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El histórico desafío político de Chile Vamos Opinión

El histórico desafío político de Chile Vamos

Elson Bórquez
Por : Elson Bórquez Ingeniero Químico. Máster en Estudios Políticos Aplicados
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No cabe duda de que el régimen político y el sistema de partidos en Chile adolece de fallas y asimetrías que deben ser subsanadas para fortalecer nuestra institucionalidad, para así generar más y mejor competencia. Sin embargo, por otro lado, no es menos cierto que nuestro régimen político goza de una estabilidad que ha demostrado ser sustento de acuerdos y avances para el país.

Dado lo anterior, un punto a destacar en el análisis es el incentivo que nuestro sistema tiene a la generación de coaliciones políticas que actúan “en bloque”, tanto para el régimen electoral como para ser gobierno u oposición.

El sistema electoral chileno (desde 1988 en adelante) premia el esfuerzo colectivo de los partidos políticos al agruparse en coaliciones, competir en forma de listas y concordar la generación de competencias y equilibrios entre sus miembros. Mas allá de la regla que existió hasta hace poco, que era la fórmula binominal, al interior de los conglomerados se generó un verdadero debate de cara a la presentación de cada una de las plantillas de candidatos.

Claramente, la Concertación ha sido -hasta el momento- la coalición más exitosa en la historia del país. Mas allá de lo discutible que fue su forma de gobernar en algunos tramos, se reconoce la capacidad de consenso entre las colectividades y la creación de una atmósfera de entendimiento nacional. En otras veredas, hemos visto pactos que solo se han dedicado a elegir escaños sin mayor entendimientos ni propósitos.

Hoy nos encontramos en el reflejo opuesto. Lo que fue de la Concertación no existe y las alianzas meramente electoreras de la centroderecha están en retirada. La actual coalición oficialista, Chile Vamos, tiene más similitudes de coalición de gobierno que nunca otra en su sector, no solo porque logró llevar a uno de los suyos a La Moneda, sino porque fue capaz de ensanchar su base de apoyo hacia el elector volátil y así minimizar al máximo las fugas en los partidos tradicionales. Por ende, hoy exhibe un mínimo de institucionalidad más allá de lo que el propio Ejecutivo impulsa.

En este contexto, el PRI Demócrata, siendo el partido más olvidado del bloque, ha ayudado estratégicamente a construir este ambiente de coalición en un sector que no había tenido el interés de entenderse para gobernar más allá de un paréntesis.

Las características de construcción de este partido regionalista, el pasado democratacristiano de algunos de sus líderes y la actual generación joven que sustenta a la nueva mesa directiva, hace que las posibilidades de seguir abriendo vetas hacia un mundo que tuvo cultura concertacionista y que hoy mira la TV sean verdaderas.

El PRI Ha sido un partido valiente que asume su rol de ser el menor del conglomerado, pero con miras a liderar propósitos de fondo, como son el fortalecer una cultura de coalición y gobernar dentro de un ciclo estable.

El futuro y el crecimiento de la centroderecha, y el propósito de al menos igualar los logros de la Concertación, dependerán del grado de priorización que todos sus integrantes puedan otorgarle, lo que incluye consolidar reglas claras para la convivencia en un marco siempre democrático, fomentar la diversidad y el respeto a los derechos humanos con memoria histórica y competir con unidad en el propósito de seguir en el Gobierno.

Eso sí, para lograr esta meta se requiere valentía y que sin complejos de ninguna naturaleza se dispute la presencia cultural en todos los ámbitos de la sociedad. Los partidos debemos debatir palmo a palmo en las centrales y gremios de trabajadores, en las aulas universitarias y en las juntas de vecinos.

Es prioritario dar cuenta de que ser mayoría estable no consiste solo en sumar números económicos, sino que de ser creíbles para un electorado que le importa la economía pero que necesita sentir cercanía y pertenencia con una hoja de ruta que rechace los abusos de toda índole, como también que avance en las pensiones y en la igualdad de oportunidades para el correcto desarrollo ciudadano.

El Gobierno del Mandatario Sebastián Piñera tiene clara su hoja de ruta hasta el 11 de marzo de 2022. Sin perjuicio de aquello, Chile Vamos se juega su paso a la historia como la coalición más exitosa de todos los tiempos, proceso que podrá lograr solo si consolida un marco de convivencia y si traza propósitos que vayan más allá del período presidencial en ejercicio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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