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Polivictimización: cuando el dolor no acaba

Por: Marcelo Sánchez


Señor Director:

Hace unos días, la División de Estudios de la Subsecretaría de Prevención del Delito presentó los resultados de la Primera Encuesta Nacional de Polivictimización y violencia hacia niños, niñas y adolescentes y donde se encuestaron cerca de 20.000 a nivel nacional, entre 12 y 17 años. Es un interesante esfuerzo que permite poner en perspectiva un fenómeno presente en el marco de la violencia contra la infancia cuando ésta no obedece a un hecho puntual, sino que es recurrente pues su persistencia da cuenta de que los factores de riesgo permanecen, forman parte de un contexto o de un sistema que abre o promueve espacios a vulneraciones reiteradas sin tener factores protectores que detengan dicho ciclo.

Un 46% de los estudiantes entre séptimo y tercero medio, ha sufrido al menos una victimización de delito común con ataque, 34% ha sufrido al menos una situación de maltrato por parte de sus cuidadores y un 65% ha sufrido al menos una victimización indirecta en la comunidad. El 10% de la muestra, en tanto, manifiesta haber sufrido 14 victimizaciones o más en su vida. Asimismo, a medida que aumenta el número de victimizaciones sufridas por un niño, se declaran mayores síntomas depresivos. Lo anterior se ve reflejado en situaciones como el abandono escolar, que muchas veces es la puerta de entrada de un gran número de catalizadores de riesgos como el consumo de alcohol, drogas e incluso el inicio de trayectorias delictivas, asimismo, estos pueden conducir a situaciones como el abuso sexual o la violencia constituyendo un cuadro de consecuencias que maximiza el daño y la vulnerabilidad de los niños en su crecimiento.

La polivictimización es un indicador irrefutable de exclusión social, es la evidencia de la incapacidad de prevenir, detectar e intervenir tempranamente sobre el entorno que los afecta, entre otros ambientes en la escuela, la familia o en el barrio. De allí que la clave está en conducir con integralidad, evidencia y sostenibilidad la instalación de dispositivos de prevención en la comunidad, que aborden de acuerdo a la realidad local los factores de riesgo y de protección que promuevan el desarrollo positivo de la Infancia.

Desde el año 2014 la Fundación San Carlos de Maipo y la Universidad de Washington implementan el modelo “Comunidades que se Cuidan” en 3 comunas de la Región Metropolitana, en cada una de ellas cerca de cincuenta líderes locales monitorean mediante una encuesta juvenil aplicada cada 2 años el conjunto de factores de riesgo y de protección que orientan la definición de un “Plan de Acción”, que ejecutan mediante la incorporación de programas y estrategias con distintos niveles de evidencia y resultados prometedores. Con cerca de 30 años de implementación internacional, la evidencia del sistema muestra que antes de 4 años de implementación del Plan el consumo de Alcohol y Tabaco se reduce 1/3 por efecto del modelo y el involucramiento delictivo de Jóvenes cae en un 25%.

Las conclusiones que se pueden sacar apuntan a que la efectividad comprobada está en relación a la prevención universal orientada a una matriz de factores (Embarazo Adolescente, Deserción, Violencia, Delincuencia, Consumo, Depresión) y no sólo a atacar un fenómeno de manera aislada.

Tener una mirada sobre la Polivictimización nos remite a buscar mecanismos preventivos y sistémicos, que puedan replicarse desde la política pública en los ambientes donde la exclusión social se ha ensañado con nuestra infancia y junto con la comunidad crear la protección que sabemos aún es inexistente para miles de nuestros niños.

Marcelo Sánchez, Fundación San Carlos de Maipo

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