Publicidad
La electividad de Historia: una oportunidad para discutir el currículo de la asignatura Opinión

La electividad de Historia: una oportunidad para discutir el currículo de la asignatura

Edison Ortiz González
Por : Edison Ortiz González Doctor en Historia. Profesor colaborador MGPP, Universidad de Santiago.
Ver Más


El viernes pasado «el decano» publicó, a instancias de una filtración del propio Mineduc, la noticia bomba del fin de semana que ha acaparado reportajes, entrevistas y se ha tomado las redes sociales.

Como vengo de la cultura socialista ochentera, lo primero que pensé, dadas además las intervenciones anteriores de la actual ministra, que era un volador de luces para sacar al Presidente de su eterna gira a China con sus hijos (y socios) y a la propia secretaria de Estado de su derrota en Aula Segura.

Como especialista de la disciplina, y autor de algunos textos y papers, argumenté en ese sentido. Por entonces aún no habíamos visto el acuerdo 057/2019 que ratificaba lo señalado por El Mercurio el viernes pasado y cuya información venía con errores en la asignatura de Lengua y Literatura (decía “Lenguaje y Literatura”).

Ardieron las redes sociales y como un personaje involucrado, no dejé de recibir reclamos, preguntas y afirmaciones, no siempre en el mejor tono.

¿Por dónde empezar?

Por lo obvio: la normativa. La original propuesta que el Mineduc, a través de la Unidad de Currículum y Evaluación (UCE) envió al Consejo Nacional de Educación (CNE), durante el Gobierno anterior, contemplaba diez asignaturas de Formación General (FG), divididas en tres áreas: Expresión y Sentido (Artes, Filosofía, Lengua y Literatura); Representación y Comprensión (Ciencias Naturales, Educación Ciudadana, Historia, Geografía y Ciencias Sociales y Matemática); así como Bienestar Personal y Social (Educación Física y Salud, Orientación y Religión).

En tanto, en Formación Diferenciada (FD) se ofrecía una rica variedad de oportunidades para “explorar y profundizar” disciplinas, así como la promoción de “una mirada integradora y compleja de la realidad” y “fortalecer las posibilidades de electividad para promover la construcción de proyectos de vida”. Ambos niveles se transformaban con los cambios en una especie de primer año de universidad.

Así las asignaturas de profundización serían “Artes, Ciencias Naturales, Educación Física y Salud, Filosofía, Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Lengua y Literatura y Matemática”. El inglés, en tanto, sería obligatorio.

Un proyecto que se veía sería recibido y aprobado rápidamente tuvo, por el contrario, una ardua crítica y observaciones por parte del CNE, tanto a nivel general como por asignatura.

En el caso de la FG, la entidad en su acuerdo 043/2017 observó que “se revise la pertinencia de incluir diez asignaturas para conformar el Plan Común, considerando por una parte, que la Ley General de Educación estipula que los dos últimos años de enseñanza media son de formación diferenciada, entendiendo estas como una profundización en áreas de interés de los estudiantes; considerando, además que una menor cantidad de asignaturas podría favorecer una mejor integración y asimilación de ellas, y finalmente teniendo en cuenta  que este Plan Común se desarrolla en articulación con planes de formación diferenciada y horas de libre disposición”.

Es decir, ya había en ese acuerdo la sugerencia de disminuir la FG a menos asignaturas. Sabemos que los docentes de Filosofía estaban haciendo un largo lobby ministerial –Encuentro Nacional de docentes de Filosofía en julio de 2017 en San Fernando, al que asistió la entrañable Rosita Riquelme–  y los de Ciencias otro tanto. ¿Por dónde entonces se acogería la sugerencia del CNE: ¿Historia –en un Gobierno de derecha– y Educación Física y Salud? El resto, era intocable por normativa, lobby o principios.

En el caso de nuestra asignatura, el CNE, además de plantear la omisión de la economía y el derecho en la propuesta, observaba también que “se sugiere incorporar conceptos asociados a la vida democrática, incluyendo el análisis histórico de su desarrollo. También se recomendaba incorporar el concepto de Estado-Nación en las categorías de análisis en consideración de lo planteado en los Objetivos Generales de la Enseñanza Media de la LGE”.

Hasta que llegamos al acuerdo 057/2019 en que el CNE aprueba la propuesta ministerial que dejó en el plan electivo a Historia y a Educación Física, que fue el que desató la polémica la semana pasada, y además planteada en un medio discutible –El Mercurio– y con errores en su infografía.

¿El fin de la Historia?

Ni tanto. A pesar de las quejas, las advertencias, los llamados a paro y protesta el asunto no es tan dramático. ya que si bien es cierto el tema de la electividad es reversible, dada la profunda desligitimidad de los tres últimos gobiernos y la tentación de estos a revertir medidas impopulares.

Tampoco es menos cierto que  la ideología del nuevo currículo –que se complementa con el nuevo decreto de evaluación N° 67– deja más bien a este en manos de los establecimientos, por lo tanto es allí donde se juega el cara a cara de lo que se va a privilegiar en cada comunidad educativa.

El propio CNE ha dicho en su resolución que, en el caso del Plan de Formación Diferenciada, cada establecimiento educacional “deberá ofrecer un mínimo de seis asignaturas de profundización en cada nivel, de un total de 27 posibles”. En el caso de Historia se podrán profundizar Objetivos de Aprendizaje y Contenidos en Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Aquí la pregunta estará más bien en averiguar si los docentes estarán en condiciones curriculares para enfrentar ese desafío y los establecimientos en condiciones financieras para otorgar los electivos que la ley impone. Ya diversos directores han planteado sus dudas en ese sentido.

La propia autoridad educativa ha señalado la prioridad que tendrán los docentes de la asignatura para impartir Educación Ciudadana, aunque la 20.911 no señala explícitamente que sean dichos docentes los encargados, por exclusividad, de enseñar esa disciplina.

Entonces, en medio de esa confusión, empezaron a surgir los mitos y leyendas:

El ex jefe de Patria y Libertad Roberto Thieme colgaba en su muro una nota de la Revista de Frente, cuyo titular era “Chile desaparece desde 1960: estos son los contenidos que se dejan ‘optativos’ tras eliminar historia”. Lo cierto es que los Objetivos de Aprendizaje (OA) referidos a ese periodo se ven profundamente, así como sus Transversales (OAT), en la Unidad 2 – OA 10, 11,12, 13, 14 Y 15 – y 3- OA 16 a 21.

Aquí, la duda es, si bien esos OA y contenidos se alcanzan a realizar por parte del docente de la manera que lo plantea el programa, y no son más, una serie de hechos, fechas y acontecimientos que confunden y atrofian la mente del estudiante.

También abundaron las cartas de directores, jefes de carrera, connotados historiadores de la asignatura de diversas universidades que pusieron el grito en el cielo sobre la posibilidad de que el gremio pierda presencia y prestancia. En tal sentido, la discusión abierta resulta, también, una buena invitación para que dichas casas de estudio se tomen en serio la carrera que ofrecen, actualicen su malla curricular en el sentido de las Bases Curriculares y formen alumnos y alumnas que puedan responder a los desafíos del actual modelo curricular. En castellano: los formen como personas que van a enseñar, a manejar grupos humanos, y no como ratones de biblioteca, encapsulados en libros y sin contacto con el entorno, ni manejo didáctico.

A su vez, es el momento para que la UCE abra el diálogo con las universidades que forman profesores de Historia, y genere un link entre lo que elaboran sus profesionales y lo que se imparte en las universidades donde, cómo se sabe, no hay ningún diálogo profesional. El desconocimiento masivo de las Bases Curriculares es uno de los problemas mayores del ejercicio de la profesión docente hoy, y en el caso nuestro, una formación enciclopedista que no da cuenta de los desafíos del mundo moderno.

Cualquiera que revise los datos que aporta la evaluación docente se dará cuenta de que, en nuestra asignatura, también en las otras, estamos al debe en: relación entre actividades y objetivos, análisis de las fuentes, énfasis curricular de la asignatura, evaluación, preguntas y actividades, etc.

No es poco pedir que, en el contexto del debate abierto, el Mineduc pueda revisar las propuestas de las editoriales que diseñan los textos auxiliares para que estos, los verdaderos referentes curriculares de muchos docentes, alguna vez, coincidan con los programas de estudio no solo en unidades, sino en su nomenclatura curricular y en el desarrollo de habilidades.

Aquellos que queremos esta disciplina no podemos dejar de mencionar, además, que ella debe ser pensada para un público masivo –vean el éxito de Baradit– y no como un arte para iniciados, donde mientras menos te entiendan, mejor parar ti.

Por suerte me ha correspondido acompañar por diversos motivos a Gabriel Salazar en distintas charlas y talleres que imparte tanto a docentes como a alumnos y alumnas y es impresionante cómo lo conocen, lo celebran y lo leen. Entre los alumnos secundarios que asisten a sus talleres es una especie de rockstar que logra que un público no especializado lea sus textos y artículos.

El Premio Nacional es un buen ejemplo a seguir en el sentido de que no pierde cable a tierra y escribe sobre temas que le interesan al ciudadano de a pie. Seguramente no tendrá tanto paper en revistas indexadas, pero logra el propósito final de la disciplina: que lo lean masivamente y comprendan los planteamientos que señala. De hecho, no pocos piensan que él es el ideólogo del movimientismo en boga actual.

También, celebrar lo de Filosofía, disciplina tan maltratada por los gobiernos de la concertación, y que, hoy, dado el arduo trabajo de los docentes de la asignatura, y una opinión pública distinta a la anémica de comienzos de los 90, ha logrado revertir la ignominia a la que fue sometida durante ya casi 20 años.

Espero que al calor del debate sobre la obligatoriedad/electividad de la asignatura de Historia se inicie una discusión profunda sobre la pertinencia de nuestro currículo y la pesada herencia dieciochesca que pesa sobre él, lo que incluye, también, la composición del CNE, como todos sabemos, cuoteado por las dos principales coaliciones políticas que se reparten casi por igual los tres poderes del Estado, cada vez más con menor personal competente y casi siempre en beneficio propio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias