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Sobre «Mitos y verdades de las Afp»

Por: Pablo Sotomayor


Señor Director:

Alejandra Matus, en su libro “Mitos y verdades de las AFP” dice que “El mayor mito de todos es creer que, si has cotizado en forma estable (en las AFP), vas a tener una buena pensión” omitiendo que la cotización (para pensiones) es la mitad de la que se pagaba en el sistema de reparto; que los afiliados pueden desde ya, sin ley alguna, cotizar voluntariamente; y que la expectativa de vida en Chile ha aumentado, por suerte, en muchos años (en que no se aporta y se tienen que financiar), lo que debe solucionarse en el actual debate sobre el tema. Se puede, por lo tanto, tener una buena pensión dependiendo del esfuerzo personal para ello.

Así como en esta materia, en “Mitos y verdades de las AFP” existen innumerables sesgos negativos, en un contexto en que un sistema de reparto para Chile es inviable, lo que intentaremos demostrar, no sólo en esta columna sino que también en otras, por su complejidad técnica.

Afirma, también que «Otro de los mitos y está súper incorporado culturalmente, es que tienes una cuenta individual y eres dueño de ese dinero…” y agrega que no es así “porque no tienes ninguna posibilidad de pedir que te paguen todo el dinero. O que lo puedas retirar e invertirlo en otra cosa, por ejemplo, en un departamento….”, pero omite decir que es del afiliado con la restricción que sólo lo puede destinar a su vida pasiva para sí o su familia, en vida, como pensión o cuando fallece, a sus descendientes, como herencia. No señala que el trabajador podría adelantar o retrasar su pensión, que puede elegir el tipo de pensión que desea y retirar una parte, como excedente, al momento de jubilarse. También, cambiarse de AFP y de Fondo. Vale decir: que todo lo que ahorró se lo van a devolver, además, con la rentabilidad que logró.

Por lo que el libro demuestra, expone Alejandra Matus, que el sistema está hecho igual que en el sistema de reparto, solo que acá alguien se queda con una porción del tema. Si tú lo ves como un globo, mensualmente solo una pequeña proporción es para pagar pensiones. El resto se queda ahí, y sigue aumentando el pozo porque todos los meses los trabajadores vuelven a contribuir y las AFP gastan menos de lo que reciben en pensiones. Por lo que tú no recibes tu plata. A los jubilados les pagan con el dinero que entra de los cotizantes activos.

¿Alguien se queda con una porción del tema? ¿Quién?. Respuesta, que se puede confirmar con la Superintendencia, es el afiliado, los miembros de su grupo familiar si hay derecho a pensión de sobrevivencia o sus herederos; si no hay parientes, será el Fisco quien reciba los dineros porque es quien sucede al causante cuando no hay herederos testamentarios o familiares. Por esta razón no es efectivo, por decirlo eufemísticamente, que el “resto se queda ahí, y sigue aumentando el pozo” ni que a “los jubilados les pagan con el dinero que entra de los cotizantes activos”. Esto no es una verdad del sistema; es un mito de las personas que no lo han estudiado y que por ello desconocen el sistema, desprestigiándolo sin base ni fundamento.

A la hora de jubilar el sistema considera, como se sabe, la expectativa de vida del afiliado y su cónyuge e hijos menores; el fondo ahorrado y su rentabilidad; y una estimación de la rentabilidad futura del saldo de la cuenta, que se recalcula año a año, de lo que se infiere que mientras más ahorre; más tarde se retire; y mayor sea la rentabilidad: mejor será su pensión. De ahí que deba aumentar el porcentaje sobre el sueldo que se deba cotizar. El monto y la fuente deberá determinarse en el actual debate sobre la materia. Lo mismo debiera ocurrir con la edad del retiro, lo que en otros países se ha cambiado pero que en Chile no existe el coraje para discutir entre los involucrados y los técnicos en demografía.

Asimismo, el sistema de AFP considera la posibilidad – si el afiliado opta libremente al efecto – por pensionarse en la modalidad de renta vitalicia en una compañía de seguro de vida y para ello debe contratar con ella y retirar una parte o el total de sus fondos de su cuenta, que deja de ser heredable, pagar el precio del seguro con tales recursos y retirar el monto de su pensión hasta su fallecimiento, eliminando el riesgo de una eventual longevidad. Cabe hacer notar el elemento solidario que implica esta modalidad en que los fallecidos antes de que alcancen la edad correspondiente a su expectativa de vida financian a los que la superan, fenómeno especialmente destacable en el caso de las mujeres que tienen posibilidades de vivir mayores que los hombres.

El sistema de reparto, por otra parte, ¿podrá mejorar las pensiones?. Osvaldo Larrañaga, de Naciones Unidas, en el Documento de Trabajo 2010 – 4 se refiere a El agotamiento del Estado Bienestar corporativo: 1952-1973, diciendo:
“Las pensiones de vejez empezaron a ser financiadas por un sistema de reparto. Los obreros hombres seguirían jubilándose a los 65 años, pero las mujeres podían hacerlo ahora a los 60 años, en reconocimiento a sus responsabilidades en las tareas de hogar. Para los empleados se mantuvo la edad de retiro a los 30 años de trabajo, con 50 años de edad cumplidos. La distinción entre pensiones de vejez para obreros y pensiones de retiro para empleados muestra que la segmentación ocupacional seguía siendo un eje articulador de la seguridad social. El retiro estaba asociado a la noción de “descanso” después de 30 años de trabajo, mientras que el criterio de vejez, en el caso de los obreros, aludía a una dificultad física para seguir trabajando”.

Y, agrega: “El gasto en seguridad social creció exponencialmente, por aumento en el número de pensionados y de receptores de la asignación familiar, y por la generosidad de los beneficios para los grupos privilegiados, como el retiro a los 55 años para ciertos sectores de empleados. La administración de las Cajas se tornó progresivamente deficiente, registrándose altas tasas de evasión en el pago de las cotizaciones y baja o negativa rentabilidad de los fondos invertidos. Para conseguir financiamiento se recurrió al aumento de las cotizaciones que llegaron a representar más del 50% del salario. En su mayor parte, eran pagadas por empresas que respondieron con aumentos en el precio de los productos o evadiendo el pago previsional. A la postre, se generaba mayor inflación y caída de los salarios reales.”

Resulta claro que el sistema de reparto fue injusto, discriminatorio y contrario al avance de cualquier idea de igualdad social y económica; además de no ser solidario según la cita transcrita, no es financiable considerando la relación de trabajadores activos y pasivos, estando en vías de que un trabajador activo, además de pagar sus impuesto a la renta e IVA, deba financiar la pensión de un trabajador pasivo que a todas luces no parece factible.

Para concluir, los directamente afectados – trabajadores y pensionados – deben acceder a información, formar su opinión en un proceso coherente y masivo, para que puedan participar en el debate de esto, que les afecta directamente, requiriéndose de técnicos experimentados en finanzas, población y previsión, con información suficiente para que la gente tenga la posibilidad de estudiar, conocer y decidir con responsabilidad un sistema legítimo y viable para el país y buenas pensiones para las personas, en base a la realidad de las familias y de las reales posibilidades de un país como Chile.

Pablo Sotomayor E.
Abogado

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