Publicidad

Candidatos Presidenciales y Parlamentarios, ¿qué será de la «Libertad»?

Sebastián Astete
Por : Sebastián Astete Licenciado en Arte y Comunicación.
Ver Más

Los aspirantes al poder, durante estos 2 meses, transitan en las ferias, poblaciones y negocios junto a un “team” de fieles. Todos equipados con poleras, globos y millones ¿de dinero? No, de volantes, calendarios y chapitas, que reparten entre sonrisas y abrazos. Una copia, de mal gusto, a las promociones, de mal gusto, de chicles o cervezas que presenciamos en las playas durante el verano ¿Contenido? Ausente.


“Helmer: (…) ¿De esa manera vas a traicionar los deberes más sagrados?

Nora: ¿Cuáles son mis deberes más sagrados?

Helmer: (…) Los deberes con tu marido y tus hijos.

Nora: Tengo otros no menos sagrados. (…) Creo que, ante todo, soy un ser humano igual que tú (…) Debo cerciorarme de quién de las dos tiene la razón, si la sociedad o yo.

Helmer: (…) ¿No tienes la religión?

Nora: (…) No sé exactamente qué es la religión.”

Una Casa de Muñecas, Henrik Ibsen, 1879.

Revisar la palabra “Libertad” no es un ejercicio nuevo. A lo largo de la historia, diferentes pensadores han intentado describir este concepto. Un vocablo, un estado, impregnado de sueños, realizaciones personales y aspiraciones colectivas. Por momentos, expresada junto a un suspiro de resignación y en otras ocasiones, abrazada a un grito desesperado, también, contenida en tratados internacionales y en nuestra Constitución Política. Un sentimiento musicalizado por los diferentes actores sociales, todos, quienes depositan en ella parte del sentido de su existencia a pesar de los desencuentros que se producen al ejercerla como derecho.

¿Existe un consenso de qué es la “Libertad”? Cuando los candidatos presidenciales usan y abusan de esta palabra, que palpita fuertemente en los espíritus de todos, la sociedad corre un grave peligro. Muy pocas veces los aspirantes al sillón presidencial se detienen a explicar en profundidad qué representa para ellos. Depurar “libertad” y “libertades” rompe el manto de fantasía sobre el electorado, un recurso que no desean desperdiciar.

Candidaturas cargadas de infinitas propuestas, muchas de ellas son simplemente consignas, disociadas de la realidad jurídica de nuestro país y de un verdadero plan en cifras. Existe un desierto entre los compromisos y la identificación de recursos que se necesitan para alcanzarlos. Lamentable, porque sabemos que el presupuesto fiscal representa la materialización de las prioridades sociales y económicas del Estado; pero es más fácil emitir discursos basados en el “retorno de la libertad” porque imposibilita a la ciudadanía exigir el cumplimiento a un compromiso difuso, obscuro.

La “Libertad” no ha sido producto espontáneo de la naturaleza u origen divino, sino una lucha dolorosa de un extenso proceso civilizatorio, protagonizado principalmente por dos grupos. Uno que se resiste a la diferencia, con una visión totalitarista, amparado bajo la creencia que son los únicos guardianes de la moral en una sociedad perdida entre lujuria y falta de austeridad. Un sector que padece una grave enfermedad, la “bipolaridad”. Por un lado, luchan por encadenar al hombre y por otro, defienden un modelo económico que minimiza el control del Estado a cero para que los privados puedan vender y extraer sin límites.

El segundo grupo, lucha por ampliar el vocablo “al infinito y más allá”, para beneficios personales y a veces colectivos, olvidando los espacios públicos, virtuales y físicos. También, habita un tercer movimiento, más invisibilizado, pero que ha entendido que la evolución social no está suplantando a una libertad por otra, sino simplemente desenterrando acepciones no consideradas. Un ejercicio que puede confundirse con una simple “masturbación intelectual” pero será la base para avanzar a la siguiente etapa.

El texto dramático “Una Casa de Muñecas” del noruego Henrik Ibsen, publicado en 1879, cuenta la historia de Nora, una mujer que aparenta vivir en un mundo libre de preocupaciones, junto a su esposo, Torvaldo Helmer, y sus tres hijos; quienes habitan un mundo “perfecto”.

La aparición de Krogstad, un prestamista, tensiona la historia e impulsa el viaje de Nora, quien finalmente dejará su hogar para ir en busca de sí misma, después de un recorrido que se plasma en una pieza de tres actos que evidencian con maestría como las circunstancias van modificando a la protagonista.

El estreno de esta obra se circunscribe en la segunda mitad del siglo XIX, posterior al triunfalismo de la burguesía, develando la hipocresía oculta detrás de las ideas de familia y maternidad como único motor de realización para la mujer. Como es de suponer, esta obra de teatro no estuvo exenta de escándalos y críticas por gran parte de la sociedad europea. Hombres y mujeres no comprendían la situación de Nora, incluso actrices se negaban a representar ese papel. Una temática que hoy parece sacada de cualquier telenovela vespertina, absurda y arqueológica, como muchas discusiones que se viven hoy en el Congreso.

Pero la genialidad de Ibsen sobrepasa la problemática de la mujer como objeto, sin duda el texto permite reflexionar sobre el enfrentamiento entre individuo y ciudadano, que fácil puede confundirse con individualismo, pero en este caso es el reconocimiento de la individualidad. ¿Encuentra alguna similitud con la realidad?

Sobre lo anterior, Anderson Imbert comenta “Ibsen no reclama la igualación de los sexos. De las mujeres amaba la gran diferencia. Por eso Nora no defiende sus derechos de mujer, sino su dignidad de criatura humana”. La protagonista es una figura de enorme valor que encarna la problemática del individuo, que se separa de la doxa, como diría Platón, y decide trabajar por la libertad y la verdad, no en verdades absolutas sino subjetivas, abiertas a revisión.

Una apertura que debería tener todo legislador. Mujeres y hombres que asumirán como los próximos diputados, senadores y presidente deberían ser capaces de legislar, como diría Aristóteles, desde el justo medio. La ley no debiese aplastar la diferencia sino integrarla, resguardando la libertad y derechos de todos, y no sólo de algunos privilegiados. Pero lamentablemente, no sucede. Trabajan la igualdad pretendiendo uniformar a la sociedad y no haciéndose cargo de la diversidad.

El Congreso se ha transformado en una guerra de familias, tal película “El Padrino”, aunque en realidad, parece más bien un grupo de “pichangueros” de barrio que compiten por la copa “Presidencia 2018 – 2021”, desconectados absolutamente del Chile que no es militante de un partido político y que no aspira a un puesto laboral bajo el alero de las autoridades electas.

Fuerzas políticas que continúan trabajando por implantar un modelo de sociedad sólo para ellos, apropiándose de la verdad moral, religiosa y política. El rostro principal es la UDI y gran parte de la bancada de derecha, quienes tratan a la ciudadanía como incivilizados y no sólo buscan ordenar la conducta humana en sociedad, sino adentrarse en los espacios más íntimos de las personas, restringiendo todo tipo de libertades, atacando al fuero interno y desprotegiendo de derechos a todos aquellos que no amen, piensen y compartan una vida cercana a las creencias que interpretan en la Biblia. Ahí, es donde se confunden. La sociedad no está pidiendo asistencia a las “entidades religiosas”, instituciones privadas, sino al Estado.

Un sector que dice no al matrimonio entre personas del mismo sexo; no a la autonomía de los pueblos originarios y mucho menos escaños especiales en el Congreso; no a una sincera y verdadera protección a los pescadores artesanales, quienes están sufriendo de costas desabastecidas de especies; no al aumento del sueldo mínimo porque los empresarios se asustan; no a la diferencia en general. ¡No a nada que rompa con los paradigmas patronales del siglo XIX! Una frase panfletaria y añeja, pero que los hechos la mantienen vigente como la obra de Ibsen.

A modo de ejemplo, la ley de filiación, aprobada en 1998, que iguala los derechos de los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio, rompiendo con la discriminación que estaba vigente desde 1855 entre hijos legítimos, ilegítimos y naturales, fue un debate que duró casi 5 años, con argumentos en contra del proyecto, tales como “Cuando un hijo formado fuera de la familia tiene iguales derechos sucesorios que los hijos que sí han sido formados al interior de ella, se debilita la institución del matrimonio, por una razón de justicia”, manifestado por el entonces senador Francisco Prat, RN, en una sesión celebrada el 5 de marzo de 1997.

El actual senador, Hernán Larraín, UDI, enfatizó en ese tiempo que “no responde a un criterio realista intentar que la ley iguale aspectos de la relación humana que la NATURALEZA ha hecho diferentes”, es decir, los “huachos” no son los mismo que un hijo de familia, dicho en buen chileno. Entonces, bajo la mirada de este parlamentario, un hijo nacido producto de una violación, “una madre soltera”, entre otros casos, debe tener un trato distinto a un hijo nacido al interior de un matrimonio, sujetos condenados por el origen de sus padres. ¿Qué diría Dios?

Sin ir más lejos, en el año 2004, la ex diputada de la UDI, María Angélica Cristi, durante la discusión de la ley de divorcio señaló que “Ser madre de un hogar bien constituido y poder educar a sus hijos son principios esenciales de la realización de la mujer (…) El divorcio se interpone entre la mujer y sus legítimas aspiraciones a la felicidad.”

Podemos encontrar una larga lista de declaraciones similares en tono y “calidad humana”, Jacqueline van Rysselberghe y Ena von Baer son fuentes emblemáticas de estos contenidos atemporales con orígenes medievales, o cercanos a la sociedad de Ibsen. Por eso, estas fechas son fundamentales, los ciudadanos deciden quiénes serán los próximos representantes de sus intereses.

Los aspirantes al poder, durante estos 2 meses, transitan en las ferias, poblaciones y negocios junto a un “team” de fieles. Todos equipados con poleras, globos y millones ¿de dinero? No, de volantes, calendarios y chapitas, que reparten entre sonrisas y abrazos. Una copia, de mal gusto, a las promociones, de mal gusto, de chicles o cervezas que presenciamos en las playas durante el verano ¿Contenido? Ausente.

¡Cuidado! No debe sorprenderse si encuentra una fotografía con su rostro en el “Facebook” de algún candidato. El simple gesto de recoger el “papel informativo” es motivo para que el fotógrafo del “comando” capture el momento y viralice la imagen afirmando “nuestro candidato recibe el respaldo de la comunidad”. Un fenómeno que sucede cada 4 u 8 años, paciencia. Terminando las elecciones, si tiene suerte, los volverá a reencontrar en una próxima elección. Como si por magia desapareciera el espacio público mientras ejercen su cargo.

¿Qué hacer? Sin duda, se hace imprescindible revisar en casa, qué entendemos por libertad, libertades, individualismo versus individualidad, igualdad que no es lo mismo que idéntico unos con otros, antes de escoger a las próximas autoridades. El contenido tendrá que darlo el pueblo en estas elecciones. Importante, el recambio no es por Twitter sino en las urnas el próximo 19 de noviembre. Deberá escoger quien puede velar mejor por la protección a los suyos. Cuando nos avergonzamos de la diversidad que existe en el núcleo familiar, es más fácil que las próximas autoridades quieran liquidar esas diferencias.

¿Qué será de la libertad? La Libertad espera detrás de una puerta, con un candado abierto que el hombre ciego insiste en que está cerrado.

Publicidad

Tendencias