Publicidad

Cuando la carencia es la teoría

Luis Machuca
Por : Luis Machuca Ingeniero Comercial (U. de Concepción), Magister en Planificación y Gestión Educacional (UDP), docente universitario y consultor.
Ver Más


Si hay un aspecto de la ideología de las fuerzas genéricamente llamadas “de izquierda” en donde ha existido una grave carencia, es en el desarrollo de las ideas económicas. El primer tomo de “El Capital” de Marx se publicó hace 150 años. Se utilizó como texto fundamental de economía política durante 120 años no solo en países que adherían explícitamente a la ideología marxista sino además en universidades de todo el mundo, América Latina incluida. Personalmente, lo estudié profundamente durante casi tres años en mi calidad de estudiante de economía en la Universidad de Concepción.

La teoría económica basada en los principios desarrollados en el texto, tales como la planificación central y los efectos de la acumulación de capital y las crisis inherentes al capitalismo, fueron la base del pensamiento y la práctica económica de las economías que adherían a la ideología ya explícitamente o por afinidad. El sistema funcionó hasta bien avanzado el siglo XX. Muy probablemente hasta promediar los 80. La teoría se fue enriqueciendo con los aportes de diversos autores, la mayoría de ellos provenientes de Occidente, especialmente Inglaterra. América Latina también hizo su aporte.

Sin embargo, la sorpresiva desintegración del bloque soviético tuvo efectos inmediatos en el desarrollo de la economía política de orientación o base marxista: si el sistema político que la sustentaba había fracasado, entonces parecía obvio que no tenía sentido perseverar.  El capitalismo había triunfado y con él su deformación inevitable – el neoliberalismo – que ya, a mediados de los 80, comenzaba a campear. Cabe señalar que la Unión Soviética se desintegró producto de perder, básicamente, una guerra económica.

Efectivamente, durante prácticamente 40 años debió ir elevando la apuesta en gasto militar a objeto de neutralizar una eventual amenaza de Occidente. Se trató de un juego de suma cero. Eventualmente podía haber un ganador. El que pudiera gastar más, porque un enfrentamiento armado en regla, estaba descartado.  La obligada atención al gasto militar, llegando este a bordear el 40% del PIB, necesariamente llevó a desatender las necesidades de consumo de la población, surgiendo entonces la insatisfacción del ciudadano consumidor.

En este punto es necesario señalar que tampoco la teoría económica capitalista o liberal ha tenido grandes saltos cualitativos, desde la aparición de “La Riqueza de las Naciones” de Smith, hace casi dos siglos y medio. En el transcurso de este tiempo han ido surgiendo, por cierto, determinadas visiones que enfatizan más determinados aspectos del devenir económico tales como el monetarismo, las políticas fiscales, el comercio internacional  y la globalización de mercados. No ha sido necesario ir más lejos. Se aplica aquí aquello de “caballo ganador no se cambia”. El centro de la teoría y del sistema político que sustenta es lo privado: iniciativa y propiedad.

[cita tipo=»destaque»]Siendo un axioma básico el hecho que quien tiene que diseñar nuevas estrategias es el que perdió, resulta entonces determinante para entender el estado de estancamiento y franco retroceso de las ideas de izquierda en el mundo, la incapacidad de éste para formular un nuevo marco teórico de la economía política. [/cita]

Siendo un axioma básico el hecho que quien tiene que diseñar nuevas estrategias es el que perdió, resulta entonces determinante para entender el estado de estancamiento y franco retroceso de las ideas de izquierda en el mundo, la incapacidad de éste para formular un nuevo marco teórico de la economía política. Dicho marco teórico habrá de ser construido a partir de una realidad nueva, surgida hace ya tres décadas y acentuada en los últimos 20, en donde el ciudadano ya no milita sino más bien adhiere erráticamente a aquellas visiones y proyectos de economía y sociedad que parecen ofrecerle mayores garantías de acceso a bienes y libertades personales. Pero, ése mismo ciudadano es el primero en reclamar mayor regulación y presencia del estado cuando las cosas van mal.

Nuestra realidad local es un ejemplo bastante claro de lo señalado. Aún, los visionarios que llevaron adelante la candidatura presidencial derrotada se están preguntando por qué el ciudadano que marchaba No + AFP y que reclama gratuidad en educación pudo haber votado por la opción ganadora. Dejando de lado el hecho que esta última optó también por enarbolar algunas de estas  banderas, es bastante evidente hoy que esos votantes eligieron la alternativa que, a su juicio, les garantiza con mayor probabilidad el bienestar económico.

En una columna anterior (El Ciudadano Contradictorio) me refería justamente al fenómeno en que el votante puede, simultáneamente, marchar contra el sistema de pensiones y votar por quien garantiza no modificarlo en su esencia. Marchar contra la ley de pesca y elegir presidente a quien cuyo ministro de Economía la llevó adelante. En una manifestación extrema de esta suerte de estupefacción en que cayó la Izquierda después de la segunda vuelta, hay quienes incluso señalan como principal responsable de la derrota al propio elector que les dio la espalda. Falta de formación política aventuran algunos. Oportunismo, otros. Lo cierto es que lo que existe de fondo es carencia de una visión teórica sólida que ofrecer.

Cuando se tienen más de 20 años para efectuar modificaciones profundas a un modelo y se opta más bien por administrarlo no se puede esperar otra cosa. Hoy el ciudadano prefiere amanecerse para ser el primero en adquirir el último modelo de un producto cualquiera en lugar de asistir a una convocatoria política, en el caso que las hubiera.

Sin embargo, no dejo de ver la realidad local como un fenómeno puramente anecdótico en el contexto global. Amplificado porque acá vivimos y porque los medios y la interacción social lo magnifican. Sin embargo, lo que ocurre acá no incide en el resto de la sociedad global.  A lo sumo una huelga en Codelco o una gran minera privada del cobre, pueden afectar marginalmente el precio del mismo. Pero sí, cualquier hecho trascendente, económico o no, acaecido en una potencia económica mundial nos ha golpeado y nos golpeará  fuerte. Sea una crisis financiera o un atentado terrorista. Nuestras pensiones dependen más de un hecho de éstos últimos que de cualquier política local sobre la materia.

Así las cosas, la posibilidad de surgimiento de una alternativa sólida, que represente un  viraje en el curso actual, dominado aparentemente sin contrapeso por el capitalismo y liberalismo económicos, dependen del desarrollo de un modelo teórico alternativo, que muy posiblemente tome algunos elementos de desarrollos teóricos anteriores. Este modelo se puede estar incubando y su oportunidad puede surgir a propósito, por ejemplo, de la próxima crisis financiera global. Porque una cosa es segura. Se va a producir.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias