de rechazo, sino que la víctima no fue una persona: fue un animal no humano, un perro comunitario, Cholito. Esa misma ciudadanía que clamó por justicia en nombre de aquel animal, ahora celebra la nueva ley de tenencia responsable la que, más que innovar en materia de tenencia de animales de compañía, recoge tanto una práctica como una normativa ya existente –a nivel local- en una sola ley, estableciendo directrices generales en la materia; y es esa misma ciudadanía la que ahora reaparece para cuestionar el rodeo en época de fiestas patrias, preguntándose si es que el uso del animal para la mera entretención del ser humano es algo aceptable. La controversia ya instalada, se niega a desaparecer.

Estos episodios generan indicios de lo que pareciera ser una nueva relación moral entre el ser humano y el animal no humano. Hasta hace poco, habría sido impensado cuestionar el uso del animal en alguna de sus áreas; menos aún se habría podido considerar el pedir justicia a nombre de un animal agredido, o exigir un trato cuidadoso que procure el bienestar del animal con el cual el ser humano se relaciona, o más bien, que el ser humano utiliza. Ahora, la lógica parece ser otra, apareciendo en la ciudadanía nociones de obligaciones morales que tendríamos hacia todo animal. Estas obligaciones serían principalmente, el evitar el sufrimiento del animal, y el procurar maximizar su bienestar. ¿Por qué? Pues porque innegable es que todo animal sufre, sea cual sea su especie. Y, si el sufrimiento del animal parece ser análogo al del ser humano, ¿por qué habríamos de tratarlo de otra forma? ¿Merece un trato distinto al absoluto y tajante rechazo?

[cita tipo=»destaque»]Podemos esperar que la problemática que ya ha invadido la tenencia responsable de animales de compañía, y ahora la esfera del rodeo, se extienda a otras áreas que requieren de una relación humano – animal.[/cita]

El concepto de especismo (o especieismo) fue acuñado en 1970 por Richard Ryder y popularizado principalmente por Peter Singer en su libro Liberación Animal. Por acto especista se entiende todo acto de discriminación o explotación de un individuo perteneciente a una especie animal distinta a la del ser humano, basado solamente en la creencia de superioridad de éste último. Advirtiéndose que son varios los miembros de la especie humana los que carecen de las habilidades medias de razón, lenguaje, y proyección, pareciera concluirse que el ser humano se privilegia ante otros animales por el mero hecho de pertenecer a la misma especie. Cabe preguntarse entonces, ¿es la pertenencia a la especie humana una característica suficiente para recibir un trato moral de mayor consideración? O bien, dicho de otro modo, ¿es la no pertenencia a la especie humana una característica suficiente para otorgarle a ese animal no humano un trato menos benevolente, un trato que le provoque dolor y sufrimiento? Esta es la discusión que viene a instalarse lentamente en las mentes de quienes buscan promover un trato de igual consideración moral hacia el animal no humano, buscando reducir, o bien, eliminar el maltrato animal en sus diversas áreas. Pues repitiendo las palabras de Jeremy Bentham, «la pregunta no es: ¿pueden pensar?, ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?».

Podemos esperar que la problemática que ya ha invadido la tenencia responsable de animales de compañía, y ahora la esfera del rodeo, se extienda a otras áreas que requieren de una relación humano – animal. Es este un nuevo desafío al cual nos enfrentamos como sociedad, y el cual requiere desde ya de una amplia y constante reflexión ciudadana, de una vasta preparación profesional que promueva un trabajo interdisciplinario en los diversos aspectos relacionados con el bienestar animal, y de un cuerpo legislativo preparado para promover  una normativa que haga eco de esta problemática.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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