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Viktor Orban y el “Terror Imigranti” Opinión

Viktor Orban y el “Terror Imigranti”

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Hace no mucho tiempo atrás, en Hungría vivía un joven romántico, puro, noble que odiaba y despreciaba el totalitarismo. Estudió derecho porque creía que el régimen comunista al que su país estaba sometido era la encarnación de la anarquía y sentía la necesidad desenmascarar la Gran Mentira. Viktor Orban, el sujeto de esta historia, en ese entonces era indomable, encantadoramente carismático y como muchos en Europa Central durante esos años, estaba enamorado de la visión de Karl Popper de una sociedad abierta y de los valores que le inculcó mi querido amigo, el difunto filósofo político ex-neo-marxista, György Bence.

En marzo de 1988, él y sus amigos fundaron Fidesz, un partido político de carácter liberal formado por jóvenes, sin ataduras al pasado que prometía renovación, rejuvenecimiento y regeneración. Su ímpetu regenerador no se hizo esperar y un año mas tarde, en junio de 1989, instó a Miklos Nemeth, el joven primer ministro comunista, a abandonar la ceremonia de re-entierro del asesinado héroe de la revolución húngara, Imre Nagy.

Sin embargo, poco tiempo después de la creación de Fidesz, muchos de los miembros fundadores decidieron abandonar este proyecto preocupados por el estilo altamente personalista de Orban, el cual ya empezaba a mostrar afinidad hacia un estilo y retorica claramente nacionalista y personalista. El otrora flamante liberal se volvió cada vez más conservador y no en el sentido occidental, sino en la tradición húngara de entreguerras acosada por el sentimiento xenófobo. Prueba de la involución valórica y ética de Viktor Orban se manifiesta cuando abiertamente declara su admiración por el dictador fascista húngaro Miklos Horthy, quién durante el periodo de entreguerras lideró un gobierno ultraconservador, autoritario, nacionalista y revisionista.

[cita =»destaque»]En los últimos años, empoderado por inapelables victorias electorales consecutivas llega al punto de pensar en sí mismo como el redentor de Hungría, y más preocupantemente aun, incluso de Europa. Participó en una campaña feroz contra su ex benefactor, George Soros, a quien demonizó como la encarnación de la plutocracia desalmada. Hoy en día, su partido político, Fidesz, ha propuesto e impulsado la controversial “ley anti –Soros”, que busca prohibir ONG’s pro inmigración en Hungría. A pesar de esto, Orban no tuvo reparos en aceptar una beca por el mismo Soros para realizar sus estudios de derecho en Oxford, Inglaterra. Él, Viktor Orban, fue el primer líder europeo que aprobó públicamente la candidatura de Donald Trump, con quien comparte lo que llamo “terror imigranti”, que promete e incluso busca erigir horribles muros. La antigua lumbrera antisoviética se convirtió en el amigo de Putin y la KGB .[/cita]

En los últimos años, empoderado por inapelables victorias electorales consecutivas llega al punto de pensar en sí mismo como el redentor de Hungría, y más preocupantemente aun, incluso de Europa. Participó en una campaña feroz contra su ex benefactor, George Soros, a quien demonizó como la encarnación de la plutocracia desalmada. Hoy en día, su partido político, Fidesz, ha propuesto e impulsado la controversial “ley anti –Soros”, que busca prohibir ONG’s pro inmigración en Hungría. A pesar de esto, Orban no tuvo reparos en aceptar una beca por el mismo Soros para realizar sus estudios de derecho en Oxford, Inglaterra. Él, Viktor Orban, fue el primer líder europeo que aprobó públicamente la candidatura de Donald Trump, con quien comparte lo que llamo “terror imigranti”, que promete e incluso busca erigir horribles muros. La antigua lumbrera antisoviética se convirtió en el amigo de Putin y la KGB .

En cierto modo, Viktor Orbán es como Jacques Doriot, el ex miembro del Politburó del Partido Comunista francés que se convirtió en el líder del Partido Popular Populaire Français. O, si bien, como Benito Mussolini, el ex periodista socialista que se convirtió en el dictador fascista. Es un renegado que intenta convencerse a sí mismo de que romper con su pasado es la elección correcta. Su objetivo estratégico es restaurar una nación homogénea, un estado fuerte (dirigido por él) y una Europa opuesta a la diversidad y la tolerancia. Su victoria de abril de 2018 lo catapultará a jefe de la Internacional Xenófoba, que pondrá en su estandarte la palabra: Mono. Un país, una nación, un líder.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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