Señor Director:
Las niñas del siglo XXI tienen un imaginario impensado hace 20 años. Pueden prender el televisor, abrir sus redes sociales y encontrar presidentas, científicas, activistas, artistas; mujeres visibles y ocupando un espacio que, por siglos, les estuvo completamente vedado. Hoy, además, podrán observar a otras mujeres, en igualdad de condiciones que los hombres, participar del eventual nuevo pacto social, como único caso en el mundo.
Estos nuevos escenarios dan cuenta que, para las niñas del siglo XXI, todo es cancha. Pueden aspirar a ser todo lo que quieran, no como un ejercicio de ciencia ficción, sino como un sueño legítimo y alcanzable. Ello ha sido posible porque otras han corrido el cerco: porque toda participación en el espacio público de las mujeres ha sido fruto de sus luchas incesantes por el reconocimiento.
Aún nos queda un largo trecho, de ello no hay duda. Las niñas son el grupo etario en situación de mayor pobreza, tienen mayor prevalencia a ser víctimas de violencia sexual y, consecuencia de ello, padecer trastornos graves físicos y mentales. Las labores de cuidado, que muchas veces deben asumir, en ocasiones les impiden continuar sus estudios superiores y acceder a mejores oportunidades laborales. Sin embargo, cuando logran saltar esas barreras, sus trayectorias académicas y laborales tienen altos niveles de excelencia. Entonces, es tarea de las políticas públicas seguir avanzando para acortar estas brechas y hacerse cargo de la discriminación estructural e histórica que ha afectado a niñas, adolescentes y mujeres.
Con todo, la comunidad también debe asumir la responsabilidad de romper los “techos de cristal”, permitiendo así a niñas y jóvenes desarrollar el máximo de sus potencialidades y ser artífices de sus propios proyectos de vida.
Camila De la Maza
Coordinadora de Seguimiento Legislativo de Corporación Opción
