Opinión
Estamos en pleno receso legislativo y nuevamente los parlamentarios están en tela de juicio. Un reportaje emitido hace unos días en Meganoticias, dio a conocer que se ha destinado la considerable suma de $62.234.096 millones por concepto de pagos de viáticos al extranjero para senadores en 2019. Situación no menor dado lo tiempos que vivimos.
Por eso no causó extrañeza que muchos inmediatamente hayan salido a criticar a los Honorables, estableciendo eliminar definitivamente una parte de su sueldo, debido en parte a las altas remuneraciones que perciben mes a mes, lo que ha estado en boga desde la crisis social que se inició el 18 de octubre. Pero para ser sincero, desde mucho antes.
El tema de no disponer de viáticos para los legisladores en el extranjero no es un tema nuevo. Hace un tiempo en el Senado se presentó una iniciativa que apunta a modificar el Decreto Supremo N°1, de 1991, del Ministerio de Hacienda, el que señala la entrega de viáticos a los diputados y senadores por cumplimiento de comisiones de servicio.
Sin embargo, más allá de una crítica puntual y en caliente por la situación, lo importante es aclarar que los viáticos no se entregan porque sí, dado que, por norma, para labores legislativos se deben entregar recursos.
Eliminar por completo los viáticos no es el camino, ya que muchas veces son necesarios absolutamente necesarios para la labor que realizan legislativa que se lleva a cabo en el exterior.
De igual manera, rápidamente el Consejo para la Transparencia (CPLT), dio a conocer que las cifras son reguladas por decreto, aunque a la brevedad posible se necesita una mayor fiscalización o supervigilancia, específicamente desde un órgano autónomo, la que está contenida “Agenda Nacional de Integridad Pública y Anticorrupción” y hoy no está contenida en nuestro reglamento.
Finalmente, no se debe poner en tela de juicio la importante labor parlamentaria que realizan los diputados y senadores en sus viajes al exterior. No obstante, por el bien de la transparencia, es fundamental una mayor regulación, lo que será un símbolo para la ciudadanía, justo cuando el Parlamento no pasa por su mejor nivel de aprobación.
