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La campaña del terror en Chile

Por: José Manuel Larraguibel Rozas


Señor Director:

En Chile, al igual que en cualquier país del mundo, ha existido la campaña del terror como una estrategia de propaganda política para promover y difundir, en tiempos electorales, información tergiversada que emite un bando político hacia su votante sobre las consecuencias “nefastas” que pueden ocurrir si ganase en la contienda el bando rival.

Hay muchos ejemplos a lo largo de la historia en nuestro país: como la campaña de la derecha contra Salvador Allende tanto en las elecciones presidenciales de 1964 como el de 1970, difundiendo el miedo a sus votantes bajo la creencia de que si el abanderado del Partido Socialista ganase el cargo de Presidente de la República, convertirá a Chile en una “Segunda Cuba” o en un país satélite de la extinta Unión Soviética, tomando en consideración el entonces contexto de la Guerra Fría.

Lo mismo se puede decir durante la campaña del Plebiscito de 1988, donde el entonces Gobierno Dictatorial Cívico-Militar de Augusto Pinochet difundió la idea de que si gana el “NO» Chile volvería al polarizado tiempo de la Unidad Popular presidida por Allende, cuyo mismo argumento la derecha lo usó para referirse a la entonces candidatura de Ricardo Lagos en 1999 y 2000.

En octubre, el Presidente de la Bolsa de Comercio de Santiago, Juan Andrés Camus, dijo en una entrevista a El Mercurio, a modo de predicción, y a propósito del contexto del lento crecimiento económico y la expectativa política para las elecciones: “Claramente, si no saliera elegido Piñera, la probabilidad que tengamos un colapso en el precio de las acciones es alta”. Luego agrega: “Va a depender de cómo sigan las proyecciones de los resultados de las elecciones. Todavía siguen siendo bastante favorables para el Presidente Piñera y yo creo que eso para los inversionistas parece una buena noticia. Mientras eso sigue así, vamos a tener un mercado más bien boyante que deprimido”.

Finalmente, a propósito de la elección presidencial de segunda vuelta, entre el abanderado de centroderecha, Sebastián Piñera, y el de centroizquierda, Alejandro Guillier, la electa diputada, en representación de Renovación Nacional, y ex maratonista, Érika Olivera, emitió unos comentarios donde compara el programa de gobierno de Guillier con el cuestionado régimen venezolano de Nicolás Maduro: «…Entreguemos el mensaje de quitarle el miedo a la gente porque hoy día lo que provoca el otro sector, precisamente, es el temor. A mí no me gustaría tener un país como Venezuela. Y lo digo sinceramente. No me gustaría que mis hijos vieran una realidad como la que vemos a través de los medios de comunicación, lo que están viviendo millones de venezolanos». Más tarde afirmó: «Es lo que veo para el futuro de nuestro país si seguimos así. Lo más probable es que vayamos hacia allá y eso es lo que yo como persona de esta sociedad no quiero eso para mi país,… Quiero un país libre, quiero un país que tenga oportunidades, un país que progrese, un país que avance en todos los sentidos…».

En síntesis, la derecha nos estaría haciendo creer que si Alejandro Guillier gana, Chile tomará el camino de la “ruina” y de la “destrucción” a través de una supuesta izquierda ideológica dictatorial y marxista que representaría el abanderado.
Más allá de lo que represente Guillier, la mirada que sus detractores tienen con el candidato de centroizquierda, no es más que un montaje tergiversado que la derecha y los medios de prensa, cooptados por los grupos económicos de poder, recrean de manera exagerada para transmitir a la gente miedo e incertidumbre al plantear que la única forma que las personas tienen para llegar al desarrollo es la mantención del statu quo actual y que todo cambio, de menor a mayor escala, es sinónimo de caos.

El uso del miedo fue una estrategia que la derecha y los grupos de poder usó por generaciones para mantener a la gente, o mejor dicho, a las masas en el estado pasivo para que no se conviertan en personas autónomas y dotadas de pensamiento crítico. Lo hace bajo la creencia de que la gente común es ignorante e ingenua, tomando en consideración lo que decía el Ministro de Propaganda del Régimen Nazi, Joseph Goebbels: “Una mentira mil veces repetida, se convertirá en verdad”. La “nueva institucionalidad y la democracia protegida” del fundador de la UDI, Jaime Guzmán, es un claro ejemplo al respecto.

Sin embargo, creo que a la derecha y los grandes grupos de poder se les olvida que los tiempos han cambiado y que la masificación y sofisticación de las tecnologías y las redes sociales han roto todo tipo de barreras para la circulación de información. Lo mismo ha contribuido a que la gente ya no sea tan ingenua como antes, y se haya empoderado cada vez más en su proceso de concientización para adquirir autonomía, exigir derechos y reafirmar sus deberes dentro de la sociedad.

Por lo tanto, en la actualidad, si personeros de la derecha o los defensores del statu quo siguen emitiendo discursos basados en el miedo, se encontrarán muy pronto con la reacción de mucha gente escéptica ante sus palabras y que terminará por ridiculizar sus argumentos.

José Manuel Larraguibel Rozas, Licenciado en Historia

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