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Bala que no es loca

Por: Marcelo Sánchez


Señor Director: 

La Bala Loca se ha instalado huérfana, ajena, como si por generación espontánea apareciera irrumpiendo la paz de una familia, sin origen y con un destino fortuito, aleatorio, como algo inexorable que cada cierto tiempo cobra vidas como si fuera un ritual de sacrificio a los dioses de poder. La Bala Loca es la imagen de un mito, de quien quiere suavizar un fenómeno que esconde la más brutal de las desigualdades, que esconde el profundo abandono en la marginalidad, que no quiere reconocer que ese disparo no es fortuito, que busca precisamente dar fragilidad y sometimiento, busca poseer, vulnerar, instalar temor como dominio.

La Bala no es loca, la bala es Narco, es del que arrebató el territorio, del que corrompió nuestros niños, del que flageló nuestra Paz. Es el Narco Impune, que se pasea en el barrio e irrumpe en las noches, el que robó la alegría de los fuegos de artificios para con ellos sembrar angustias, el que puso sus matones en la cancha y en las barras, el que controla las esquinas de la escuela, el que sólo se pasea en tribunales, al que las pruebas mal hechas sacan libre, al que no buscan porque le temen o porque paga, al que se ríe de las autoridades o las ataca sin piedad y organizados, que quema sus comisarías, que corta sus calles, que confunde. Al que se hace pasar por protesta, que engaña, es el mismo que es la “Mano” ante un Estado ausente, el que aparece como protector para después desatar su ira cuando ve amenazado su reinado.

Hace algunos meses Baltazar murió por una “Bala Loca”, desde pocos días atrás otra pequeña que se aferra a la vida, pero sus historias siguen ahí, impactan, quedan al margen de unas líneas como han sido sus vidas para ser olvidadas. Sus familias encadenadas a volver, a ver la cara de quienes aprietan el gatillo, hacer del temor una rutina. Normalizada la violencia para poder existir, sobreviviendo porque para vivir no alcanza. Este es el rostro de la más profunda desigualdad, la que se olvida en las prioridades sociales, ajena al proceso constituyente y a los grandes acuerdos vociferantes. Un rostro del que solo vemos las sombras.

El narcotráfico teje cuidadosamente sus redes, la demostración de poder e impunidad de sus líderes, les resulta fundamental para penetrar con toda la capilaridad en el micro tráfico que llega a cada rincón. Cambiar esta realidad supone abordar las causas y no sólo las consecuencias de la violencia, del consumo y comercio de drogas, necesitamos fortalecer la prevención social, crear factores protectores en la familia, en la escuela, en la comunidad, así como dar una lucha frontal contra la exclusión social, recuperar los espacios degradados, avanzar en el desarrollo de la cohesión social. Desde el 2014 la Fundación San Carlos de Maipo y la Universidad de Washington están implementando el sistema “Comunidades que se Cuidan” que apunta a esta lógica, en base a activar a la comunidad y los líderes locales. Tenemos que cambiar el enfoque si queremos lograr un resultado diferente.

La Paz social es la Paz de todos, no puede ser la de un sector por sobre el otro, ni de un territorio olvidando lo que le sucede a miles de familias, a quienes miramos con lejanía cuando una bala destruye la vida inocente de un niño. No podemos luchar contra el abuso sobre los hombros de miles de abusados, de vidas frágiles, ocultas, sin voz, recluidas en ghettos, abandonadas. No habrá paz, nunca habrá, si no somos capaces de hacer frente a quienes pretenden pasar por sobre los excluidos para construir una nueva sociedad.

Marcelo Sánchez, gerente general de Fundación San Carlos de Maipo.

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