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Día Mundial de la Tierra: la necesidad de una nueva mirada ante el COVID-19 Opinión

Día Mundial de la Tierra: la necesidad de una nueva mirada ante el COVID-19

Patricio Retamal
Por : Patricio Retamal Académico de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile y es uno de los integrantes del Programa Transdisciplinario en Medio Ambiente (PROMA) de dicha casa de estudios
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Errar es humano. Errar repetidas veces también es humano, incluso si se trata del mismo error y de las mismas circunstancias. Después de tantos errores y producto de ello, sobreviene el aprendizaje y la humanidad avanza. Las pandemias podrían obedecer a estas mismas premisas. Quizás el COVID-19 nos ha llevado a vivir las consecuencias de nuestros propios errores y nos ofrece una oportunidad de aprendizaje sin precedentes.

En este mundo globalizado somos espectadores de tales contingencias, pero ahora también nos transformamos en actores y gestores de nuestra propia salud. Las enfermedades transmisibles son provocadas por agentes biológicos altamente adaptables, capaces de ocupar diversos nichos ecológicos y diversos hospederos a medida que se propagan y evolucionan. Conscientes de esto, ¿por qué no logramos evitar la propagación del COVID-19?

Al parecer, una negligencia en un mercado de animales en China nos tendrá recluidos por tiempo indeterminado. Podemos encontrar múltiples explicaciones, incluso caer en la tentación de hacer una lectura superficial, suponiendo que los alimentos exóticos son la base del problema, y por tanto, el centro de la solución. Y es que claro, prohibir los mercados de animales podría ser una buena idea, pero insuficiente.

Las emergencias como estas son complejas, con múltiples factores y dimensiones. En el COVID-19 se pueden analizar las conductas alimenticias en contexto de pobreza, la higiene precaria y falta de educación; la diversidad de especies de murciélagos u otros animales; los tipos de coronavirus que portan los animales y las condiciones ambientales que favorecen su supervivencia; la densidad poblacional de personas y animales; y el turismo, junto a la innumerable cantidad de vuelos. Aparecen más colores y tonalidades en la pintura ¿verdad?

Si bien el SARS CoV-2 podría asociarse a estos determinantes, no pasa necesariamente lo mismo con otras enfermedades epidémicas de los últimos tiempos, como el MERS, Ébola o Influenza AH1N1, u otras de nuestra región como el Dengue, la fiebre amarilla, o nuestro conocido síndrome pulmonar por Hantavirus. Todas las mencionadas son enfermedades transmitidas por animales que pueden producir muerte en el ser humano. Todas tienen características epidemiológicas y factores predisponentes diversos. Por lo tanto, cuando se trata de estas enfermedades, los diagnósticos son complejos y las decisiones para control y prevención requieren participación multidisciplinaria: la salud humana, la salud animal y la salud ambiental están relacionadas.

Este es el enfoque de “Una Salud”, promovido hace años por la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de Sanidad Animal y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Se basa en el abordaje conjunto de las zoonosis por parte de médicos, veterinarios, ecólogos, microbiólogos, antropólogos y epidemiólogos. En otras palabras, es fundamental que las estructuras ministeriales generen unidades de trabajo conjunto y colaborativo cuando se trate de estas enfermedades.

En Chile aún es tibia esta interacción y es más reactiva a las emergencias que proactivas a la prevención. En nuestra historia reciente tenemos el brote de Influenza AH1N1 en pavos de la Región de Valparaíso, o el brote de fiebre Q en operarios de las lecherías de Los Ríos. Estas situaciones han obligado a establecer colaboraciones no exentas de dificultades entre los ministerios de Salud y Agricultura.

En la academia también tenemos responsabilidad, pues los esfuerzos de la investigación no han dado cuenta de la necesidad de levantar conocimientos en nuestra región y en nuestro país. Tenemos una larga lista de zoonosis en Chile. Quizás la base del cambio de enfoque esté en la educación superior. ¿Cuántas horas de aprendizaje colaborativo existen entre alumnos de medicina y de veterinaria cuando se estudian enfermedades infecciosas y parasitarias zoonóticas? ¿Cuánto se plasma la idea de “Una Salud” en nuestras aulas?

Cuando en Chile y en otros países seamos capaces de asumir el gran cuadro de este tipo de enfermedades con todos sus colores y tonalidades -algo para lo que fue puesto en el calendario este 22 de abril el Día Mundial de la Tierra-, estaremos realmente preparados para enfrentar y minimizar el impacto sanitario y económico del próximo brote. Así, podremos decir que aprendimos de nuestros errores.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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