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Falsa certeza jurídica

Por: Manuela Veloso


Señor Director:

En el último tiempo, varios economistas y empresarios ligados a la derecha se han quejado de que la incerteza jurídica se estaría expandiendo por nuestro ordenamiento jurídico. Al respecto, cabe preguntarse ¿es la certeza jurídica un valor a defender? Si es así, ¿por qué?

Nuestra respuesta debiera ser clara: sin duda que sí, la certeza jurídica es un valor. Al menos por dos razones. En primer lugar, porque la certeza jurídica es condición de posibilidad de la democracia. Para que exista algo así como la voluntad soberana del pueblo, su contenido debe estar determinado en un grado aceptable de certeza. De lo contrario, no podríamos hablar de una voluntad del pueblo versus a otra voluntad alternativa; sin un contenido determinado, sencillamente no hay voluntad, sino ambigüedad e incertidumbre. Y en segundo lugar, porque la certeza jurídica hace posible que las personas conduzcan sus vidas sabiendo si sus decisiones las expondrán a la coacción estatal, es decir, hace posible la libertad.

Sin embargo, debemos distinguir la certeza jurídica de la petrificación del derecho. La democracia no solo requiere que la voluntad del pueblo esté determinada, sino que también exige que esta esté abierta al cambio. Sin la posibilidad de que el pueblo vuelva sobre sus propias decisiones a fin de modificarlas a la luz de un entendimiento distinto de los hechos o de los que nos debemos unos a otros, sencillamente no existe democracia. La política democrática necesita que las posibilidades de transformación permanezcan siempre abiertas.

En resumen, respecto del presente, la democracia requiere certeza jurídica, y en cuanto al futuro, exige la apertura al cambio.
Ahora volvamos a los reclamos de los economistas y empresarios de derecha ¿sus alegatos tienen que ver con la certeza jurídica? La respuesta es no. Cuando se quejan de las iniciativas en pro de nueva Constitución o de las reformas tributaria y laboral apelando a la certeza jurídica, lo que de verdad piden es que las cosas no cambien, es la mantención del statu quo. Pero como eso no suena tan atractivo, prefieren encubrir sus demandas con un ropaje más luminoso, ahí es donde aparece la famosa certeza jurídica.

Manuela Veloso, abogada

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