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Cuando sí corresponde perder clases

Por: Claudio Jiménez Rojas


Señor Director: 

La sociedad del rendimiento en la que estamos, y a la que nos subimos cada día, sin duda que nos ha generado niveles de ansiedad que nos llevan a pensar desatinos como: “los escolares están perdiendo clases”. Frase que evidencia que seguimos tratando de alcanzar un poco de ese ritmo intenso, incesante y no necesariamente productivo al que nos habíamos acostumbrado. A pesar de que en el mundo se mueren miles de personas al día, seguimos teniendo gestos que demuestran una insensibilidad preocupante. Y aunque es cierto que hay cosas que podemos seguir haciendo, considero inapropiado insistir en la productividad con una población que debemos cuidar: los escolares.

Dejando fuera las tragedias que ha dejado y dejará este virus, creo que podría venir un próximo mal que debemos saber regular cuando toda esta crisis sanitaria acabe: la misma dinámica del rendimiento con la que veníamos. La pandemia por el COVID-19 ha traumatizado a cada ser humano y cada hogar, y requiere reparación, sabiendo que un shock traumático puede traer consecuencias mucho tiempo después, es necesario anticiparse y cambiar este discurso de no seguir “perdiendo” clases o trabajo. Debemos asumir que es tiempo para priorizar la vida y las relaciones, en su integralidad, evitando sumar tensión o “productividad”, pero nos damos cuenta que pareciera no ser así cuando identificamos la existencia de colegios que hoy en día, incluso en Semana Santa, han puesto el tema del SIMCE y han priorizado seguir con clases online de las asignaturas principales para ellos (porque son aquellas que se miden). Sabiendo que la etapa escolar es la que requiere de mayor cuidado luego de la primera infancia, en términos formativos, no podemos insistir con labores que reproduzcan las dinámicas competitivas, cuando lo que corresponde es la contención y la colaboración.

Las prácticas luego de esta crisis sanitaria deben ser de cuidado, evitando caer en el apresuramiento por aprender todo lo perdido o buscando métodos excesivos de trabajo. Las escuelas debiesen alternar las clases con los espacios de encuentro entre todos los integrantes de la comunidad educativa, quizás debamos cambiar la conformación de la jornada escolar, permitiéndonos espacios más libres para conversar, reflexionar, jugar y compartir. Porque será prioritario recuperarnos, levantarnos, sanarnos.

Le temo a las tragedias que pueda traer este virus, respecto a victimas fatales, pero tanto más le temo a que termine esta pandemia y no modifiquemos nuestro estilo de vida, demostrando que no aprendimos nada.

Claudio Jiménez Rojas

Profesor.

 

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